28.- La llamada de los arcontes

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El silencio en la sala del palacio de Fontaine era casi palpable. Furina sabía que estaban al borde de un abismo, y la única forma de salvar no solo a Fontaine, sino a todo Teyvat, era reunir a los Arcontes. Pero no era una tarea sencilla. La amenaza de los Fatui, liderados por La Zarina, complicaba todo. Sus ojos recorrieron la sala, deteniéndose en Jean, Arlecchino y Clorinde, que la observaban con preocupación.

—Sabemos lo que está en juego, —comenzó Furina, su voz más firme de lo que esperaba—. El "Corazón de Fontaine" no es solo una reliquia de poder. Nahida ha sido clara: su descontrol puede destruirnos a todos.

Jean, que siempre había sido un pilar de apoyo, intervino. —Si necesitamos a los Arcontes, no todos serán fáciles de convencer. La Zarina lidera a los Fatui, y ellos son quienes buscan el poder del "Corazón". Snezhnaya será un problema.

Furina asintió lentamente. —La Zarina no cooperará. Pero no necesitamos que lo haga. Arlecchino, tú conoces mejor que nadie la estructura de los Fatui. Sabemos que dentro de la organización hay fracturas. Podrías aprovechar esas grietas para sembrar dudas, para ganar algo de tiempo.

Arlecchino, quien estaba apoyada contra la pared con los brazos cruzados, levantó la mirada, mostrando su acostumbrada expresión imperturbable. —Puedo intentarlo. Hay miembros de los Fatui que cuestionan las acciones de La Zarina. Si logramos que algunos de ellos se replanteen el costo de esta guerra, podríamos frenar sus avances.

Jean frunció el ceño, mostrando algo de preocupación. —Es un riesgo. Si descubren tus intenciones, podría haber represalias inmediatas. Sabemos que La Zarina no perdona traiciones.

Arlecchino sonrió con frialdad, como si eso no la inquietara. —Nunca fui completamente leal a La Zarina. Si alguien me acusa de traición, estará un paso tarde. Y ahora, Fontaine tiene mis prioridades.

Furina, sabiendo que dependían de esta tregua frágil con ciertas facciones de los Fatui, asintió. —Hazlo. Si logramos desestabilizarlos desde dentro, podremos ganar tiempo suficiente para enfrentarlos antes de que consigan usar el "Corazón". Pero no es suficiente. También necesitamos a Mavuika, la Arconte Pyro de Natlan.

Clorinde, siempre pragmática, tomó la palabra. —Natlan está gobernada por el conflicto, pero eso también puede ser una ventaja. Si presentamos esto como una batalla en la que pueden destacar, tal vez Mavuika quiera participar directamente. Ella siempre ha buscado el desafío.

Furina suspiró. El tiempo era su mayor enemigo. —Entonces enviaremos emisarios a Natlan y a Snezhnaya. Y debemos actuar rápidamente con Raiden Shogun en Inazuma. Su distancia nos puede perjudicar, pero si ve el riesgo de una catástrofe, tal vez reconsidere. Debemos actuar con cautela, pero sin perder un momento.

Jean asintió, siempre dispuesta a hacer lo necesario. —Mondstadt estará dispuesta a ayudar. Hablaré con los Caballeros de Favonius y con la Gran Maestra Sustituta. Eula estará lista para moverse si lo solicitamos.

Arlecchino, que hasta entonces había mantenido un perfil bajo, dio un paso al frente. —Enviaremos emisarios, pero necesitamos algo más. Zhongli y Diluc están cerca de descubrir los secretos del contrato. Si encontramos la forma de sellar el "Corazón", podemos frenar el avance de los Fatui antes de que lleguen demasiado lejos.

Furina frunció el ceño, aunque sus ojos brillaban con determinación. —Entonces ese será nuestro plan. Mientras buscamos la manera de sellar el "Corazón", enviaremos mensajes a los Arcontes, intentando reunir el poder necesario. Pero no nos engañemos: si fallamos en reunir a todos, enfrentaremos las consecuencias solos.

[...]

En Liyue, Zhongli y Diluc continuaban descifrando las antiguas inscripciones en el templo escondido. Las paredes hablaban de un tiempo en el que el "Corazón de Fontaine" fue sellado para evitar un desastre inminente.

—Aquí está, —dijo Zhongli, señalando una inscripción casi ilegible—. "El Equilibrio de las Aguas". El pacto que los Arcontes de Fontaine y Liyue firmaron no fue solo para proteger sus tierras. Se trataba de mantener el equilibrio en todo Teyvat. El poder del "Corazón" es tan grande que, si se descontrola, podría sumergir no solo a Fontaine, sino a todo el continente en caos.

Diluc, que hasta ese momento había estado en silencio, levantó la vista de los textos. —¿Y qué sucedió entonces? Si hubo un pacto, ¿por qué no se selló de forma permanente?

Zhongli, con su habitual calma, reflexionó. —No pudieron hacerlo. Según este texto, los Arcontes no estaban de acuerdo sobre cómo debía usarse el poder del "Corazón". Uno de los antiguos Arcontes de Fontaine intentó controlarlo por su cuenta, pero fracasó. El resultado fue devastador: inundaciones, terremotos y la destrucción de gran parte de Fontaine. Si los Fatui logran controlarlo ahora, las consecuencias serían aún peores.

—Entonces no hay tiempo que perder, —respondió Diluc, con un brillo de urgencia en su mirada—. Debemos regresar a Fontaine. Si este contrato necesita a todos los Arcontes, no podemos enfrentarlo solos.

Zhongli asintió, su expresión grave. —Correcto. Y este contrato no solo requiere cooperación. El ritual para sellar el "Corazón" es tan complejo que debe ejecutarse con precisión, o arriesgamos desatar algo peor.

Con esa advertencia en mente, los dos hombres se prepararon para volver a Fontaine. Sabían que el tiempo se agotaba, y la próxima decisión determinaría el destino de todos.

[...]

De regreso en Fontaine, Furina terminaba de enviar los mensajes a las naciones. La respuesta de Natlan era incierta, pero sabía que Mavuika podría ser un aliado invaluable si lograban convencerla. La Zarina, por otro lado, sería la más difícil. Su ambición y su objetivo de usar el "Corazón" para sus propios fines complicaba todo. Sin embargo, Furina confiaba en que Arlecchino podría lograr algo con los contactos adecuados.

—Las cartas están echadas, —dijo Furina en voz baja, más para sí misma que para los demás.

El destino de Fontaine y de Teyvat dependía de los próximos días, y cada paso en falso podría ser el último.

Sombras y aguas profundas | ArlefuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora