POV LUCÍA
Flashback
Bahía Blanca. 📍
Estábamos a punto de volver, pero con Guido teníamos un plan: antes de viajar, íbamos a ir a la playa a ver el amanecer.
El amanecer es una de las cosas más hermosas que podes ver. Llegamos una hora antes con Guido, preparamos las reposeras y nos sentamos en la arena, con el viento golpeando nuestras caras y nuestros cabellos moviéndose con él. Guido estaba preparando el mate y yo iba cebando. Poco a poco, comenzamos a ver cómo el cielo se iluminaba, aunque aún no había rastro del sol.
Con Guido nos levantamos y empezamos a sacarnos fotos juntos. Ninguno hablaba, pero ese silencio se apreciaba tanto porque estábamos enfocados en el amanecer.
Hasta que vimos el sol, sonreí y empecé a sacar fotos poco a poco. Guardé mi celular y miré cómo el sol salía lentamente. Sentí unos brazos rodear mi cintura, y era Guido abrazándome por detrás.
Apoyó su cabeza sobre la mía. —Te amo, Lu —dijo él, y sonreí.
—Te amo más... —le respondí. —Quiero que estemos siempre juntos, toda una vida juntos. Vos... vos fuiste mi primer amor, mi primera vez en todo. Te amo con todo, Guido. Te aprecio tanto. Estoy tan feliz de haberte cruzado ese día en la Bresh. Estoy tan feliz por cómo el destino nos cruzó. Vos me das tranquilidad, me haces sentir segura. Me da igual mi alrededor; me importas vos y siempre me vas a importar. Sos lo más preciado que tengo en esta vida. Cada abrazo tuyo, cada beso tuyo, cada momento con vos me hace sentir más viva. Sos la alegría de mi vida. Por más meses juntos.
Guido sonrió y se dio vuelta; estábamos frente a frente. Verlo a él, y cómo el sol comenzaba a iluminarlo, cómo los rayos del sol iluminaban sus rulos rubios.
—¿Sabes cómo nos imagino? En una casa, con un wacho corriendo por todos lados, porque estoy seguro de que serías una excelente madre. ¿Sabes cómo imagino nuestra boda? Vos con un hermoso vestido blanco, con un hermoso ramo de flores. No me quiero casar por iglesia; quiero que sea en un ambiente abierto, en una quinta enorme, con árboles hermosos a su alrededor.
Sonreí y empujé a Guido a la arena, sentándome arriba de él.
—Me vas a matar de tanta dulzura —sonreí y empecé a besar su cara mientras él reía.
—¿Vamos, mi vida, a casa ya? Que dentro de poco vamos a Bolivia. Dale, así cuando volvamos de la gira, compramos lo necesario para que estés cómoda en mi departamento —dijo él, y yo me separé, lo ayudé a limpiarse y a sacarse la arena.
—Yo estoy segura de que serías un buen padre. No importa si es niña o niño; estoy segura de que serías un protector y estarías pendiente veinticuatro siete de la criatura —sonreí.
—Un futuro a tu lado, o nada —agarró mi mano y fuimos directos al auto.
Fin del flashback.
Después de haberme ido de ese lugar, andaba por el hotel con la Smirnoff en la mano. Tomaba sorbos algo largos; el vodka era lo que más amaba en el mundo. Te dejaba hecha mierda y dada vuelta, pero por alguna razón era mi adicción, al lado del cigarro, claro. Llegué a la habitación de Gastón y me senté en la cama mientras tomaba de a poco. Extrañaba a Guido, lo extrañaba, pero no; él me engañó y eso me lo pasaba todo el tiempo en la cabeza.
Unos minutos después apareció Gastón. Sonreí levemente.
—Mañana Colombia, cuti, ¿qué pensás, eh? —dije mientras me paraba con la botella y le tiraba un poco de vodka en la remera.
Gastón rió y me miró. —Uuh, estás en una, qué loca de mierda —seguía riéndose y agarró la botella, tirándome un poco de vodka en la remera. Me reí y le robé la botella para tomarme todo lo que quedaba.
—Bueno, no podemos dormir empapados —dije, y él asintió. Se sacó la remera y, no quiero ser atrevida, pero el cuerpo que él tenía... bueno, ya está, Lucía, qué pajera, era tu cuñado... ERA. En pasado. No basta, Lucía, estás en un pedo, me decía a mí misma mentalmente. Me quité la remera y me estiré hasta mi bolso, buscando una remera.
En eso, se escuchó que golpeaban la puerta. Lo miré a Gastón y él fue a abrir así como estaba, en cuero.
Veía porque me estaba dando curiosidad, y era Guido.
Lo vi entrar, susurrando cosas, y luego se fue. Gastón cerró la puerta y se acostó en la cama.
—Qué pendejo pelotudo, no me lo banco —dijo Gastón. Yo agarré una remera y me la puse.
—¿Por qué? —dije mientras me acostaba también y me daba vuelta para mirarlo.
—Nada, ya está, déjalo ahí. Vos y yo sabemos que es un pelotudo ese tipo.
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Los del hotel en Colombia fueron unos hijos de puta al no dejarme cambiar la habitación. Resulta que la habitación que me habían designado era la única disponible con cama matrimonial. ¿Qué quiere decir eso? Que mi nombre estaba anotado en esa habitación con Guido, mientras que las demás habitaciones registradas para Pato, Gastón, Rache y Marcos eran camas individuales. Significaba que tenía que dormir con Guido.
Llegamos a la habitación, dejé la valija y me acosté en la cama. No quería verlo, no quería ni siquiera tenerlo al lado, todo porque los hijos de puta del hotel no querían cambiar el nombre de Guido por el de Gastón. Sentí un peso en la cama y era Guido que se había acostado.
No hablamos nada, pero sabía que él iba a aprovechar la oportunidad de hablar.
—¿Podemos hablar? —dijo Guido, y negué.
—No. Ahora, permíteme ir al baño. —No estuvimos mucho tiempo acostados, aunque nos estábamos dando la espalda en la cama. Fui al baño y empecé a llorar. Trataba de llorar en silencio, pero no pude. Seguramente él me estaba escuchando llorar. Después de un rato, me limpié la cara y vi cómo Guido agarró sus cosas.
—Cambié habitación con Gastón —dijo él y se fue.
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Cuando estábamos abajo en la recepción, preparando para ir al festival, fui donde estaba Guido y toqué su hombro. Él se dio vuelta y sonrió.—¿Me perdonaste? —dijo él, y yo lo miré con mi peor cara de orto.
—Soy bastante grande, no necesito que me defiendas. Aunque el tweet tenía bastante razón, no te soporto más. Ni aunque me defiendas te voy a perdonar, así que anda a chuparte alguna pija por allá y déjame en paz —dije y me fui con Rache.
Ella me miró.
—Decime la verdad, Lucía, ¿vos lo extrañas? —me preguntó la pelirroja, mirándome.
Suspiré.
—Me duele tener que tratarlo así, tratarlo tan para la mierda. ¿Sabes qué extraño? Estar todo el tiempo juntos. Me alejé muy de golpe. Extraño sus besos, sus abrazos, extraño todo de él. Pero soy una cornuda de mierda y lo mejor que puedo hacer es seguir adelante y no estancarme acá —dije, y Rache me abrazó.
—Hay más hombres en el mundo, él no es el único...
Sonreí y correspondí. Tenía razón. Él no es el único y tenía que empezar a darle bola a otro.
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𝐥𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 𝐫𝐨𝐜𝐤. || 𝐠𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐚𝐫𝐦𝐢𝐝𝐨
أدب الهواة"𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐚𝐫𝐝𝐞𝐫 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐮𝐧 𝐜𝐢𝐠𝐚𝐫𝐫𝐢𝐥𝐥𝐨." "𝐲 𝐝𝐞𝐣𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐬𝐨𝐥𝐚 𝐬𝐢𝐧 𝐧𝐚𝐝𝐚.."