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La Tuna, Badiraguato 📍 Viernes, 13 de septiembre del 2024 10:20 am
Al día siguiente, Iván se levantó con urgencia. La situación en Culiacán requería su presencia inmediata, tal como su padre le había aconsejado. Sabía que no podía irse sin antes asegurarse de que Kenia estuviera segura y al tanto de su salida.
Antes de salir, entró en la habitación y la vio aún profundamente dormida. No quería despertarla, así que tomó una hoja de papel y escribió una breve nota:
"Kenia, tuve que salir urgentemente. Estaré de vuelta lo más pronto posible. Te quiero y confío en que todo estará bien. Cuídate y no dudes en preguntar si necesitas algo. Estoy pensando en ti, siempre. —Iván."
Dejó la nota en la mesita de noche, donde sabía que ella la encontraría al despertar. Se acercó a la cama y la miró por unos segundos, observando su paz mientras dormía. Quiso quedarse un poco más, pero el deber lo llamaba.
Con suavidad salió de la habitación y se dirigió hacia la sala. Ahí, agarró su arma y se la colocó en la espalda, asegurándola bien. Se veía serio, concentrado en lo que debía hacer. Caminó hacia uno de los escoltas asignados a Kenia y le habló con firmeza.
—Cuídala bien, no la pierdas de vista ni por un segundo —le ordenó, con un tono que no dejaba lugar a interpretaciones.
El escolta asintió, firme en su compromiso.
—Y dile por qué me fui cuando despierte. No quiero que se preocupe demasiado.
El escolta lo miró, entendiendo la importancia de sus palabras.
—Entendido, patrón. No se preocupe, aquí está segura.
Con eso, Iván salió de la hacienda, subió a una de las camionetas blindadas que ya lo esperaban, y se adentró en la realidad que lo aguardaba fuera de esos muros. Mientras el vehículo arrancaba, sus pensamientos volvían a Kenia, pero sabía que debía concentrarse. Ahora, era el momento de ocuparse de los asuntos urgentes que lo esperaban.
