33.- La batalla comienza

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El aire en Fontaine se cargaba de tensión. Los cielos, que antes brillaban con el resplandor del agua y la luz natural, ahora estaban oscuros, cubiertos por una atmósfera densa y pesada. A lo lejos, las fuerzas de los Fatui comenzaban a movilizarse, preparándose para lanzar su ofensiva final contra la ciudad.

En las murallas de Fontaine, Jean, Clorinde, y Arlecchino organizaban a los defensores, preparándose para lo inevitable. Los soldados estaban tensos, pero determinados a defender su tierra. Mientras tanto, en el corazón del palacio, Furina y Venti se encontraban en la cámara del "Corazón de Fontaine", discutiendo los siguientes pasos.

—No tenemos tiempo que perder, —dijo Furina, su voz firme pero cargada de preocupación—. Si los Fatui atacan ahora, necesitamos asegurarnos de que el "Corazón" no caiga en sus manos. Pero sin el poder de los otros Arcontes, no podemos restaurar el sello.

Venti asintió, sus ojos fijos en el "Corazón", que continuaba emanando su luz azulada. —Zhongli debería estar cerca. El viento me ha traído noticias de que está en camino. Pero debemos resistir hasta que llegue.

—No podemos esperar a que el Arconte Geo lo haga todo, —respondió Furina, mirando a Venti con una intensidad que dejaba claro el peso de su responsabilidad—. Fontaine es mi nación. No permitiré que la destruyan mientras me quede una gota de poder.

Venti sonrió con un toque de admiración. —Esa es la actitud que necesitamos. Pero no puedes hacerlo sola. Y aunque todavía no lo hayas pedido, estoy aquí para ayudar.

En ese momento, Jean irrumpió en la cámara, su rostro serio. —Las fuerzas Fatui ya están en las afueras de la ciudad. Están posicionándose para atacar desde varios frentes.

Clorinde, que estaba junto a ella, añadió: —Nuestros soldados están listos, pero los números de los Fatui son abrumadores. Tienen a varios heraldos entre ellos, y su poder puede hacer caer nuestras defensas si no actuamos rápido.

Furina cerró los ojos por un momento, buscando una respuesta. Sabía que la batalla sería dura y que no podían ganar solo con fuerza física. El "Corazón" seguía vibrando con poder, pero no podían arriesgarse a usarlo sin restaurar primero el sello.

—Entonces no tenemos más opción, —dijo Furina, abriendo los ojos con determinación—. Debemos hacer todo lo posible por proteger el "Corazón" y ganar tiempo hasta que Zhongli llegue. Jean, Clorinde, organicen las defensas y prepárense para el ataque. Arlecchino, necesito que utilices tus contactos dentro de los Fatui para retrasar sus movimientos.

Arlecchino asintió con una sonrisa sombría. —Ya lo tengo todo planeado. Algunos dentro de las filas de los Fatui no están contentos con la manera en que se han manejado las cosas. Si logramos sembrar suficientes dudas, podrían dudar justo en el momento clave.

Jean se inclinó ante Furina, su confianza inquebrantable. —No dejaremos que caigan las defensas, mi señora. Haremos lo que sea necesario.

Clorinde, siempre imperturbable, añadió: —Cuenten con nosotros para detener el avance en los frentes. Defenderemos cada pulgada de Fontaine.

Furina asintió, satisfecha de tener a aliados tan fuertes a su lado. —Vayan. Yo me quedaré aquí para asegurar que el "Corazón" esté protegido.

Venti dio un paso al frente, su semblante más serio que nunca. —Y yo también me quedaré. Puede que no parezca gran cosa, pero los vientos de Mondstadt tienen formas interesantes de detener a los invasores.

Furina lo miró con una mezcla de sorpresa y gratitud. Aunque no sabía todo sobre el bardo, había algo en su presencia que la hacía sentir que las cosas podían mejorar. —Gracias, Venti. Sé que hay más en ti de lo que dejas ver.

Venti sonrió de lado, inclinando levemente la cabeza. —Los secretos son más divertidos cuando se revelan en el momento adecuado, ¿no lo crees?

[...]

En las murallas exteriores, los primeros estallidos de poder comenzaron a iluminar el cielo. Los Fatui habían iniciado su ataque, avanzando rápidamente con sus heraldos al frente, comandando a las fuerzas. Los defensores de Fontaine, liderados por Jean y Clorinde, luchaban con valentía, pero la oleada de enemigos era intensa.

—¡Carguen! —gritó Clorinde, su espada brillando mientras cortaba a través de las fuerzas Fatui con una precisión mortal.

Jean, luchando a su lado, mantenía a raya a los soldados enemigos con su característico estilo de espada, pero incluso con todo su poder, sabía que el enemigo seguía ganando terreno.

—Necesitamos refuerzos, —dijo Jean, mientras observaba la línea de defensa desmoronarse lentamente.

Justo en ese momento, un fuerte estruendo sacudió el aire. Desde las afueras de la ciudad, una figura imponente apareció en el horizonte. Mavuika, la Arconte Pyro, lideraba un ejército de guerreros de Natlan, listos para unirse a la defensa de Fontaine.

Con un grito de guerra que resonaba como fuego en la tormenta, Mavuika alzó su arma, liberando una ola de llamas que consumió a las fuerzas enemigas más cercanas. Los guerreros de Natlan, imbuídos con el poder del fuego, se unieron a la batalla con una ferocidad que encendió la moral de los defensores de Fontaine.

—¡Aguanten un poco más! —gritó Mavuika—. ¡Ningún Fatui destruirá Fontaine mientras yo esté aquí!

Jean, con renovada energía, asintió a Clorinde. —Parece que hemos encontrado nuestros refuerzos.

Clorinde sonrió por primera vez en horas. —Nunca pensé que me alegraría tanto ver a alguien tan fogosa.

[...]

De regreso en el palacio, Furina y Venti observaban el progreso de la batalla a través de una proyección mágica. Los Fatui estaban siendo contenidos, pero no por mucho tiempo.

—No será suficiente, -murmuró Furina—. Mavuika ha traído a sus guerreros, pero los Fatui seguirán avanzando. No podemos detenerlos solo con fuerza física.

Venti, que había estado observando en silencio, se acercó al "Corazón". —Es cierto. Pero el viento tiene una forma de cambiar el curso de las cosas. Tal vez sea hora de dejar que el viento haga su magia.

Furina lo miró con desconfianza. —¿Qué tienes en mente?

El bardo sonrió, levantando una mano hacia el "Corazón". —Los Fatui piensan que pueden controlar el "Corazón", pero no saben que el viento es impredecible. Déjame probar algo.

Antes de que Furina pudiera detenerlo, Venti comenzó a tocar una suave melodía en su lira. El viento en la cámara comenzó a agitarse, rodeando el "Corazón" y haciéndolo brillar con una luz más intensa. Poco a poco, el aire y el agua se mezclaron en una danza armoniosa, y la presión mágica que los Fatui habían ejercido sobre la ciudad comenzó a desvanecerse.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Furina, asombrada por el espectáculo que se desarrollaba ante sus ojos.

Venti sonrió, sus ojos brillando con una sabiduría oculta. —Simplemente dejando que el viento haga lo que mejor sabe hacer: proteger la libertad.

El "Corazón" parecía responder a la melodía de Venti, su luz pulsante estabilizándose por un momento. Furina, aunque sorprendida, entendió que estaba viendo algo más que un simple bardo en acción. Estaba presenciando el poder de un Arconte.

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Debo de ser honesta con ustedes, mis lectores u.u

Tengo escritos los capítulos siguientes hasta el número 41 y la historia está por concluir en ese punto, pero, primero necesito decirles que preparen pañuelos y también a sus ojitos, porque el capítulo número 40 es emotivo, sentimental y me hizo llorar mientras lo escribía

No publico todo los capítulos de golpe porque me gusta dejar cierta intriga entre cada capítulo y siempre me ha gustado dejar capítulos ya escritos para solo darles a publicar uwu

Sombras y aguas profundas | ArlefuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora