𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧 𝗠𝗔𝗧𝗧 𝗦𝗧𝗨𝗥𝗡𝗜𝗢𝗟𝗢

JUGADOR DE LACROSSE

Observó cómo los jugadores corrían respetando sus posiciones, mientras las gradas temblaban por los saltos y varios festejos de los espectadores. Era hermoso lo que transmitía el lacrosse por más que sean emociones negativas, lograba provocar algo que lo diferenciaba del resto de deportes. Muevo nerviosa mi pie, deseando que el resultado se mantuviera intacto, solo faltaba unos cuantos segundos muy cortos, hasta que sonó el silbato. Terminó con 1-0.

El equipo estuvo bastante bien, me alegraba el hecho pero Matt estaba enfurecido, estuvo jugando excelente hasta que su característica agresiva sobrepasó los límites causando que empujara a Marcus, un chico del equipo contrario, por lo cual se llevó una tarjeta amarilla, y no pudo lucirse en el campo de la manera que él quería. Y por si fuera poco, más tarde, cuando faltaban pocos minutos para el final del encuentro, Sturniolo recibió el segundo cartón amarillo por cortar un avance de otro jugador, y en consecuencia se fue expulsado.

Estaba realmente enojado, desde mi puesto podía notar la furia que sobresalía de sus expresiones, seguro quería tirarle la tarjeta en la cara del árbitro, su cuerpo estaba tenso y trataba de reprimir la bronca. Lo conocía bastante bien, y aunque no estuviera jugando un partido realmente importante, le ponía la misma importancia y significado en todos los partidos de su carrera.

Lo busco con la mirada entre la multitud de gente amontonada en el estadio, era asfixiante. Traté de caminar por un lugar en el cual no circulaban muchas personas, pero de pronto, siento una mano en mi cintura que me obliga a darme la vuelta, para encontrarme con Matt. Le sonrió pero no me respondió, y solo me sujeta del brazo.

—Sígueme —pidió, sorprendida lo miré no me dio tiempo de articular ni una palabra, solo me arrastró con él.

—Matt, no te sientas mal, lo hiciste muy bien. Al menos ganaron —hablé al tiempo que me alejaba de toda esa gente.

—¿Y? Me sacaron a mierda del partido —él me fulminaba con la mirada a cualquier cosa que se le cruzaba.

Trate de subirle el ánimo pero recibía respuestas amargadas de parte suya, me rendí y dejé que fluyera toda la situación, sus pasos eran rápidos y dejaba atrás a los míos. No entendía por qué se comportaba de esta forma, siempre fue muy exigente y aunque tratara de hacer cambiar ese pensamiento que tenía no podía.

Llegamos a una habitación llena de cosas necesarias para entrenar, entre otras más. Arrugó las cejas confundida, iba a protestarle, que dejara el enojó atrás y vaya a celebrar la victoria, pero me calló con el dedo índice sobre mis labios.

—Solo ayúdame a olvidar eso —matt me murmura.

Me atrajó hacia él apretando mi cintura, pegando su boca contra la mía, la textura era suave y dulce, me hacía revolver el estómago de nervios y amor, quería mucho más. Llevó su mano a mi nuca para inmovilizarme y tener el control del beso, me encantaba que fuera así, dominante, el transmitía vibras de todo relacionado a esa palabra.

El beso se tornaba más agresivo, al punto de chocar nuestra narices por la cercanía, sabía que se estaba expresando toda su molestía en este momento, así que traté de dejarme llevar para transmitirle poder. Apoye ambas manos en su cuello, a la vez que me hacia retroceder hasta estampar mi espalda contra la pared.

Matt movía sus manos por mi molesta ropa, buscando profundizar el contacto pero no lo encontraba, lo comprendí y con el aporte de él logre bajarme el pantalón. Sturniolo me observaba estupefacto, siempre me decía que creía que la belleza que tenía parecía irreal, pero la necesidad era tanta que no podia contemplar por mucho tiempo.

Beso a beso la ropa desaparecía, dejando solo a visión la ropa interior. Todo transcurría en cámara rápida, que me dejaba perpleja por rapidez de sus movimientos. Comenzó a plasmar sus dulces y húmedos labios sobre mi desnuda piel, abandonando mi boca para viajar hasta mi clavícula. Apartó a un lado mi cabello para atacar mi cuello, su agitada respiración producía un cosquilleo increible por mi cuerpo completo.