treinta y cinco.

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Culiacán, Sinaloa 📍Julio, 20257:35 pm

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Culiacán, Sinaloa 📍
Julio, 2025
7:35 pm

Habían pasado dos meses desde la última cita con la ginecóloga, y la vida de Kenia e Iván estaba más tranquila y llena de expectativa que nunca. Los negocios de Iván iban mejor que nunca, todo bajo control, y la policía estaba lejos de atraparlo. Cada movimiento que hacía estaba calculado al detalle, y siempre con una prioridad clara en su mente: Kenia y su hijo.

Kenia ya había cumplido los nueve meses de embarazo, y el bebé estaba a punto de llegar. Cualquier día, cualquier hora, sería el momento. Iván no había dejado nada al azar. Había hecho que se asegurara el mejor hospital de la ciudad solo para ella, con un despliegue de seguridad que sorprendía hasta a sus hombres de confianza. "Chingos de seguridad por todos lados" fue lo que le había dicho a Kenia, con esa determinación que siempre lo caracterizaba. No iba a permitir que nada ni nadie se interpusiera en la llegada de su hijo.

Kenia, por su parte, estaba más feliz que nunca. A pesar de lo avanzado de su embarazo, mantenía esa paz y esa alegría que la caracterizaban. Sabía que muy pronto conocería a su hijo, y eso la llenaba de una emoción indescriptible. Esa tarde, se encontraba en el cuarto que habían preparado para el bebé. Las paredes estaban decoradas con tonos suaves, y el aroma a madera nueva impregnaba el aire. Había pasado horas eligiendo cada detalle con Iván, y ahora, todo estaba perfecto.

El nombre del bebé había sido una decisión que ambos habían tomado con mucho amor y orgullo. Después de varias conversaciones, risas y pequeñas discusiones, habían llegado a un acuerdo: su hijo llevaría el nombre "Ian Archivaldo Guzmán Castro." Ian, por el amor de Kenia a ese nombre, y Archivaldo, en honor al legado que Iván sabía que su hijo llevaría con fuerza y respeto.

Mientras observaba la cuna de su bebé, Kenia acariciaba suavemente su vientre. Sentía a Ian moverse, como si también estuviera ansioso por conocer el mundo. Cada día que pasaba, la conexión con su hijo se hacía más fuerte, y la idea de tenerlo pronto en sus brazos la emocionaba hasta las lágrimas.

—Ya casi, mi amor —susurró Kenia, hablando suavemente con su bebé—. Ya casi te tengo aquí conmigo.

La puerta del cuarto se abrió suavemente, y la figura de Iván apareció en el umbral. Él la observó en silencio por un momento, viendo cómo ella miraba el cuarto con esa mezcla de amor y emoción que tanto lo conmovía.

—¿Todo bien, mami? —preguntó Iván con una sonrisa suave, acercándose a ella con pasos tranquilos.

Kenia lo miró y sonrió, siempre tranquila cuando él estaba cerca.

—Sí, todo bien. Solo estaba aquí, imaginando cómo será cuando Ian esté aquí, en este cuarto. Todo parece tan... real ahora —dijo Kenia, mientras Iván se acercaba y le daba un suave beso en la cabeza.

—Va a ser perfecto. Nuestro plebe va a estar bien cuidado, y este cuarto es solo el comienzo de todo lo que vamos a darle —dijo Iván con una sonrisa llena de orgullo. Su mirada se dirigió hacia la cuna, y no pudo evitar imaginarse a su hijo durmiendo ahí, envuelto en todo el amor y la protección que él y Kenia le darían.

𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐈𝐎́𝐍 ━ Ivan Archivaldo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora