- Por última vez, ¿Está todo listo? - Pregunté al dejar el baúl en el suelo con un último esfuerzo que pudimos dar.
Había algunos guardias esperando para ayudarnos a cargar con las cosas, pero nos gustaba sentirnos independientes y además ya los estábamos ocupando con subir todo en los carruajes. El único problema es que claramente yo estaba cargando más peso que Evie y ya me había cansado.
- Creo que sí. - Me mostró una gran sonrisa, la misma que no había podido dejar de hacer desde la mañana y asintió un montón de veces. Lo admito, ya me estaba asustando. - No, espera. Olvidé el regalo de mamá, dame un minuto.
Un minuto en el mundo de mi mejor amiga, significaba tardar mucho más. Así que me dejé caer con un suspiro sobre el objeto que trajimos y estiré mis brazos escuchando el crujir de mis huesos antes de descansar mi barbilla en la palma de mi mano.
Necesitaba retomar los entrenamientos, mi cuerpo comenzaba a reclamarme por todo el esfuerzo que había hecho. No solo debía volver con ello, sino también con las clases de Milo. Me había olvidado por completo de las tutorías y ya me sentía mucho más animada como para regresar.
El caos de mis pensamientos se había disuelto en su mayoría y ahora podía contar con una paz que probablemente no tenía hace mucho tiempo.
- ¡Déjenlo por aquí, muchachos!
Hasta ahí llegó mi paz.
Un grito casi en mi oído y una cesta siendo arrojada al suelo justo a mi lado, me dejaron en alerta provocando que diera un salto en mi lugar aferrándome al baúl. Giré rápidamente para ver al responsable, aunque conocía esa voz más que nada en el mundo.
- ¿Qué se supone que estás haciendo? - Las palabras salieron de mi boca sin pensar debido a la impresión.
Habían personas cerca y yo seguía siendo una empleada que debía mostrar respeto al que era el futuro rey, al menos ante todos los demás ya que para mí era un imbécil al que le gustaba ponerme a prueba.
- Estoy trayendo comida.
Me levanté sin observarle demasiado y me fijé que decía la verdad.
- ¿Para qué?
- Para la celebración, por supuesto.
- ¿Vas a enviar comida a la casa de Evie? - Mi ceño se frunció al no entender.
- Voy a ir con ustedes, en realidad. - Me respondió mientras fingía limpiar sus uñas con su camisa oscura.- Pensé que era mucho más obvio.
- Y yo creí que estaba claro lo que te dije, Carter.
- No tengo idea de lo que estás hablando, lo siento, preciosa. - Se encogió de hombros desentendido y creí que me volvería loca.
- Eso no es nada maduro de tu parte.
Sonrió con travesura y dio un paso hacia mí buscando algo más, pero yo nunca retrocedía.
- A mí me parece más infantil creer que esto se trata de ti. Solo quiero conocer un poco más de mi reino y convivir cerca de mi pueblo.
- Quién lo diría, el príncipe derrocha humildad. - Comenté con burla dejando mis ojos en blanco.
- No juegues con fuego Annia, podrías llegar a quemarte. - Su mirada bajó a mis labios y su sonrisa se ensanchó aún más. - Te ves muy bien haciendo eso último, aunque me gustaría que la situación fuera diferente.
Sus palabras lograron aturdirme, al no saber cómo tomarte el comentario. Por suerte Evie apareció más pronto de lo que pensé alejándolo de mí.
- Te prometo que ahora sí estamos listas. - Estaba concentrada en guardar el regalo dentro de su bolsa de mano, por lo que no había visto a mi acompañante hasta que levantó la cabeza. - ¡Oh! Alteza, muchas gracias por su ayuda. Es un honor que nos acompañe.
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La chica del caos
FantasyEn lo profundo del bosque, de un mundo donde las personas parecen ser todas similares de apariencia, una joven chica se mantenía oculta en su cabaña a la espera de su libertad. Viviendo día y noche entre el mismo territorio, sin poder ir más allá po...