Decidí cambiar mi ropa un rato después de llegar, para sentirme un poco más cómoda y así poder ayudar en lo que fuera necesario. Más tarde tendría tiempo de arreglarme para la celebración.
La estricta regla que Evie me había comentado antes de venir, la cual debía seguir si es que quería estar aquí, es que cada persona que se encuentre en la casa, debe ayudar a preparar todo. Pero tal y como lo supuse al ver la confianza de mi novio, parece que no se lo habían hecho saber.
El príncipe iba a tener que trabajar.
- ¿Qué estás haciendo ahí?
Nada más poner un pie en el piso de abajo, me lo encontré sentado en un sillón que le quedaba algo pequeño para su altura, jugando con sus botas oscuras y repiqueteando en el suelo.
- ¿Yo?
- Por supuesto que tú. Vamos levántate, hay mucho por hacer. - Tomé su mano y entrelacé nuestros dedos para poder tirar de él hacia arriba dispuesta a llevarlo conmigo a pedir indicaciones.
- No lo entiendo ¿Qué debemos hacer? - Su cabeza se ladeó al preguntar y me pareció lo más cercano a un niño perdido que esperaba por su mamá.
No sabía qué hacer, ni dónde ir, pero se esforzaba por encajar y estaba ahí por mí. No podía negar que me daba mucha ternura.
Me di cuenta tarde de que yo tampoco tenía esa respuesta y probablemente ahora estaba mucho más perdida porque acababa de caer en que la casa se encontraba vacía así que no había alguien a quien preguntarle. Fue una suerte que la madre de Evie apareciera en el umbral de la cocina llevando una cacerola en sus brazos y respondiendo a la pregunta.
- Me alegra escucharle decir eso, alteza ¿Por qué no me ayuda primero llevando esto afuera? - Carter se apresuró a quitarle el objeto de las manos mientras que ella siguió dando instrucciones. - Están comenzando a organizar todo por allá y colocando las mesas en su lugar, a Evie le encanta hacer eso, pero siento que nos falta algún postre para decorar. Quisiera algo distinto a lo que siempre se hace y no tengo tiempo para ponerme con ello.
- Yo lo hago. - Me ofrecí de inmediato con entusiasmo. - Preparo una excelente tarta de bayas, es mi especialidad.
La última vez que hice una, fue el día antes de que mi madre se fuera de casa. Quería cambiar ese recuerdo por algo mucho más feliz y también podría aprovechar de sentir esos buenos momentos que tenía en mi antiguo hogar.
- ¡Oh! Adoro las bayas, hace mucho tiempo que no puedo comprarlas y realmente nunca supe elegir las del bosque que no son venenosas. Me fascina esa idea, si necesitas ayuda puedo enviarte a alguien que te dé una mano extra.
Carter que se había quedado escuchando, aprovechó la oportunidad para ofrecerse.
- Yo la ayudaré, no se preocupe por enviar a nadie más. - Caminó frente a mí y me miró con una sonrisa de lado guiñando su ojo. - Es una buena oportunidad de pasar tiempo con mi gente.
Su comentario me hizo arrugar la nariz burlándome de su arrogancia. No cabía duda de que su ego era mucho más grande que él, pero lo que no sabía es que le haría sufrir.
- Será un honor... Alteza.
Seguí sus pasos hasta que desapareció de mi visión y me enfoqué en la señora Ofelia que tenía una expresión algo disgustada.
- Espero que tú te encargues, mi niña. - Me susurro como si temiera que pudiera oírle lo que me hizo reír. - No confío en las capacidades culinarias de un príncipe.
- Y no debería, créame.
- Ya sabes dónde encontrarme si deseas algo. - Tomó otras cosas de la cocina y salió siguiendo al pelinegro.
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La chica del caos
FantasyEn lo profundo del bosque, de un mundo donde las personas parecen ser todas similares de apariencia, una joven chica se mantenía oculta en su cabaña a la espera de su libertad. Viviendo día y noche entre el mismo territorio, sin poder ir más allá po...