Capítulo 44.

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Jaxon.

Desde que Gala había comenzado a trabajar con nosotros y la verdad se notaba la diferencia. Los chicos y yo estábamos trabajando mejor y el ambiente cuando teníamos que reunirnos era más liviano y llevadero. Las cosas se trataban llegando a un consenso y prestaba más atención a nuestros deseos a la hora de planificar nuestra agenda sin dejar de lado nuestras obligaciones.

La cosa es que hasta que ella llegó, creí que la manera de Jenna era la única, que estábamos presionados a decir que sí al noventa por ciento de las cosas, que había horarios súper estrictos y que teníamos muchas prohibiciones. Pero ahora que ella se marchó, soy capaz de darme cuenta de la inmensidad de cosas que estaban mal en nuestra relación con Jenna y, aunque me decepciona y encabrona por momentos, me alegra que se haya acabado y ahora estemos en un buen cauce.

Gala cerró su laptop dando por terminada la reunión y nos miró con una sonrisa cortés.

―Si hay algo que necesiten comentarme, por favor, háganlo ahora porque en diez minutos llegarán los jefazos de la discográfica. ―Entrelazó los dedos sobre la mesa.

―El cumpleaños de mi hija será este sábado, Maya y yo queremos que asistas.

―¿De verdad? ―Asentí―. Pero aún no autorizan mi permiso de conducir.

―Yo puedo llevarte. ―Ofreció Marco y ella se recompuso.

―En ese caso, allí estaré. ―Sonrió―. Agradécele a Maya por la invitación.

―Fue un gusto verte, mujer maravilla. ―Ryle le hizo un saludo militar y ella sonrió con su habitual cortesía antes de sobresaltarse por el portazo de Nick que se marchó sin despedirse.

Sí, todavía se estaba acostumbrando a su presencia y, aunque en general lo llevaba bien, a veces el problema entre ellos parecía hacerse con el control y nuestro amigo parecía negado a revelarnos cualquier detalle por lo que resultaba imposible saber cómo ayudar.

―Él... no durmió bien ―justificó Nathan con una sonrisa.

Gala sonrió, incrédula.

―Gracias, Nathaniel, pero mientes fatal.

El nombrado enrojeció por completo y sacudió la mano antes de irse. Ryle enganchó su mano en la nuca de Marco y me sonrió.

―Llevaré a esta pobre alma a una fiesta quita-despechos.

El pelinegro frunció el ceño.

―Dijiste que iríamos a cenar.

―Shh... la comida no llenaré el vacío de la traición. ―Cubrió su boca provocando que le frunciera el ceño mientras Gala y yo reíamos por lo bajo―. ¿Quieres venir a nuestra fiesta quita-despechos?

―¿Tú estás despechado?

―Mi corazón es de goma. ―Guiñó el ojo con su característica diversión.

―Me encantaría, pero iré a casa de Maya.

―Uhh, ¿puedo ir? ―preguntó cual niño pequeño empujando lejos a Marco que lo miró con los brazos cruzados y la ceja enarcada―. Maddie dijo que tenía una muñeca nueva.

Reí.

―Aunque estoy muy ansioso por verte jugando con muñecas, esta vez la respuesta es no. Maya está bajo mucha presión y planeo alivianársela.

―¡Hey!, ¿qué insinúas?

―No es una insinuación, no vas. ―Marco tomó su brazo y tiró de él hasta la salida―. Vamos a cenar.

Siempre fuimos nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora