venticuatro.

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Bahamas 📍Viernes, 27 de septiembre del 20242:56 pm

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Bahamas 📍
Viernes, 27 de septiembre del 2024
2:56 pm

Kenia se acomodaba en la tumbona, mirando el horizonte azul del mar en una de las playas más exclusivas de Estados Unidos. Aunque el sol brillaba fuerte, no lograba sacudirse una sensación rara que había sentido toda la semana. Iván, su prometido, había estado diferente, distante... y eso le daba vueltas en la cabeza.

Sacó su teléfono, miró la hora. "¿Qué hora será en Sinaloa?", se preguntó en voz baja, mordiéndose el labio. Sabía que Iván estaba ocupado con negocios, pero algo en su comportamiento le hacía pensar que no todo estaba bien.

—Ahorita ya debería estar aquí... —murmuró, lanzando una mirada a los hombres que custodiaban la entrada de la casa.

Uno de ellos, un hombre robusto y de mirada seria, se le acercó con respeto.

—Señorita Kenia, cualquier cosa que necesite, aquí estamos. El patrón ya no tarda en llegar.

—Gracias, ¿cómo va todo en Sinaloa? ¿Has escuchado algo de Iván? —preguntó con cierta preocupación en la voz.

El hombre bajó la mirada un segundo antes de responder.

—Todo está tranquilo por allá, no se preocupe. El señor Iván siempre está al pendiente de usted, nomás se ha estado moviendo con más discreción últimamente... ya sabe cómo es.

Kenia asintió, pero no le convencía del todo. Algo le decía que Iván le estaba ocultando algo, algo que no le quería contar, y esa duda le carcomía el alma. Miró el mar de nuevo, buscando un poco de paz, pero en el fondo sabía que esa calma era solo la antesala de una tormenta.

—Bueno... pues, a esperar —dijo, tratando de distraerse, aunque la inquietud seguía ahí, como una sombra que no la dejaba en paz.

Kenia se levantó de la tumbona y comenzó a caminar por la orilla del mar, dejando que las olas acariciaran sus pies. La brisa fresca le despeinaba el cabello, pero ni el paisaje ni el sonido del agua lograban calmar esa sensación de que algo no estaba bien.

Mientras caminaba, el celular en su mano vibró. Al ver la pantalla, su corazón dio un vuelco. Era un mensaje de Iván. Lo abrió rápido, como si ese pequeño mensaje pudiera resolver todas sus dudas.

*"Voy en camino. No te preocupes, morrita."*

—¿No te preocupes? —repitió Kenia para sí misma, frunciendo el ceño—. Claro que me preocupo, Iván. Ya te conozco.

Guardó el teléfono en el bolsillo de su vestido blanco y regresó a la casa donde los hombres de Iván seguían atentos, con la mirada siempre fija en el perímetro. Sentía que ellos sabían más de lo que le decían, pero en ese mundo, las palabras siempre eran pocas y los secretos, muchos.

Al entrar, uno de los hombres la siguió, manteniendo su distancia pero asegurándose de que estuviera protegida.

—Oiga, y usted... ¿ha notado algo raro en Iván últimamente? —preguntó Kenia, mirándolo de reojo mientras caminaba por la sala, que daba hacia una vista perfecta del océano.

𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐈𝐎́𝐍 ━ Ivan Archivaldo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora