21: Estoy aquí... Siempre estaré aquí.

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Narra Draco

No importa cuánto le pida a Angie que no se meta en problemas, siempre encuentra la manera de hacerlo igualmente. Su mano se veía cada vez peor, tanto así que agradezco que el idiota de Nott la haya curado cada vez. Estoy segura de que ya se sabría el camino a la oficina de Umbridge de memoria; no es para menos, cada clase era un enfrentamiento entre ambas. Recuerdo una vez en la que Angie ni siquiera dijo nada, sino que simplemente suspiró fuerte cuando Umbridge le pidió que se siente correctamente. Sigo sin entender la parte difícil de obedecer lo que había que hacer, ¿por qué siempre tenía que mostrarse fuerte y desafiante? ¿Por qué no podía simplemente comportarse? ¿Por qué debía siempre tener la última palabra?

La respuesta a todas esas preguntas era la razón por la que ella me gustaba tanto.

Toda la frustración que podía sentir por verla comportarse de esa manera quedaba anulada frente a la preocupación que me generaba verla lastimada, no importa cuánto se lo buscara. Tampoco me importaba tanto que provocara a Umbridge y la sacara del salón, porque cada vez que lo hacía, Angie me miraba al salir, ya sea para burlarse de Umbridge o para simplemente sonreírme... Aún recuerdo la vez que, luego de una discusión con Umbridge sobre el abuso de autoridad, Angie me lanzó un beso mientras se iba, sonriendo, triunfante. Todas esas cosas me hacían pensar que estaba cerca de ganarme su perdón en algún momento, o, por lo menos, poder estar cerca de ella otra vez.

Sin embargo, día a día crecía mi curiosidad sobre lo que estaba haciendo entre las clases. Muchos de los estudiantes de las distintas casas pasaban mucho tiempo sin siquiera ser vistos por los pasillos de la escuela, y, por supuesto, entre todos ellos también estaba ella, pero también Potter, algo que no me generaba tranquilidad en lo absoluto. Había intentado preguntarle a Nott; sin éxito, claro está.

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– ¿Sabes algo de Rasmüssen?
– ¿Yo? – preguntó sin alzar la mirada de su libro – ¿Por qué crees que te diría algo de ella si lo supiera?
– Vamos, Nott, no compliques aún más las cosas.
– Yo no estoy complicando nada, Malfoy – dijo cerrando su libro con violencia – si hubo alguien quien arruinó las cosas con ella, fuiste tú. No tengo nada que hablar contigo.

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El señor Filch, aquel vigilante squib que Hogwarts tenía hace tantos años, le había dicho a Umbridge que vio a varios estudiantes ingresar por una puerta ubicada en el séptimo piso, pero, al ir a ver, la puerta nunca estaba. Llegué a pensar que el viejo estaba loco, pero Umbridge nos había pedido acercarnos a él y vigilar los alrededores de la zona.

Acaso...

¡La sala de menesteres! ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

Había sugerido a Umbridge que lo que sea que Potter y los demás estuvieran haciendo, lo descubriríamos en la sala de menesteres, y que yo podía indicarle cómo llegar.

Finalmente, estábamos frente a la pared donde su puerta se manifiesta.

– Es aquí – dije feliz por lo que acababa de descubrir – aquí deben estar Potter y sus amigos.

Luego de que la puerta apareciera frente a nosotros, Umbridge sonrió y me dirigió una expresión de satisfacción.

– ¡No sabe el bien que le ha hecho a esta escuela, señor Malfoy! Su padre estará orgulloso de esto.

De pronto, la profesora apuntó su varita a la puerta, haciendo un hechizo para derribarla y ver así el interior de la sala. Estaba completamente seguro de que lo que Potter y los demás estuvieran haciendo, lo veríamos aquí dentro...

𝐔𝐧 𝐦𝐢𝐥𝐥ó𝐧 𝐝𝐞 𝐫𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬 [Draco×OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora