Capítulo 46.

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Maya.

Hoy mi amada hija cumplía seis años y desde que se había levantado en casa de Jaxon porque sí, dormimos aquí gracias a la insistencia del hombre, pero para su desgracia Madeline me pidió que me quedara con ella hasta que se durmiera y estaba tan agotada por la presión que estaba manejando esos días que no me desperté hasta que amaneció.

En ese momento estaba terminando de peinar el cabello de Madeline siguiendo el tutorial que había encontrado en uno de sus secuestros a mi celular. Mientras ella balanceaba sus pies cubiertos por un par de tenis con piedritas rosas y cordones del mismo color que le había regalado Nancy esa misma mañana. Usaba a su vez, un vestido cuya falda simulaba un tutú rosa pastel, sabía que no tardaría en ensuciarlo, pero ella había insistido en usar.

En menos de treinta minutos llegarían los invitados y Jaxon aún no aparecía con el pastel lo que me tenía bastante preocupada y atrasada en cuanto a arreglarme se refería. Seguía sin maquillar y con una toalla envolviéndome el cabello.

―Lista. ―Sonreí.

―Estoy muy guapa. ―Sonrió viéndose en el espejo―, ¿cierto, mamá?

―Cierto. ―Besé su cabeza.

Al instante se escucharon unos golpes en la puerta.

―Debe ser Jaxon.

―¡Mi pastel!

La cumpleañera aplaudió emocionada y corrió delante de mí hasta la puerta donde esperó a que yo llegara para abrir. Una mujer rubia y de ojos marrones vistiendo un traje de dos piezas color fucsia.

―Gala Davis. ―Extendió su mano al ver mi desconcierto y la familiaridad en seguida me abordó.

―Maya Walker. ―Sonrió y entró en cuanto me hice a un lado.

―Lo sé, he escuchado y leído mucho sobre ti.

Apreté los labios, incómoda.

―Es un placer conocer a una prometedora diseñadora de modas ―dijo dejándome pasmada.

En cuanto entró miró a mi hija con una sonrisa antes de agacharse y extenderle una bolsa de regalo que la hizo abrir los ojos.

―Hola, Maddie. Soy Gala.

―¡Eres muy bonita! ―Sonrió ella―. Tienes el cabello muy largo.

La rubia sonrió en agradecimiento mientras yo miraba toda la interacción.

―Me dijeron que hoy es tu cumpleaños.

―¡Lo es!, cumplo así. ―Alzó seis dedos, emocionada.

―Vaya, esos son muchos años. ―Asintió mi hija.

―Mamá dice que ya puedo dejar de usar el banquito para lavarme los dientes.

―Es un progreso inmenso, Madeline. ―Le entregó la bolsa.

―Gracias ―respondió la pelinegra―. ¿Puedo abrirlo ahora, Gala?

No había terminado de asentir cuando mi hija corrió hasta el sofá y extrajo de la bolsa un vestido rojo con un enorme lazo en la cintura. Madeline se quedó boquiabierta mirándolo de arriba abajo.

―¿No le gustó? ―Me preguntó la mujer, preocupada y yo reí quitándole importancia con un gesto de la mano.

―Le tomará unos segundos procesar lo mucho que le gustó.

―¡Gracias, gracias, gracias! ―Corrió hasta ella y abrazó sus piernas con fuerza―. ¡Eres súper!, ¿quieres ser mi amiga?, podemos jugar juntas.

Siempre fuimos nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora