𝟝𝟘: 𝔽𝕀ℕ𝔸𝕃.

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No sabía si lo que había pensado funcionaría.

Quiero decir, ¿bloquear el hechizo asesino? ¿De verdad? ¿Salido de la varita de saúco?

Podía volar.

Podía manejar los elementos, algo que había aprendido sola, aquel año en Castelobruxo.

Tenía la habilidad de la legeremancia, algo que desarrollé del todo gracias a Voldemort. Irónico, ¿no?

Podía ver auras, algo que entendía que algunos muggles podían hacer, aunque aún no había conocido a otro mago que pudiera, o que quisiera confesarlo al menos.

¿Pero bloquear una maldición asesina?

Tenía que intentarlo. Si salía bien, sería un milagro.

Si salía mal... Moriría.

Sería libre.

Habría dado mi vida por algo más grande que yo.

Una muerte heroica, ¿no?


Sin embargo, contra todo pronóstico, lo logré.

Estaba bloqueando la maldición asesina con un rayo de magia caótica salido directamente de mi mano derecha.

Podía sentir todos mis músculos doler ante la fuerza que estaba haciendo. Mi nariz empezó a sangrar junto a mi boca, aunque trataba de tragarla y que no se notara. Mi cabeza explotaba como si tuviera migraña, aquellas para las que papá tantas medicaciones distintas había probado.

Nada de eso importaba.

Voldemort lucía una mueca de ira y asombro, no parecía entender lo que estaba pasando. Sus ojos rojos se clavaron en mí, como si intentara comprender cómo alguien como yo había logrado desafiar la inevitabilidad de su hechizo.

- ¡Imposible! - lo oí decir con furia contenida - ¿¡Cómo te atreves!? ¿¡Cómo te atreves a desafiarme!? ¡Una simple niña!

La presión de la varita aumentó con el resplandor verdoso de la maldición asesina volviendo a crecer, más furioso que antes, como si quisiera arrancarme la vida de un solo golpe. Pero yo ya estaba demasiado cerca del borde para retroceder. Mi cuerpo temblaba con el esfuerzo, pero mi voluntad era más fuerte. No me hubiera molestado morir, pero, como siempre dije, no moriría sin pelear.

Grité, sin poder evitarlo, cuando sentí que la maldición comenzaba a desviarse, a perder fuerza, hasta que, al fin, con un grito sordo y dolorido, la maldición se desvió hacia un lado, chocando con el aire vacío.

Voldemort se quedó en silencio con su varita aún levantada, pero la expresión en su rostro era algo que no podría describir. Algo entre asombro, ira y quizá, por un segundo, miedo.

Yo no tenía fuerzas para nada, ni siquiera para sostenerme en pie o respirar. La sangre de mi nariz seguía cayendo mientras sentía la de mi boca acumularse. Estaba muy mareada. La pérdida de sangre había sido demasiada, tal vez...

Sabía que era ahora o nunca.

- ¡Potter! - grité arrojando mi varita a Harry.

Harry abrió los ojos y se soltó del agarre de Hagrid, agarrando mi varita.

Al ver eso, tomé a Draco de la mano para aparecernos en la torre de astronomía.

Al llegar ahí, mi cuerpo se debilitó aún más y sentí como caía, mientras todo se ponía negro.


Narra Draco

No podía ser.

No podía estar pasando.

𝐔𝐧 𝐦𝐢𝐥𝐥ó𝐧 𝐝𝐞 𝐫𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬 [Draco×OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora