31.- El Viento y el Fuego

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Los días en Fontaine se habían vuelto aún más tensos. Las fuerzas Fatui estaban listas para desatar su ofensiva, y mientras Furina, Jean, Clorinde y Arlecchino organizaban las defensas, la espera de refuerzos de Natlan y Mavuika pesaba sobre todos. Sin embargo, lo que más inquietaba a Furina era la inminente llegada del "viento". Había sentido que algo o alguien poderoso estaba en camino, pero aún no comprendía qué o quién.

Esa misma tarde, en las fronteras de Fontaine, Venti, el bardo errante y Arconte Anemo, descendió desde los cielos, aterrizando suavemente en un pequeño claro rodeado de árboles. La ciudad de Fontaine se erguía a lo lejos, sus torres visibles incluso desde allí. Mientras Venti caminaba hacia la ciudad, escuchaba los ecos del caos inminente. Las corrientes de aire traían consigo rumores de batallas y estrategias, pero también de secretos oscuros y poderes antiguos que estaban a punto de despertar.

—Parece que llegué justo a tiempo, —murmuró Venti con su característica sonrisa—. Bueno, el viento siempre me guía donde debo estar.

El Arconte Anemo avanzó, su paso ligero, casi despreocupado. No tenía la intención de revelarse como el Arconte de Mondstadt, al menos no todavía. Prefería mantener su identidad oculta, ayudar de la manera que pudiera, y dejar que los vientos decidieran el momento adecuado para revelar su verdadero poder.

[...]

En el palacio de Fontaine, el ambiente era denso, cargado de preocupación mientras Furina revisaba los planes de defensa con Jean y Clorinde. La espera de Mavuika y los refuerzos de Natlan era angustiosa. Aunque sabía que la Arconte Pyro vendría, las tensiones entre los aliados eran inevitables.

—No podemos depender solo de Mavuika, —comentó Clorinde, su voz firme—. Aunque su ejército sea fuerte, los Fatui tienen planes mucho más profundos. Han estado moviendo sus piezas por más tiempo del que pensamos. Necesitamos estar preparados para cualquier cosa.

Jean asintió, su semblante tenso. —Lo sé. Y sin más información sobre el "Corazón de Fontaine", estamos caminando a ciegas. Lo que Zhongli y Diluc descubran será clave, pero necesitamos más que fuerza física para sellarlo.

Furina, que había estado escuchando en silencio, levantó la vista, sus ojos brillando con una mezcla de resolución e incertidumbre. —Lo sé. Pero... siento que algo más está por suceder. Algo que no hemos anticipado.

Jean la miró, sorprendida por el tono de Furina. —¿A qué te refieres?

Furina suspiró. —Es difícil de explicar. Desde que las visiones comenzaron, he sentido que el equilibrio está cambiando. Y no me refiero solo al "Corazón". Es como si algo, o alguien, estuviera en camino. Como si el viento mismo nos estuviera trayendo una respuesta.

Antes de que Jean pudiera responder, un guardia irrumpió en la sala, visiblemente alterado. —¡Mi señora! Un bardo ha llegado a las puertas del palacio, dice que tiene información importante.

Furina frunció el ceño, confundida por la repentina interrupción. —¿Un bardo? ¿Qué podría saber alguien así sobre lo que enfrentamos?

—No lo sé, pero insiste en que ha venido guiado por el viento, —respondió el guardia, claramente desconcertado.

Jean y Clorinde intercambiaron miradas, ambas conscientes de lo extraño de la situación. Pero Furina, con una intuición creciente, sintió una conexión entre esta misteriosa figura y las sensaciones que había tenido en los últimos días.

—Tráiganlo aquí, —ordenó Furina.

El guardia salió rápidamente, y pocos minutos después, Venti fue escoltado hasta la sala. Con su apariencia despreocupada y su inseparable lira, el bardo ofreció una sonrisa encantadora mientras hacía una exagerada reverencia ante los presentes.

—Saludos a la honorable Arconte de Fontaine y sus valientes aliados, —dijo con su voz cantarina—. He llegado hasta aquí guiado por el viento, como suele suceder, y tengo noticias que podrían ser de gran interés.

Furina, aunque intrigada, mantenía la compostura. —¿Qué noticias podrías tener que sean de relevancia para nosotros, bardo? Estamos en medio de una crisis.

Venti sonrió, pero había una sabiduría escondida detrás de sus ojos brillantes. —Los Fatui están moviendo sus fuerzas más rápido de lo que creen. No están interesados solo en el "Corazón", sino en desatar algo mucho más grande. Y si no logramos detenerlos a tiempo, incluso la misma Fontaine será arrastrada por su ambición. Pero, afortunadamente, el viento me trajo aquí. Y el viento no se equivoca.

Jean y Clorinde lo miraban con cautela, mientras Furina se mantenía impasible, intentando descifrar quién era este bardo. Había algo en su tono, en la forma en que hablaba, que la hacía sospechar que no era alguien común.

—¿Quién eres realmente? —preguntó Furina, dando un paso adelante—. No pareces ser solo un bardo cualquiera. Lo que dices... es más de lo que un simple viajero sabría.

Venti rió suavemente, levantando las manos como si estuviera siendo acusado de algo gracioso. —Bueno, digamos que he visto muchas cosas en mi tiempo. Pero lo que importa ahora es que estoy aquí para ayudar. El viento me trajo porque algo grande está a punto de suceder. Y créanme, cuando el viento habla, yo escucho.

Furina lo observó en silencio por unos instantes más, antes de finalmente asentir. —Muy bien. Si realmente puedes ayudarnos, entonces bienvenido seas. Pero no hay tiempo para juegos, bardo. Si sabes algo más, será mejor que lo digas ahora.

Venti dejó caer su tono juguetón por un momento, su voz tomando un tinte más serio. —Los Fatui no solo quieren el poder del "Corazón". Quieren desatar algo más antiguo, algo que ni siquiera ustedes han considerado. Y si no lo detenemos juntos, toda Teyvat pagará el precio.

Jean dio un paso adelante, sus ojos fijos en Venti. —¿Qué sugieres que hagamos entonces?

Venti volvió a sonreír, aunque esta vez con un aire de misterio. —Primero, debo ver el "Corazón". Después de todo, no puedo hacer nada sin saber exactamente qué es lo que está en juego. ¿No creen?

Furina lo miró una última vez antes de asentir. —Está bien. Te llevaremos al "Corazón". Pero si esto es alguna clase de truco...

—No es ningún truco, mi señora, —respondió Venti con una inclinación—. Solo soy el viento, y estoy aquí para ayudar a que fluya en la dirección correcta.

[...]

Mientras se preparaban para llevar a Venti a la cámara donde descansaba el "Corazón de Fontaine", en las fronteras, las fuerzas Fatui comenzaban a movilizarse. Los rumores de su ofensiva se esparcían como fuego, y pronto, el destino de Fontaine estaría en juego.

Sombras y aguas profundas | ArlefuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora