⚠️Este capítulo contiene escenas de violencia física y emocional que pueden resultar perturbadoras para algunos lectores. Se recomienda discreción, especialmente para aquellos sensibles a temas de abuso o maltrato. ⚠️
Emily.
Aprovecho un momento en que los mellizos están entretenidos con su hermana para escabullirme al baño. Saco mi teléfono y, con algo de nerviosismo, marco el número de mi padre. Mientras el tono de llamada suena, empiezo a morderme las uñas, ansiosa, hasta que finalmente escucho su voz grave al otro lado.
—¿Qué quieres, Emily?
—Hola, pa... —trato de sonar casual—. ¿Te gustó lo que te preparé para el almuerzo?
—¿El pastel de carne? —responde, con indiferencia—. Solo es un pastel de carne, Emily. ¿De verdad interrumpes mi descanso para preguntarme esas tonterías?
—No es una tontería... —digo en voz baja, un tanto dolida, pero tratando de mantener la compostura—. Solo quería saber si te gustó, eso es todo.
—Ay, no empieces con tus dramas, ¿sí? —gruñe con fastidio—. Déjame tranquilo, que estoy viendo mi partido.
—Espera, no me cuelgues —le pido rápido, sabiendo que está a punto de hacerlo—. La hija de mis jefes me invitó a salir... ¿Puedo ir? Te prometo que llegaré temprano.
—No, olvídalo. —Su respuesta es cortante, fría—. Agradece que te dejé trabajar. Y escucha bien, del trabajo a casa y punto. No voy a dejar que andes en la calle como la vagabunda de tu madre.
Me quedo en silencio, el nudo en mi garganta creciendo. Cierro los ojos, apretando el teléfono contra mi oído, pero ya solo escucho el tono de la llamada cortada.
Aprieto los dientes, conteniendo las lágrimas que amenazan con salir. Lo mismo de siempre, las mismas palabras que duelen más cada vez.
Guardo el celular en mi bolsillo y me miro al espejo del baño, tratando de recomponerme. Me paso las manos por el rostro y respiro hondo.
—No eres como ella, Emily —me digo en voz baja, intentando convencerme.
Salgo del baño con la misma sonrisa forzada de siempre, volviendo a mi rutina con los mellizos, aunque por dentro algo se siente más roto.
Mientras agarro a Tristán y le hago cosquillas en la pancita, su risa contagiosa llena la habitación. En un momento, me abraza fuerte, como si supiera que en ese instante lo necesitaba más que nunca.
—¿Todo bien? —me pregunta April, su voz suave y preocupada.
Levanto la vista y la veo allí, tan hermosa, con sus ojos amielados y su sonrisa que refleja una mezcla de ternura y curiosidad. La idea de que estar cerca de ella me va a salir caro se me clava en el pecho.
—Sí, todo bien —respondo, tratando de sonar despreocupada—. ¿Qué crees? ¡Mi papá ya me dio permiso!
Le miento sin pensarlo dos veces. ¿Cuándo más tendría la oportunidad de que una chica como ella me invitara a salir? La sola idea de perder esta oportunidad me asusta más que enfrentar a mi padre.
—Perfecto —dice con una sonrisa traviesa—, entonces tenemos una cita.
¿Cita? No sé por qué, pero siento cómo el calor sube hasta mis mejillas. Esa palabra me deja sonrojada, y no puedo evitar pensar en lo extraño y emocionante que suena salir con ella, aunque sea por un simple plan.
Más tarde, los mellizos finalmente se duermen para su siesta, dándome un respiro. April y yo nos quedamos en la sala, rodeadas de libros y cuadernos. Ella realmente está ayudándome con la tarea, explicando cosas que apenas logro seguir porque mi mente está en otra parte: en cómo se ve con la luz suave que entra por la ventana, en cómo mueve los labios mientras habla, en su forma de concentración tan profundamente.
ESTÁS LEYENDO
Inevitable
ChickLitEn este especial de ¿Quién enamora primero?, Emily Masón empieza a trabajar como niñera de los mellizos Carter y no solo aprenderá a como cuidarlos sino a como lidiar con la repentina atracción que siente hacia April, la hermana mayor de ellos. Jun...