34; amame una vez más.

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—¿Gastón y vos están saliendo? —me puse derecho cuando pregunté, y ella me miró, pareciendo ponerse nerviosa.

—No, ¿por qué?

—Los veo siempre tan apegados; pone su mano en tu cintura como si fueras su "señora." —No podía dejar de sobrepensar; ella y Gastón juntos dolían en ambas partes, porque yo confié en ella y nunca me vi venir a mi hermano traicionándome de esa forma.

Ella suspiró. —No me di cuenta, Guido. Mirá... —hizo una pausa y me miró. En sus ojos se notaba que estaba cansada, estaba rara y se la notaba. —Yo actué como una idiota al no creerte. No te escuché y te pido perdón.

—No me molesta eso, Lucía. Me molesta el hecho de que vos me hayas revisado el celular y que después te fuiste con Gastón —dije, cruzado de brazos.

—Entre Gastón y yo no pasó nada, no tenés de qué preocuparte. Lo de tu celular, ese día yo estaba trabajando con tu celular y llegó esa notificación. No quise chusmear, pero lo hice porque la curiosidad me mataba. Cuando leí lo que ella te puso, creí que era infidelidad. Tenés razón, tengo una perspectiva algo diferente del amor. Fue un error mío por creer en eso. Pido perdón, pero estuve en una relación donde no me valoraban, y yo creía que todos eran iguales. No debí suponer eso de vos y pido perdón de verdad. No quise lastimarte. Te creo a lo que decís, pero pido perdón. De mi parte te digo que Gastón y yo no andamos juntos; él me ayuda a afrontar todo esto que me pasa, él me distrae.

La miré y me acerqué un poco a ella. —Mm... no sé si perdonarte. —La miré y sonreí un poco. No podía estar enojado con ella; ella me importaba demasiado. —Pero quiero que seamos amigos. Cada uno es libre. Solo una cosa: no te hagas daño por algo que pasó, ya está, ya pasó. Ahora estamos bien, vamos a trabajar mejor.

Ella me miró con decepción, pero después sonrió. De seguro me entendió. Yo quería volver con ella, pero me di cuenta de que ella la estaba pasando demasiado mal; estaba pálida, ojerosa... y quería que ella estuviera bien. No puedo estar sin ella si soy sincero; la amo con todo mi ser, pero ella estaba mal y prefería que volviera a ser la Lucía de antes. Pero, conociéndome, éramos amigos de vuelta. Teníamos que evitar el tema de los malentendidos, el sexo y demás. Aunque yo estaba un poco lastimado por lo de antes y ella estaba mal, no nos podemos curar uno al otro, necesitamos sanar por nuestra cuenta.

—Está bien. —Me abrazó y luego se separó.

Pero sabía que, con esa cara, no estaba tan convencida y algo se estaba guardando...

—Habla, nena, sé que me querés decir algo más, te conozco bien —dije y la miré.

—Odio la forma en que me hablas y la forma en que... Te cortaste el pelo; odio la forma en que lo haces. Cómo manejas mi auto; odio cuando me miras fijamente. Odio tus grandes y tontas botas. Y la forma en que lees mi mente, te odio. Tanto que me enferma, incluso me hace rimar. Odio... Así es, siempre tienes razón. Odio cuando... porque siempre decís la verdad. Odio cuando me haces reír, peor aún cuando me haces llorar. Yo odio cuando no estás cerca y el hecho es que no llamaste, que me viste mal, con la mano destruida, y no llamaste... Pero de ninguna manera te odio, ni de lejos, ni siquiera un poquito, ni siquiera nada. —Dijo mientras empezaba a llorar y la abracé.

—Perdón...

—No pidas perdón; tengo la perspectiva del amor muy diferente. Es toda mi culpa por dejarme llevar por el pasado. —La agarré de las mejillas y la miré; me dolía mucho tener que verla así por mi culpa. Agarré su mano que todavía estaba vendada.

—Quiero que estés bien, Lucía. Quiero ver a la Lucía de antes, con esa sonrisa que alegraba a todos. Lamento todo lo que pasaste en tu otra relación; sé que es muy difícil estar en una relación donde fue tóxica, donde no había amor. Pero, créeme que no todos los hombres en el mundo son así. Como tu amigo, quiero que entiendas que quiero verte bien. Entiendo que superaste a esa persona, pero ese miedo te persigue todavía.

—Me chupa un huevo él, sábelo, pero yo actué muy inmadura con vos. —Sonreí levemente al escuchar que le daba igual. Tengo que admitir que sí me daba un poco de celos su ex, aunque ellos ni se hablen ni se vean.

—Estás perdonada. Pero prométeme que siempre vas a hablar las cosas primero y no lastimarte. —Ella asintió.

—Está bien, vamos a tomar algo con mis hermanos. —Me separé del abrazo y fuimos. Me aliviaba un poco que quedamos bien y que íbamos a ser amigos para mejorar ambos en ese aspecto; ambos actuamos como inmaduros.

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Me desperté con algo de resaca. El rayo del sol me estaba molestando en la cara y puse una mano en mi cara para taparme y otra en el cuerpo de una mujer... ¿Cuerpo de una mujer? ¿A quién me garché anoche?

Me di vuelta desesperado y encontré a Lucía durmiendo. No, listo, me garché a mi ex en pedo cuando se suponía que nos tomamos un tiempo para sentirnos mejor ambos. Cuando la vi, me caí del susto y ella se despertó asustada.

—¿Dónde carajos estoy? —me levanté del piso y me tapé con la sábana.

—¡Ah, no puede ser! —ella se tapó la cara. —Decime que es un sueño.

—No, Lucía, tuviste sexo con tu ex anoche.

—La puta madre No puede ser, ¿qué carajos? —Ella se levantó de la cama y empezó a vestirse; yo hice lo mismo.

—¿Te acordás de algo? —pregunté y ella negó.

—¿Querés quedarte a desayunar? —La miré y asintió.

—Te digo la verdad, me estoy cagando de hambre... —dijo ella y vi cómo miraba su venda.

—¿Te lastimé anoche? —me preocupé. ¿Y si fui bruto?

—No sé, Guido, no me acuerdo. —Suspiró y me acerqué a ella.

—Basta, Guido, cortala. Somos amigos; los amigos no actúan así —dijo ella y la abracé por detrás, metiendo mi mano debajo de su remera.

—¿Y si ahora ya no quiero que seamos amigos, qué pasa? —dije susurrando en su oreja. —Creo que me arrepentí un poco de lo que dije ayer de seguir siendo amigos.

Noté cómo ella se alejó y me miró. —Guido, un tiempo, por favor. Tengo que aclarar mi cabeza. Guido, me encanta cuando garchamos, pero no quiero nada más. —dijo ella y suspiré.

—O sea, ¿vas a venir conmigo solo a coger?

—No, me estoy tomando de prioridad, yo primero y después vemos.

—Bueno, está bien... pero me das un pico, por lo menos.

—No... —sonrió ella y fue a la cocina.

—O sea, hasta ayer estabas mal por mí, te garché y ahora sos otra persona, muy alegre. —La agarré de la cintura. Bueno, si no hubiéramos garchado, la trataría como una amiga más, pero... siempre yo actuaba así, muy pegadizo.

—Mm... creo que lo pensé y sí, me gustaría que volviéramos a estar juntos, mm... pero a cambio de algo. —Me miró y yo sonreí.

—¿Qué cosa? Sos muy vueltera, vos, querida.

—Que bloquees a todas las "gatas" y yo ser tu prioridad.

La apoyé en la mesada y la abracé por la cintura. Me apoyé en su pecho y sonreí. Creo que esto era lo que me faltaba; me faltaba afecto. Me volvía la persona más estéril del mundo sin afecto. Y se notaba que Lucía no se sentía nada incómoda.

—Volvé a casa, porfi. —Supliqué y ella negó.

—Tengo departamento nuevo; con Gastón la vimos y es hermosa.

—¿A cuánto está de acá tu nuevo departamento?

—Media hora, corazón. —Hice pucherito.

—Estás muy lejoooooosss—dije.

—A ver si entendí: ayer quedamos como amigos, anoche garchamos y hoy estamos volviendo como novios, ¿no?

—Mm... espera. —Me separé del abrazo y me arrodillé a suplicar. —Lucía Falcón, ¿puedo ser tu novio? —pregunté y ella se tiró encima mío.

—Sí—dijo mientras me besaba y yo me reía. No puede ser que seamos tan bipolares y que un día estemos para el culo y al otro volvamos. Pero bueno, todos alguna vez volvimos con algún ex, con el que nunca hizo nada malo o... en otros casos, CONOZCO A UNAS CUANTAS QUE VUELVEN CON ALGÚN EX INNOMBRABLE Y QUE SON HIJOS DE MIL PUTA.

𝐥𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 𝐫𝐨𝐜𝐤. || 𝐠𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐚𝐫𝐦𝐢𝐝𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora