41: BATALLA DE LOS SIETE POTTERS ⏃

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Narra Ángeles

Los días habían pasado desde aquella reunión y no había visto a Draco desde entonces, lo cual era irónico, porque las reuniones con los mortífagos eran en su mansión, pero no siempre él estaba presente. Voldemort había dicho varias veces que los Malfoy le eran ahora irrelevantes y que habían perdido su estatus, y que no le servían más que para usar su casa. Además, siempre mencionaba a lo que pasaba entre Draco y yo, dando a entender que la cobardía de Draco era notoria y que eso podría interferir con el éxito de sus planes.

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La sala estaba repleta de mortífagos. En la cabecera de la mesa, Voldemort estaba en su trono. Sus ojos, rojos y penetrantes, observaban a todos mientras debatían cómo debían emboscar a Harry y sus amigos, preguntándose dónde irían. Ángeles miraba hacia todos lados, confundida, preguntándose dónde estarían los Malfoy, por lo que aprovechó un silencio para preguntar.

– ¿Y los Malfoy? – preguntó, intentando sonar indiferente.

La boca de Voldemort se curvó en una sonrisa serpentina.

– Ah, los Malfoy... – dijo, su tono lleno de desdén – ellos ya no tienen nada que ofrecerme. Han perdido su estatus, su relevancia. Lucius... y su cría cobarde.

Las risas bajas de algunos mortífagos no se hicieron esperar. Ella se sintió irritada, pero no podía demostrarlo. Rookwood fue el primero en romper el silencio con una risa burlona.

– Qué sorpresa, ¿verdad? El gran Lucius Malfoy, un fracaso total.

Yaxley soltó una carcajada ronca.

– Y su hijo... Enamorado de la heredera de Rasmüssen – su voz cargada de ironía – casi puedo verlo, el pobre niño Malfoy, tan débil como su padre.

Ángeles se mantuvo impasible, aunque las palabras le provocaron una mezcla de desprecio y rabia. Thorfinn Rowle se unió al coro de risas y fue el siguiente en tomar la palabra.

– Una verdadera lástima. Tan cobarde como su padre. Lo único que nos faltaba, un Malfoy enamorado. – escupió la palabra "enamorado" como si fuera algo asqueroso.

Voldemort alzó una mano, pidiendo silencio, pero su mirada se fijó en Ángeles con una especie de diversión cruel.

– La debilidad, Ángeles, está en su sangre. Draco no solo es inútil para mis propósitos en este momento... Es una amenaza – dijo casi como si fuera un chiste, algo en lo que podía deleitarse – no quiero interferencias de alguien tan... Emocionalmente implicado, si entiendes a lo que me refiero.

Dolohov lanzó otra risotada.

– ¿Emocionalmente implicado? ¡Es como un niño perdido!

Ángeles se sintió incómoda ante la mirada de todos y las burlas constantes, esperando a que ella reaccione o diga algo. La rabia se agitaba dentro de ella, quien ya podía sentir la picazón en las manos típicas de cuando se enoja y su magia comienza a salir de su control, pero antes de que alguien pudiera decir algo más, la voz fría de Snape cortó el aire.

– Silencio.

Su orden cayó como un hachazo, y por un momento, el cuarto se llenó de tensión. Los mortífagos se callaron, aunque algunos aún sonreían entre dientes, mientras Voldemort inclinaba la cabeza hacia Snape, complacido.

– Ah, sí... Silencio – dijo Voldemort, burlón – dejemos que Ángeles piense en su joven admirador.

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𝐔𝐧 𝐦𝐢𝐥𝐥ó𝐧 𝐝𝐞 𝐫𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬 [Draco×OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora