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Culiacán, Sinaloa 📍 Lunes, 30 de septiembre del 2024 5:45 pm
Hoy había sido un día bastante agitado para Kenia. Desde temprano, las visitas relacionadas con los preparativos de la boda no paraban de llegar. Diseñadores, organizadores, y proveedores entraban y salían, todos con muestras y propuestas para hacer de ese día algo inolvidable. Kenia, aunque emocionada, comenzaba a sentir el peso de cada decisión.
Iván estuvo presente en algunas reuniones, especialmente en las más importantes, pero en otras prefirió dejar que ella tomara el control total.
—Quiero que sea lo que tú sueñes, mami. No te limites en nada. Sabes que aquí el dinero sobra —le había dicho Iván más temprano, con una sonrisa confiada mientras se despedía para atender algunos de sus propios asuntos.
Kenia lo sabía. Con Iván, no había límites en cuanto a lo que podían lograr, y eso le daba una sensación de libertad que pocas personas experimentaban al planear una boda. Los vestidos de novia más caros, las flores más exóticas, los artistas que siempre había soñado tener en su gran día, todo estaba a su alcance. Pero, al mismo tiempo, esa responsabilidad de hacer que todo fuera perfecto también la abrumaba un poco.
A lo largo del día, había visto propuestas de decoración, pasteles de ensueño, y hasta el montaje del escenario donde tocarían varios cantantes, que, como le había dicho a Iván, no podían faltar. Todo lucía increíble, pero el cansancio empezaba a hacer mella en ella.
Al final de la tarde, cuando por fin se fue el último proveedor, Kenia se dejó caer en el sillón de la sala, exhalando un largo suspiro. Estaba emocionada, claro, pero la intensidad del día la había dejado agotada.
Iván entró en la sala unos minutos después, notando su cansancio. Se acercó a ella y, sin decir nada, se sentó a su lado, pasando un brazo por sus hombros y atrayéndola hacia él.
—¿Cómo va todo, mami? —preguntó, besando su frente suavemente.
—Va bien, amor, pero ha sido un día muy largo —respondió Kenia, acurrucándose en él—. Me encanta estar al mando de la organización, pero a veces es un poco agotador.
Iván sonrió, acariciando su brazo con ternura.
—No te preocupes por nada, chula. Lo estás haciendo increíble. Y recuerda, si algo se te hace pesado, no tienes que cargar con todo tú sola. Yo estoy aquí, y tenemos a la gente para que hagan las cosas como tú las quieras. Lo importante es que tú disfrutes de todo este proceso.
Kenia sonrió, sintiéndose más relajada con sus palabras.
—Lo sé, amor. Es solo que quiero que todo sea perfecto. No solo para mí, sino para nosotros. Quiero que nuestra boda sea inolvidable.
—Y lo va a ser, mami —le aseguró Iván—. Tú tienes buen gusto, y con el dinero que tenemos, no hay nada que no podamos hacer. Así que relájate. Si necesitas un descanso, tómalo. Lo más importante es que estés bien y disfrutes de cada momento.
