19.- Ecos del corazón

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La caverna permanecía iluminada por la luz del "Corazón de Fontaine", pero la atmósfera se había calmado tras la conclusión de la prueba. El juicio de la Guardiana había sido superado, y aunque Furina y Arlecchino habían salido triunfantes, sabían que este solo era el principio de lo que les aguardaba.

Jean, Zhongli, Clorinde y Diluc, aún ocultos en las sombras, observaron en silencio. El resplandor azul bañaba sus rostros mientras intentaban procesar lo que acababan de presenciar. Ninguno de ellos esperaba que Arlecchino rechazara el poder del "Corazón". Las tensiones habían sido altas, pero el resultado fue inesperado, incluso para aquellos que conocían a Furina mejor que nadie.

-Increíble, -murmuró Jean, incapaz de apartar los ojos de Arlecchino-. Lo ha dejado. No tomó el poder cuando tuvo la oportunidad.

Zhongli, quien había mantenido su compostura serena, asintió. -Parece que Arlecchino es más compleja de lo que habíamos asumido. Esta alianza tiene más profundidad de la que pensábamos.

Clorinde, con los brazos cruzados, miró a Jean de reojo. -Pero esto no significa que podamos confiar plenamente en ella. Sigue siendo una Heraldo de los Fatui. Sus intenciones podrían cambiar en cualquier momento.

-Lo sé, -respondió Jean, su expresión endureciéndose-. Pero ahora no podemos darnos el lujo de dudar. Lo que hemos visto aquí es un acto de fe entre ellas. Quizás... debemos hacer lo mismo.

Diluc observó en silencio a Arlecchino y Furina, pero no podía sacudirse la desconfianza. -Aún así, no debemos bajar la guardia. Arlecchino ha demostrado ser astuta. Un solo error, y podríamos estar perdidos.

[...]

En el centro de la caverna, la luz del "Corazón de Fontaine" comenzó a disminuir lentamente, dejando que las sombras volviesen a rodear la fuente. Furina miró a Arlecchino con un leve toque de asombro en sus ojos, incapaz de creer lo que acababa de suceder.

-Realmente... lo dejaste, -dijo Furina en voz baja, su sorpresa evidente-. Podrías haberlo tomado, pero no lo hiciste.

Arlecchino sonrió suavemente, pero había una tristeza oculta en su expresión. -Te dije que demostraría mi valía de otra manera. No necesito el "Corazón" para saber quién soy.

Furina sintió una mezcla de emociones revolviéndose en su interior. Por un lado, estaba aliviada de que Arlecchino no hubiera traicionado su confianza, pero por otro, no podía dejar de preguntarse si esta nueva faceta de la Heraldo era auténtica.

-Quizás... he estado equivocada contigo, -admitió Furina, con una voz apenas audible-. O tal vez, simplemente, hay más en ti de lo que pensé.

Arlecchino no respondió de inmediato, pero cuando lo hizo, su tono fue más suave de lo habitual. -Todos llevamos máscaras, Furina. Algunas más obvias que otras. Tal vez, lo que has visto aquí es una parte de mí que ni siquiera yo había entendido por completo.

Las palabras de Arlecchino resonaron en la mente de Furina mientras ambas permanecían en silencio frente al "Corazón". Habían cruzado un umbral en su relación, pero la incertidumbre aún flotaba en el aire. ¿Podrían realmente confiar la una en la otra? ¿O estaban condenadas a seguir siendo rivales en un juego más grande de lo que podían controlar?

[...]

Desde las sombras, Jean respiró profundamente y salió al descubierto, seguida por Zhongli, Clorinde y Diluc. El eco de sus pasos rompió el silencio de la caverna, atrayendo la atención de Furina y Arlecchino.

-¿Están bien? -preguntó Jean, su mirada alternando entre Furina y Arlecchino, como si intentara descifrar si había algo oculto detrás de lo que acababan de presenciar.

Furina asintió, aunque aún parecía sumida en sus propios pensamientos. -Lo estamos, Jean. Hemos pasado la prueba. Y Arlecchino... -Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas-. Arlecchino ha demostrado ser digna de confianza, al menos por ahora.

Jean miró a Arlecchino con cautela, pero no dijo nada. Su lealtad a Furina era inquebrantable, y si Furina estaba dispuesta a confiar en la Heraldo, entonces Jean también lo haría, aunque con reticencia.

Zhongli observaba todo con su característica calma. -Lo que hemos presenciado aquí es significativo, pero debemos recordar que aún hay muchas fuerzas en juego. El "Corazón de Fontaine" puede haber aceptado su sacrificio, pero hay preguntas sin respuesta. ¿Qué propósito tiene realmente este artefacto?

Furina frunció el ceño, mirando de nuevo al cristal flotante. -El "Corazón" es poderoso, pero no puedo evitar sentir que aún no hemos comprendido completamente su naturaleza.

Arlecchino, con los brazos cruzados, añadió, -Si este artefacto es tan antiguo como parece, su propósito podría ser mucho más complicado de lo que creemos. Tal vez no se trata solo de poder, sino de algo más... algo que aún no hemos descubierto.

Clorinde, siempre pragmática, intervino. -Sea lo que sea, debemos asegurarnos de que no caiga en manos equivocadas. Los Fatui no se detendrán, y Fontaine sigue en peligro.

-Tiene razón, -dijo Jean, volviendo a su tono de liderazgo-. Debemos proteger el "Corazón" a toda costa. Pero también debemos decidir qué hacer con él. ¿Lo llevamos a un lugar seguro o lo dejamos aquí?

Zhongli, con una mirada reflexiva, ofreció una sugerencia. -El "Corazón" ha estado aquí por siglos, protegido por la Guardiana. Sacarlo de su lugar podría desatar consecuencias imprevistas. Quizás lo mejor sea dejarlo donde está, al menos por ahora.

Furina asintió, aunque aún parecía indecisa. -Debemos tomar la decisión correcta. Pero primero... debemos descansar. Ha sido un día largo y agotador.

Jean miró a su amiga con simpatía. -De acuerdo. Descansemos y recuperemos fuerzas. Luego, discutiremos nuestros próximos pasos.

[...]

Mientras el grupo se preparaba para dejar la caverna, Furina se quedó un poco rezagada, observando el "Corazón de Fontaine" con una mezcla de curiosidad y reverencia. Sentía que su conexión con el artefacto era más profunda de lo que podía expresar. Algo dentro de ella la impulsaba a quedarse, a entender más sobre el poder que emanaba de ese lugar.

Arlecchino, notando que Furina no la seguía, se acercó a ella en silencio. -¿Estás bien?

Furina la miró de reojo, asintiendo lentamente. -Solo... siento que esto no ha terminado. Que hay más de lo que hemos visto.

Arlecchino se acercó un poco más, su tono más suave que de costumbre. -Entonces, cuando llegue el momento, descubriremos la verdad. Juntas.

Furina sonrió levemente ante las palabras de Arlecchino. Sabía que la relación entre ellas estaba lejos de ser simple, pero en ese momento, sintió que tal vez, solo tal vez, podían encontrar un camino en común.

-Sí, -respondió finalmente-. Juntas.

Sombras y aguas profundas | ArlefuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora