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La tuna, Badiraguato 📍 Jueves, 12 de septiembre del 2024 9:37 am
Kenia se despertó antes que Iván, sintiéndose decidida a tomar el control por un momento mientras él descansaba. Se levantó con cuidado, evitando hacer ruido, y bajó rápidamente a la cocina, donde estaba el mapa que habían utilizado la noche anterior. Al extenderlo sobre la mesa, su mirada se concentró en las zonas estratégicas que habían discutido. Sabía que, aunque las cosas estaban tensas, debía asegurarse de que todo siguiera bajo control, manteniendo a Iván y a su gente a salvo mientras él recuperaba fuerzas.
Kenia tomó el radio con firmeza, sabiendo que estaba a cargo por ese momento. Dio indicaciones claras, y aunque algunos de los hombres al otro lado de la línea se sorprendieron al escuchar su voz, no tardaron en entender que sabían perfectamente quién era. Ya se habían acostumbrado a la idea de que ella también tenía peso en las decisiones, especialmente cuando Iván no estaba presente. Sin titubear, Kenia se aseguró de que todos los puntos clave estuvieran cubiertos, con la misma autoridad que él.
Kenia seguía esperando noticias, su mirada fija en el radio, con la esperanza de que sus decisiones hubieran dado resultado. No quería fallar, y mucho menos quedar mal ante Iván. Justo en ese momento, lo escuchó bajando las escaleras. Al verla tomando el control, Iván se detuvo por un segundo, sorprendido pero complacido. Observó en silencio mientras ella coordinaba las operaciones, y un leve orgullo se dibujó en su rostro. Kenia, al sentir su presencia, le lanzó una mirada segura, esperando su reacción.
Iván cruzó los brazos, apoyándose contra el marco de la puerta mientras observaba a Kenia. Con una media sonrisa, finalmente rompió el silencio.
—Veo que te has adelantado —dijo, su tono suave pero lleno de curiosidad.
Kenia, sin apartar la mirada del mapa, respondió con tranquilidad mientras seguía dando instrucciones por el radio:
—Alguien tenía que hacerlo —respondió, terminando la transmisión y luego girándose hacia él—. No quise despertarte. Necesitas descansar.
Iván avanzó un poco más hacia ella, sus ojos brillando con aprobación.
—¿Y cómo van las cosas? —preguntó, acercándose a la mesa para ver el mapa donde Kenia había estado trabajando.