Anthony J Crowley es un hombre que ha pasado por muchas cosas con su familia, más específico con su padre.
Al morir este, Anthony se queda con toda su herencia al ser hijo unico.
Al llegar a la casa donde vivia su padre, el hogar que lo vio nacer...
Espero que muchos entiendan un poco mejor la situación con este capítulo, ahora me retirare lentamente antes de que me ataquen con antorchas flameantes.
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De nuevo, una disculpa anticipada.
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Mansión de Fell.
La mañana era gris y nublada, Aziraphale se encontraba en el comedor, a pesar de haber pasado una de las mejores noches de su vida, sentía un vacío que apareció desde la primera vez que paso la noche con Anthony y este aparecía cuando Anthony se marchaba a su mansión. En el gran vestíbulo de la mansión, el silencio fue interrumpido por el sonido de un golpe en la puerta principal. El grito de su ama de llaves lo alertó, con apuro, se dirigió al origen del ruido. Al abrir la puerta, se encontró con George, luciendo desesperado.
–Buenos días, Aziraphale. Me alegra ver que has tenido una noche... placentera. –comentó George mirándolo de pies a cabeza con desdén– ¿te divertiste?
–George, ¿qué haces aquí? –se acercó Fell con tranquilidad, manteniendo la compostura, invitando a su aun asustada ama de llaves a retirarse para dejarlo solo con el hombre– No esperaba tu visita.
–No querría interrumpir tu... descanso, –dijo adentrándose a la biblioteca de la mansión – pero tengo asuntos urgentes que tratar contigo.
Aziraphale se giró hacia el hombre, siguiendo su camino, sabía que la visita de George no era una simple visita de cortesía, cada que lo veía lo notaba más pálido y más decaído.
