37: Estás loco, Malfoy (fiesta de navidad de Slughorn)

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Narra Ángeles

Mientras me observaba en el espejo de mi habitación, podía sentir los nervios apoderarse de mí. Había elegido un atuendo algo jugado, debo admitirlo: un vestido negro, algo ajustado, con mangas largas y cuello alto. No podía negarlo, buscaba verme atractiva. Sin embargo, la gente en Europa parecía tener más pudor a la hora de vestirse, y, aunque me era indistinta la vestimenta de los demás, sí tenía miedo a veces de que las personas me juzgaran por mi apariencia. Recuerdo esa vez en Castelobruxo cuando a mis 13 años decidí cortarme el cabello "corto como un chico" (fue lo que le pedí a mi madre) y las burlas que recibí de algunos al verme...

Sin embargo, en este momento tenía la apariencia que quería tener: una joven poderosa que podría meterte un buen puñetazo si quisiera. Debía mostrar seguridad. Lo que estaba en juego no era algo pequeño: estaban en juego nuestras propias vidas y toda la información que pudiéramos tener esta noche podría sernos de ayuda. Ya tenía algo de información: los objetos pueden ser maldecidos y la magia oscura va más allá de los límites de la vida y la muerte. Tal vez algo de eso podría servirnos para saber qué hacer con Dumbledore. Sinceramente, la idea de que él tuviera que morir me aterraba mucho, no sé, Dumbledore era muy polémico, es cierto, pero no era una mala persona en lo absoluto. Había sido muy amable conmigo en su momento, pero entendía que, si no hacíamos esto, los que moriríamos seríamos nosotros. Mi vida para mí ya no tenía tanto valor como la de Draco. Yo había hecho cosas horribles, pero él no, él aún podía salvarse. Él no era el monstruo que pensaba que era...

– ¿Qué piensas, Theo? – dije haciendo distintas posiciones para que él pudiera ver cada ángulo de mi vestido.

Theo se levantó de mi cama, alzando la mirada de su libro, y se paró frente a mí, con la mano en su mentón, en un gesto pensativo para luego comenzar a mirarme de arriba a abajo.

– Te ves increíble, Angie – respondió con una sonrisa, algo sonrojado – no necesitas preocuparte tanto, tú eres linda de todos modos.

– No lo sé – respondí viendo cómo se sonrojaba cada vez más – quiero que todos sepan quién soy al verme, después de todo, habrá mucha gente importante ¿no? Además, quiero verme a la altura de Draco, no sé, es importante que me vea por fin de otra manera, con otros ojos, si entiendes a lo que me refiero...

– Angie, por favor – dijo acomodando el cabello que caía por mi frente – tú eres tú, sólo por ti, no por la opinión de Malfoy ni la de nadie más, ni siquiera la mía en este momento – sonrió – no deberías buscar todo el tiempo su aprobación de él basándote en tu apariencia.

– Lo sé – respondí forzando una sonrisa, mirando hacia el suelo – es que estoy un poco nerviosa... Es la primera vez que no me veré como un monstruo ante los demás, ¿sabes? Cargar la herencia de los Rasmüssen no es precisamente algo fácil de llevar...

– No deberías estar nerviosa, Angie. Eres una Rasmüssen y él es solo un chico – dijo como si me estuviera regañando, pero tomando mis manos entre las suyas – espera, ¿estás usando el anillo de Malfoy? Eso es nuevo, ¿desde cuándo? No lo había notado, ya no me cuentas nada – dijo riendo.

– Larga historia, Theo – reí – y sé que Draco es un chico, pero es el chico, ¿comprendes? – dije soltándome de sus manos para observar (por millonésima vez) mi delineado – Quiero verme presentable... Theo, ¿estás bien? – pregunté al notarlo cabizbajo a través del espejo.

– Sí, sólo algo molesto porque creas que lo que más importa es cómo te ve Malfoy y no cómo te sientes tú – dijo esbozando una pequeña sonrisa – te ves bien, no seas tonta. Estoy seguro de que todos quedarán deslumbrados, ¿no crees? ¿cómo te sientes tú?

𝐔𝐧 𝐦𝐢𝐥𝐥ó𝐧 𝐝𝐞 𝐫𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬 [Draco×OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora