29; sigo sin saber.

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—¿Por qué, Guido? —lo miré. —Aún sabiendo cómo sufrí en mi anterior relación por una infidelidad, decidiste hacerlo. ¿Orgullo, verdad? seguis siendo el mismo de siempre. Me di cuenta de que nunca fui prioridad en tu vida cuando vos fuiste toda en la mía. Si me hubieras dicho desde el principio que ibas a ser así, no te hubiera amado, no me hubieras permitido enamorarme de vos, Guido. —Miré al piso, porque ya no podía soportar mirarlo; me generaba bronca. Él se acercó y susurró:

—De verdad, perdón. —dijo él, y yo empecé a darle pequeños puñetazos en el pecho mientras las lágrimas comenzaban a salir. Traté de aguantar, pero no pude.

—¿Acaso querés que te perdone? Si ni dudaste un segundo, ni siquiera pensaste en mí. Aun así, accediste a juntarte con ella sabiendo la fama que tiene de ser una mina gato.

—Quiero que me escuches, Lucía —dijo, agarrando mis mejillas, y yo saqué rápido sus manos.

—No quiero escuchar tus sucias excusas, Guido. No quiero que hablemos nunca más, al menos que sea sobre temas de trabajo. Llevabamos un mes de novios. Un mes. Yo di todo por vos.

—La razón por la que nos gustamos mutuamente es porque ambos nos sentimos solos —dijo él, y yo reí sarcásticamente.

—¿vos sentirte solo? Claro, con todas esas gatas podes sentir de todo menos soledad. No quiero que me hables más. No te acerques a mí, me das asco, Guido. Después me venis a reclamar cosas a mí, mientras vos te hablabas con otras. sos una vergüenza y un caradura.

—No te vayas... podemos arreglar esto —dijo él, y yo lo miré.

—Voy a tener que quedarme acá, porque no puedo pedir otra habitación. Pero no quiero que me hables, ni para pedirme mayonesa. Y cuando lleguemos a Argentina, voy a agarrar todo e irme a la mierda. vos arruinaste lo nuestro, espero que eso te coma la cabeza por siempre. Siempre vas a estar solo, Guido. Si sos un gato y un infiel, por eso no te duran las relaciones. —Dije todo dolida. ¿Sí? Sí, pero era una infidelidad.

Estaba odiando cómo estaban quedando las cosas. Odio las veces que lloré por él, lo reemplazable que me sentía. Ya odiaba recordar las cosas lindas que hacíamos y que él me decía. Odio sentir que siempre te voy a amar.

Esto ya no era una historia de amor. Se había convertido en la historia de una relación tóxica.

¿Por qué él me reclamaba cosas?
¿Por qué él era así?
¿Por qué?
Solo necesito saber qué hice para merecerme todo esto.
¿Qué hice mal?

Dos relaciones, dos relaciones donde me engañaron.
Donde confié.

—Déjame, por favor, explicarte las cosas... —dijo él mientras agarraba mis manos, y yo las saqué.

—No te quiero escuchar, Guido, no quiero. ¿Sabes qué? Mejor sí. Me voy ahora mismo. —Dije mientras agarraba mi bolso y me fui.

Me dirigí a la habitación de Gastón, maldiciendo interiormente. Eran las 4 de la madrugada y los chicos iban a volver tarde.
Toqué la puerta por si acaso, y Gastón me abrió.

Cuando lo vi, lo abracé y empecé a llorar.

—¿Qué pasó? —correspondió al abrazo.

—Guido me engañó. —Lo abracé más fuerte y seguí llorando.

—¿Qué? ¿Posta? —él se sorprendió, y yo asentí.

Ambos entramos a la habitación y él me sentó en la cama.
Le expliqué todo lo que había pasado y él puso su mano en la cabeza.

—Es un pelotudo, lo voy a matar.

POV GUIDO.

3 am.

Eran las 3, estaba esperando que viniera Agus para dejarle las cosas en claro. Ya me venía molestando. Cuando escuché la puerta, le abrí, la hice pasar y la miré.

—Mira, Agus, te la voy a hacer corta. Yo no quiero nada con vos . Me chupa un huevo si es una aventura o algo de una noche, no quiero. Tengo una novia a la que amo demasiado y no quiero hacerle daño. No quiero juzgarte, pero que andes con los jugadores de la selección, que tienen familia, pareja y demás, no significa que también quieras intervenir en mi relación. Deja de escribirme, por favor —dije, mirándola con seriedad. Me estaba agarrando de las pelotas. —Vos flashaste cualquiera con el último mensaje; yo no pedí juntarnos para hacer algo, sino para que dejes de molestarme. Como sabía que estabas acá porque viniste a ver a un jugador, quise aprovechar.

Agus se apoyó en la pared y sonrió.

—Sos un cobarde y un gobernado —dijo Agus, y yo levanté una ceja.

—¿Cobarde, por qué? ¿Porque amo demasiado a mi pareja, al punto de no querer lastimarla y ser fiel? Dale, no. Vos no podrías entender sobre fidelidad en una relación. Si lo único que sabes hacer es romper parejas, crear conflictos y te encanta las cámaras, te encanta ser el centro de atención.

—Ah, ¿me estás diciendo trola?

—Interpretalo como quieras, pero conmigo no, nena. Déjame de romper las pelotas. Me tenés harto —dije mientras iba a abrir la puerta. —Que te quede claro que tengo una mujer que amo con mi alma. —La miré y ella me agarró, se apoyó en la pared y se me acercó demasiado. La miré y tome su cintura para intentar alejarla.

Hasta que escuché el ruido de la puerta y miré. La puta madre, tierra, trágame.. Estaba Lucía.

Agus se alejó y se fue. Ver a Lucía mal ya me estaba haciendo mierda; sentía cómo me dolía el pecho, cómo mi corazón se rompía en mil pedazos. Ver esos ojos cristalizados me hacía mal.

Me las mandé. Intenté explicarle las cosas, pero se fue. Me dolió verla irse de esa habitación; me dolieron las cosas que dijo. Todo por una mala interpretación de algo.

POV LUCIA.

Al día siguiente, fuimos a La Paz, Bolivia. No había hablado con nadie de lo que había pasado entre Guido y yo; solo lo sabía Gastón. Nos encontramos en la recepción del hotel. Rache estaba a mi lado hablándome tranquilamente, y yo asentía con una sonrisa falsa. Tenía tanto dolor dentro de mí.

Estuve toda la noche sin dormir. Me di cuenta de que esto no era sano; no era sano todo lo que había estado pasando desde que nos conocimos. Solo que yo fui una idiota que no se daba cuenta. Las veces que Iván se acercaba a mí, me besaba. Esos reclamos donde él y yo no éramos nada.

Esas actitudes que yo perdoné de él, donde me sentía una boluda, porque antes me ilusionaba, me hacía creer que había algo y después se besaba con otras. Yo fui una tonta por creerle. Me dolía el alma, me dolía todo.

Hasta que vi la mano de Rache pasar frente a mi cara. La miré.

—¿Qué pasa, Rache? —dije.

—Estás muy distraída —dijo ella, y negué.

—Nah... ¿por qué lo dices?

—Ni siquiera estás prestando atención a lo que te digo —me respondió.

Sentí una mirada que me estaba fulminando. Miré de reojo y era Guido quien me estaba viendo. De seguro esperaba alguna respuesta, así que me quedé callada. Rache se dio cuenta de eso y se quedó callada también.

A todos nos dieron las llaves, menos a Guido. Claro, se suponía que íbamos a dormir en la misma habitación. Le tiré la llave en su dirección sin mirarlo. Me daba igual que se le cayera la llave. Fui con Gastón, y él sonrió levemente.

—Perdón, Gastón, si pudiera... —dije, y él me interrumpió.

—No me molesta, tranquila —me dijo. Él me abrazó y yo correspondí. Él me entendía.

𝐥𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 𝐫𝐨𝐜𝐤. || 𝐠𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐚𝐫𝐦𝐢𝐝𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora