- Mierda. - Susurré en voz alta y por suerte había música en el lugar que lo hizo pasar desapercibido.
Intenté dar marcha atrás pero ya habían cerrado la puerta a mis espaldas dejándome atrapada de este lado. Ya era demasiado tarde para arrepentirme, solo había un camino que tomar y era... Hacía adelante.
Respiré profundo y coloqué la frente en alto acercándome hasta el balcón buscando con la mirada al anfitrión de la fiesta. Le enfoqué unos metros más allá, sentado en su trono luciendo algo distante de la situación, con su rostro apoyado en la palma de su mano.
Había una especie de oscuridad a su alrededor, una tristeza que podía sentir desde aquí cuando observaba a las personas de abajo. No supe cómo llamar su atención y tampoco sabía que debía hacer exactamente para integrarme, pero no hizo falta.
Él como si hubiera notado mi presencia, levantó la mirada chocando contra mis ojos y su expresión cambió al levantarse. Sus labios se abrieron ligeramente demostrando fascinación, mientras se abría paso al frente con seguridad sin apartar la mirada. Sin importarle la gente alrededor que comenzó a apartarse.
Me costaba entender si esto era real, ya que parecía ensayado para un cuento de hadas. Pero decidí que, si mi cuento tenía un principio, también debería tener el resto de la historia. Así que avancé en su encuentro, bajando las escaleras de una forma tortuosa que me impedía llegar hasta el ardiente príncipe.
Los escalones no parecían tener fin, alejándome cada vez más de ese chico salvaje del bosque con su cabello oscuro ligeramente desordenado para no verse demasiado formal en su traje negro de chaleco corsé y con sus ojos violetas incapaces de apartar la mirada.
Cuando al fin estuvimos frente al otro, fui la primera en dar el siguiente paso.
- Alteza. - Hice una reverencia formal, tratando de mantener las apariencias ante el resto de los presentes que nos observaban.
- Mi lady. - Repitió la acción haciendo que fueran mis ojos los que lo siguieran y susurró al levantarse de nuevo. - Si viniste.
- Es de muy mala edición rechazar una invitación. Además, no podría perderme tu cumpleaños y dejar pasar un gesto como ese. - Di otro pequeño paso a donde estaba para que nadie más pudiera escuchar. - Por cierto, estás muy guapo.
Tomé la iniciativa con voz suave, esperando no verme tan atrevida.
- Joder... y tú estás... joder. - Solté una risilla más que conforme con su reacción.
Éramos él y yo en nuestra burbuja. El resto de personas importantes que nos rodeaban al estar en medio del gran salón, habían desaparecido hace tiempo, dejándonos sin nadie más ahí.
Al menos sin la gran mayoría, porque un carraspeo de garganta simulando una tos, se escuchó y no pude evitar mirar detrás de él notando que Milo era el responsable, haciendo unas señas para seguir con el protocolo.
- Creo que deberíamos hacer algo. - Le propuse y relamió su labio inferior antes de volver a enfocarse.
- ¿Me daría el honor de acompañarte en esta...
- ¿Pieza? - Sonreí cuando ni siquiera pudo terminar la oración y asintió cerrando los ojos para apartarlos sacudiendo su cabeza.
- Sí, eso dije.
- En las que desee, su alteza. - Acepté juntando mi mano con la suya, para ir más al centro.
Era inusual decirle de aquel modo, nos saltamos todas las formalidades desde el principio al llamarle por su nombre sin ningún título, pero ahora mismo, debía fingir frente al resto de los presentes que conocía al príncipe heredero y no al chico del bosque.
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La chica del caos
FantasíaEn lo profundo del bosque, de un mundo donde las personas parecen ser todas similares de apariencia, una joven chica se mantenía oculta en su cabaña a la espera de su libertad. Viviendo día y noche entre el mismo territorio, sin poder ir más allá po...