Veamos, veamos. Itachi es más bien un hombre tradicional, aunque le gusta darle un toque picante a las cosas de vez en cuando; no es aburrido, ni mucho menos. Disfruta más de las cosas más simples de la vida. Así que cuando su pareja lo acorrala para bailar, otra vez. Es terriblemente... tímido. Intrigado, pero, Dios mío, esta maldita chica le estaba haciendo cuestionar su cordura.
La forma en que lo agarró de la solapa de la camisa y lo arrastró para sentarlo en una silla plegable ya le había calentado el rostro. Itachi es muy tierno cuando esconde sus emociones. Eso hizo que esos pequeños momentos lascivos fueran más preciosos para ella. Que un hombre adulto actuara como si no hubieran estado follando durante la mayor parte de un año.
Ella le quitó la cinta del pelo y se la recogió en un moño. El menú de hoy era muy atrevido y olía a sangre, sexo y alcohol. Bueno, en realidad no. Pero tenía mucha energía y lo poseía con solo una mirada. Su bata se deslizó hasta el suelo y el atuendo que llevaba debajo era demasiado inapropiado para su gusto.
Pero le gustó . Tanto que pasó las manos por encima, deslizó dos dedos a cada lado bajo las tiras de la liga y las hizo chasquear. Probó el fino material bajo sus dedos antes de volver a mirarla a los ojos.
—Me gusta. —Itachi sonrió y luego se enojó inmediatamente cuando ella lo apartó de un manotazo.
—Bien. Puedes tocarme, pero con los ojos ... —Sí, señora, no se necesitan más instrucciones. Los orbes negros se convirtieron en perlas rojas alimentadas por el deseo.
Itachi sabía que si realmente quería, podría tomar ese acto suyo y apoderarse de él. Llevarlo más allá de los sueños más salvajes de cualquier mujer. Aunque a él realmente le gustaba ser el público en esas situaciones y no siempre el maestro de ceremonias. Si ella quería montar un espectáculo, Itachi se comportaría. Por ahora... o no.
Culo abajo, boca arriba. Primero se extendió para él en el suelo. Se sentó en su regazo y se presionó contra su erección.
—¿Ya está así de duro? —Bueno, ¿sí? ¿Qué esperaba cuando la delicada prenda de lencería no dejaba nada a la imaginación? Las tiras de la liga se tensaron sobre sus muslos cuando inclinó su trasero sobre su labio. Si él le robaba un beso, ella no lo reprendía.
—Déjame ver... —Una sonrisa diabólica se extendió por sus labios.
Itachi se sentó, se desabrochó el cinturón y sacó su pene. Se acarició lánguidamente unas cuantas veces antes de que ella se sentara entre sus piernas y le lamiera el pene. Chupó la punta entre sus labios y luego lo introdujo en el fondo de su garganta. Sus ojos nunca dejaron esa boca perfecta.
"Siéntate ahí", exhaló las palabras rápidamente.
Ella negó con la cabeza y le hizo más gárgaras. Itachi gimió y se agarró el pelo. Pasó la lengua por la sensible punta y la arrastró hasta la base de su miembro. Lo trabajó con las dos manos mientras su boca acunaba sus testículos. Él inclinó la cabeza hacia atrás, con la boca abierta mientras ella los chupaba suavemente y tiraba de ellos ligeramente con los labios. Cuando el pulso en su pene se aceleró, recuperó el control. Junto con las opciones.
—¿En mi boca o en mi cara? —La lengua afuera, el suave arrullo de su voz solo aceleró su mano. El sharingan giró frenéticamente bajo los párpados entrecerrados.
—En tu cara. —Él dejó escapar un suave gruñido, bombeó su polla rápidamente y luego lentamente de nuevo justo cuando llegó al orgasmo. Su calor cubrió su rostro como un rociador.
Ella siempre fue hermosa, no más divina cuando estaba así. Cubierta de su sedoso semen. Itachi le limpia un poco del rabillo del ojo antes de inclinarse para besarla.
—¿Tal vez la próxima vez hagas esto por mí? —La risa estruendosa que salió de su boca hizo que la claridad del poste golpeara más fuerte de lo habitual.
'Tal vez.'
