capítulo treinta y dos

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Esa voz, la única que podría hacer despertar a su corazón de forma tan cálida y rápida. Pero sentía miedo, miedo de que fuera un engaño, que esa voz que ha querido y deseado escuchar desde hace tiempo, solo sea una cruel ilusión.

— mi amor —ahí estaba, otra vez esa voz, pero Taehyung aun no volteaba hacia ella— mi querido Taehyung.

Sintió pasos atrás de él, sentía como se acercaban, pero no sentía miedo, ni se puso alerta, simplemente se quedó quieto, siendo completamente inconsciente a las lágrimas que comenzaban a bajar por sus ojos y empapaban sus mejillas como un rio. ¿alivio? Podría ser, o también todas las emociones que lo estaban atacando con tan solo escuchar su voz.

Sintió como a sus hombros llego un toque que era imposible para él no reconocer. Sus hombros fueron apretados con fuerza, mientras las manos contrarias continuaron bajando por sus brazos, llegando a sus codos para luego pasar a sus manos, todo el trayecto se sintió como una caricia, una caricia tan reconocida y única que Taehyung pudo sentir calidez después de mucho tiempo.

Las grandes manos continuaron su camino, ahora sin soltar las contrarias, tomándolas y entrelazándolas, se acercó más a él, y Taehyung sintió como si espalda chocaba con el pecho del contrario en un fuerte y muy necesitado abrazo.

— por un segundo creí que eras un sueño... otra bella ilusión que mi mente me daba, pero... jamás podría confundirte con un sueño —el susurro de la voz de su pelinegro llego a sus oídos como un leve canto— por fin te tengo entre mis brazos.

Sin poder soportarlo más, de los labios del menor salió un sollozo casi desgarrador, olvidando todo lo que podría pasar a su alrededor, se volteó y abrazo con todas sus fuerzas a su Jungkook, su Jungkook... estaba ahí, con él, después de tanto tiempo, olvido todo, dejo todo a un lado, para disfrutar ese momento que tanto anhelaba desesperadamente.

— Kook... —lo llamo entre sus sollozos y lágrimas, Jungkook lo apretó contra él con más fuerza— lo lamento, lamento haberme ido, lamento haberme alejado, lamento no haberte escuchado... perdóname por favor, n-no te vuelvas a ir... no vuelvas a desaparecer...

Jungkook negó con la cabeza, tragando sus propias lágrimas, ambos se agacharon hasta que llegaron al suelo, ambos de rodillas frente al otro, aun envueltos en ese tan anhelante abrazo. Taehyung se negaba a soltarlo, se negaba a salir de su escondite el cual era el cuello de su amado, creía que, si lo soltaba, volvería a desaparecer de su lado.

Jungkook cerro sus ojos con fuerza para luego parpadear rápidamente y para eliminar sus lágrimas, lo abrazo contra él con fuerza, atesorando lo más que podía ese breve momento, donde por fin podía tenerlo en sus brazos.

— no es tu culpa, no te atrevas a disculparte —dijo y a pesar de las exigencias de Taehyung, logro separarlo de él, para tomar su rostro y poder observarlo mientras acariciaba este mismo— mi amor, mi vida, mi Taehyung... maldita sea, cuanto te extrañe.

Volvió a atraparlo en sus brazos, a estrecharlo con desesperación contenida, su corazón volvía a sentirse cálido, volvía a tener esperanzas, y maldición, sus emociones jugaban dentro de él de forma tan descarada, estaba eufórico por ver a su chico, estaba aterrado por la idea de que este encuentro fuera tan solo un sueño y estaba realmente furioso por todo lo que estaba pasando.

Esta vez, fue Taehyung quien se separó, secando sus propias lágrimas, sonrió hacia su Jungkook, llevando su mano hacia su rostro, lo acaricio, con cariño y cuidado.

Jungkook cerro sus ojos levemente, antes de tomar su mano y besarla con cariño— no tienes idea de todo lo que necesito decirte y hacerte, pero debemos salir de aquí, asique mi amor, dime cuál es tu plan.

Trato -kooktae-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora