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A Ajaw le gusta ridiculizar a Kinich cada vez que tiene la oportunidad, aunque, dicho esto, las probabilidades de que eso suceda son prácticamente nulas.
Kinich es todo menos estúpido. Avergonzarlo, o al menos lograr que muestre una emoción que no sea esa mueca estúpida en su rostro (palabras de Ajaw, no mías) , es casi imposible. Y Ajaw odia eso.
Es por eso que al Todopoderoso Señor Dragón le empieza a gustar cuando estás cerca, porque aumentan sus posibilidades de molestar potencialmente al cazador.
La primera vez que Ajaw finalmente tuvo éxito en esta misión indulgente fue un momento que no olvidaría.
Estabas conversando con Kinich, algo que se estaba volviendo cada vez más habitual. Cuando Ajaw se dio cuenta de que estabas totalmente pendiente del chico, te atacó.
Al principio, Kinich se quedó perplejo. No se le escapa que tus ojos se abrieron un poco con un dejo de humor. Era evidente para él que estabas haciendo todo lo posible por contener la risa.
"¿Pasa algo gracioso?", preguntó torpemente mientras tú estabas a punto de estallar en un ataque de risa. Estaba empezando a cuestionarse a sí mismo y a su entorno: ¿hay alguien detrás de él? ¿Tiene suciedad en la cara? ¿Tiene el pelo todavía desordenado por la siesta? ¿Se habrá puesto el pañuelo al revés?
Ajaw no pasó inadvertido ante la repentina perturbación de Kinich. Está seguro de que Kinich está empezando a recordar lo que había ocurrido antes, si había algo que hiciera que su apariencia pareciera diferente para hacerte reír.
—Bueno... —Te ríes, y Kinich conectó los puntos cuando notó la falta de las interminables quejas de Ajaw.
Kinich miró hacia atrás y vio que una cola de gato amarilla se movía. Entonces sintió algo sobre su cabeza, un par de orejas verdes, que se movían con cada movimiento. Y, para colmo, Ajaw incluso se puso bigotes pixelados en la cara.
Él parece tonto.
Finalmente te ríes a carcajadas al ver como Ajaw fue finalmente atrapado por el fuerte agarre de Kinich.
—Lo siento... Eso fue muy tierno... —Te tapas la boca mientras intentas contener la risa. El cazador saurio inteligente y serio, con un par de orejas de gato y una cola.
—¡Quítame la mano de encima! ¡Siervo! —se quejó Ajaw, intentando zafarse de la mano de Kinich, intentando desesperadamente ignorar cómo Kinich lo fulminaba con la mirada.
—Gracias por hacerme reír, Ajaw. —Le sonreíste al compañero de Kinich y el Señor Dragón se volvió hacia ti.
—Sí, ¡lo ves! ¡Lo disfrutaron! ¡Quítate de encima de mí ahora! —Continuó moviéndose—. ¡Oye, humano! Dile a este sirviente que saque sus manos...
Kinich lo tiró por la espalda.
—Lo siento —escuchas a Kinich mientras ves a Ajaw volar detrás de ti, sus chillidos se vuelven sordos al cazador.
Durante el resto de la conversación, Ajaw decidió mantenerse alejado hasta que Kinich finalmente lo encontró en algún arbusto como una mascota fugitiva.
"¿Por qué carajo harías eso?"
—¡Oye! ¡Relájate! ¡Les gustó! ¡Deberías agradecerme! —se quejó Ajaw, flotando detrás de Kinich mientras se dirigían hacia la salida—.¡Apuesto a que no los habías visto sonreír así hasta hace poco, ¿eh?!
En cierto sentido, Ajaw tenía razón, sorprendentemente.
Kinich no discute más con Ajaw, lo cual es algo normal para él. Al final, ambos ganaron algo después de ese pequeño incidente.
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