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Sinopsis: Kinich post comisión, también conocido como Kinich cansado, también conocido como Kinich gato pegajoso, resulta ser tu versión favorita de Kinich de todos los tiempos.
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—Pareces cansado —murmura, sonriendo mientras él apoya la cabeza en tu regazo. Kinich está apenas medio despierto cuando murmura algo incoherentemente en voz baja, hundiendo todo su peso en el suelo mientras su cara se hunde en tu camisa y sus brazos rodean tu cintura.
—Oh, deberías haberlo visto —dice Ajaw riéndose entre dientes, apareciendo detrás de tu hombro para mirar hacia tu regazo y agregando con aire de suficiencia—: ¡Ese saurio casi lo mata! Es una lástima que no lo haya hecho. Entonces el Todopoderoso Señor Dragón Ku'hul Ajaw podría haber tomado su cuerpo y...
"Te arrojarán por un acantilado si no te callas", le grita Kinich con el ceño fruncido.
Te ríes, ganándote un resoplido de indiferencia de su parte hasta que tus dedos se enredan en su cabello, dejándole rasguños reconfortantes en el cuero cabelludo mientras sus ojos se cierran de golpe. "Oh, vamos. ¿Cómo es posible que ambos tengan la energía para discutir así después de un día tan agotador?"
—Él empezó —se queja Kinich. Su voz suena casi arrastrada, como si tu tacto hubiera drenado los últimos restos de su conciencia.
Crees que tal vez sí.
—¡Maldito gusano! —grita Ajaw—. ¿Cómo te atreves a acusarme de...?
—Ajaw —protestas. Él se calla petulantemente, pero no sin un gruñido mezquino antes de irse flotando .
"¿Por qué te escucha?"
Miras a Kinich con diversión, apartas el pañuelo de su frente para exponer la piel y apartas el flequillo de su rostro mientras te inclinas y le das un suave beso. Él tararea, satisfecho con el afecto lo suficiente como para acurrucar su cuerpo contra el tuyo aún más cerca.
"Quizás porque soy agradable", sonríes. "Y linda".
"Eres linda ", él está de acuerdo.
Lo miras con cariño, la forma en que sus ojos luchan por permanecer abiertos mientras parpadea hacia ti, tratando de mantenerse despierto. Tu sonrisa se ensancha cuando él bosteza, lo que le hace ganar la recompensa de tu suave risa y tu pulgar acariciando su sien.
"Deberías dormir."
—No estoy cansado —gruñe—. ¿Cómo te fue hoy?
—Genial —dices vagamente, mirándolo con una mirada cómplice—. Ahora duerme.
—Dije que no estoy cansado —insiste tercamente. Puedes ver las arrugas en su frente cuando frunce el ceño sin el pañuelo para cubrirlas. Dibuja una sonrisa en tus labios, tu pulgar se desliza hacia abajo para trazar las líneas delicadamente.
De esta manera es más fácil leer sus emociones (al menos, antes no habías tenido problemas). Puedes leer la mirada de sus ojos y captar fácilmente los destellos sutiles de sus emociones. Pero de esta manera parece más vulnerable, más desnudo y menos oculto.
—Deberías usar esto menos —levantas su pañuelo para agitarlo sobre su rostro—, tienes una frente linda.
"Ahora no me lo voy a quitar nunca", sonríe somnoliento, ganándose una mirada poco entusiasta de tu parte.
"Entonces menos besos en la frente para ti", respondes.
Parece presumido, incluso para alguien que parece estar a punto de quedarse dormido. Un leve murmullo de su risa vibra contra tu cuerpo antes de que su voz baja murmure: "Lo dudo. Lo harás de todos modos".
Cierra los ojos y se le calma la respiración. Admiras las pronunciadas curvas de sus rasgos; mueves la mano desde su cabeza para dejar que tu dedo recorra las curvas de su rostro, pero no llegan muy lejos.
No cuando su mano es demasiado rápida para atrapar tu muñeca, manteniéndote firmemente en tu lugar con un gruñido bajo de protesta.
"Qué-"
—Sigue haciéndolo —te exige en voz baja, mirándote con cansancio antes de cerrarlos de nuevo. Y casi como si estuviera esperando hasta estar seguro de que realmente continuarás, su respiración solo se normaliza una vez más cuando tus dedos se enredan nuevamente en tus mechones oscuros.
"Qué exigente ", te ríes entre dientes. Él se queda dormido y tú piensas que el amor es el sonido de suaves ronquidos y la sensación del cabello suave entre las yemas de tus dedos.
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