26.- La visión de la sabiduría

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La calma había regresado temporalmente a Fontaine. Después de la intensa batalla, la ciudad estaba en un momento de recuperación. Los guerreros que habían luchado junto a Jean, Furina y Arlecchino se dispersaban lentamente, buscando alivio de sus heridas y descanso tras la feroz defensa que habían llevado a cabo contra los Fatui. Pero a pesar de la aparente paz, Furina sabía que esto solo era un respiro.

El "Corazón de Fontaine" seguía siendo un misterio, y los Fatui no se detendrían en su misión de obtenerlo. Furina estaba extenuada, no solo por la batalla, sino también por la lucha interna que había enfrentado desde que se revelaron las visiones del "Corazón". Sabía que, en el fondo, aún quedaban muchas preguntas sin respuesta. Su mente estaba llena de dudas.

—Necesito descansar, —susurró para sí misma, sus párpados pesados mientras se dirigía a un lugar más apartado del bullicio de la ciudad. Se sentía abrumada por las visiones y por lo que había presenciado, pero también por la creciente presión de proteger a Fontaine.

Furina se recostó en una habitación oscura, donde los ecos de la batalla ya no resonaban tan fuertemente. A medida que cerraba los ojos, el cansancio la envolvía rápidamente. Sin embargo, no sería un descanso reparador, porque algo profundo la esperaba en sus sueños.

[...]

El sueño la atrapó rápidamente, y pronto, Furina ya no estaba en su habitación. Se encontraba en un vasto campo verde, diferente de cualquier paisaje que hubiera visto en Fontaine. Las montañas y árboles eran exuberantes, con una claridad y paz que solo podían existir en un reino de sueños. El aire olía a flores y a la humedad de un bosque tras la lluvia. Pero había algo más... algo que resonaba con poder y sabiduría, algo que le resultaba extrañamente familiar.

De repente, a lo lejos, una figura pequeña y serena comenzó a caminar hacia ella. Era una niña de aspecto delicado, pero su mirada transmitía una sabiduría insondable. Los ojos de Furina se agrandaron en reconocimiento, aunque jamás la había visto en persona. La figura que se acercaba no era otra que Nahida, la Arconte Dendro de Sumeru.

—Furina, —dijo la voz de Nahida, suave pero con un eco que parecía venir de todas partes a la vez—. He venido a ti porque algo importante se avecina, y temo que lo que está en juego es más grande de lo que crees.

Furina, sorprendida de encontrarse en su presencia, frunció el ceño. —¿Qué haces aquí? Este es mi sueño.

Nahida sonrió con gentileza, sus pies flotando ligeramente por encima de la hierba mientras se acercaba. —Los sueños y la mente son mi dominio, y he sentido tu angustia, tu incertidumbre. He venido para ayudarte, si me lo permites. Fontaine y Sumeru están más conectadas de lo que imaginas, y el "Corazón de Fontaine" podría ser la clave para evitar un desastre no solo para tu nación, sino para toda Teyvat.

Furina retrocedió un paso, perpleja. —¿Qué es exactamente lo que está sucediendo? Ya no puedo confiar en las visiones que he visto… Ni siquiera sé si puedo confiar en mí misma.

Nahida se detuvo, sus ojos brillando con una calidez que contrastaba con la frialdad que Furina sentía en su interior. —Lo que has visto no es solo una advertencia. Es un llamado. El "Corazón de Fontaine" es más antiguo de lo que crees, y su poder está relacionado con algo más grande, algo que los Arcontes antiguos trataron de ocultar. Pero su protección se está desmoronando. Si los Fatui logran activar su verdadero poder, podría desatar un cataclismo que ni siquiera los siete Arcontes podrían detener.

Furina tragó saliva, un nudo formándose en su garganta. —¿Qué debo hacer entonces? ¿Cómo puedo detener esto? No sé cómo manejar algo tan grande.

—No estás sola, —dijo Nahida con suavidad—. Y no se te está pidiendo que cargues con todo el peso del mundo sobre tus hombros. Fontaine no puede salvarse solo con poder o fuerza. Necesitarás la sabiduría de muchos, la cooperación de otros Arcontes y aliados. Si el "Corazón" cae en las manos equivocadas, no solo Fontaine estará en peligro. Pero si trabajamos juntos, hay una forma de sellarlo nuevamente, una forma de restaurar el equilibrio que se rompió hace siglos.

Furina sintió un temblor en sus manos, la responsabilidad pesando sobre ella más que nunca. —¿Cómo puedo estar segura de que podré confiar en los demás? Incluso en Fontaine, la desconfianza es algo con lo que he luchado durante mucho tiempo.

Nahida le tomó suavemente la mano, transmitiéndole una sensación de calma. —La sabiduría no siempre está en tener todas las respuestas, Furina. A veces, la verdadera sabiduría está en saber pedir ayuda, en reconocer que no tienes que enfrentarlo todo sola. Los Arcontes, como tú, tienen un papel que desempeñar, y estoy aquí para ayudarte a encontrar tu camino.

El paisaje alrededor de ellas comenzó a cambiar. El verde de los campos de Sumeru se desvanecía, y en su lugar aparecían imágenes de Fontaine en peligro: las aguas desbordándose, las ciudades hundiéndose bajo las olas. Furina sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al ver la devastación que se cernía sobre su nación.

—Esta es la visión que has visto, —dijo Nahida—. Pero no tiene que ser el futuro. Hay tiempo, Furina. Pero debes actuar rápidamente. Y debes confiar en aquellos que quieran ayudarte.

Furina asintió, finalmente entendiendo la magnitud de lo que estaba en juego. —Entiendo. Entonces… ¿qué debo hacer ahora?

Nahida sonrió una vez más. —La respuesta no siempre estará clara de inmediato. Pero sigue tu instinto. Confía en tus aliados. Zhongli y Diluc ya están cerca de descubrir más sobre el contrato que protege el "Corazón", pero necesitarás algo más que fuerza física para detener lo que se avecina. Y cuando llegue el momento, yo estaré aquí.

La figura de Nahida comenzó a desvanecerse lentamente, su voz resonando como un eco distante. —Recuerda, Furina… la sabiduría y la fuerza solo funcionan juntas cuando se confía en los demás.

Furina intentó acercarse, pero antes de poder hacer más preguntas, todo a su alrededor comenzó a desmoronarse. La imagen de Nahida se desvaneció por completo, y las visiones de Fontaine y sus advertencias desaparecieron junto con ella.

[...]

Furina despertó de golpe, su respiración acelerada. Se llevó la mano a la frente, sintiendo el sudor frío que perlaba su piel. Todo había sido un sueño, pero sabía que la advertencia de Nahida era real. Lo que había visto era una visión clara de lo que vendría si no actuaba rápidamente.

Sabía lo que debía hacer: buscar a sus aliados, prepararse para lo que estaba por venir, y confiar en la sabiduría de aquellos que podían ayudarla a salvar Fontaine.

Sombras y aguas profundas | ArlefuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora