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Pasaste una hora y media entera mirando al lindo chico dos asientos delante de ti. otra vez.
Con un gruñido frustrado y mensajes escritos de manera muy agresiva a Mualani, dejas escapar un suspiro y miras el reloj de tu mesilla de noche hacer tictac. Faltaban 11 minutos para la hora de los deseos y estabas considerando seriamente desear que Kinich milagrosamente fuera tu compañero para tu próximo proyecto de no ficción. No estás seguro de cuánto tiempo pasaste soñando despierto sobre la forma en que el vicepresidente del consejo estudiantil hacía girar el bolígrafo en su mano con facilidad o cómo siempre parecía tan serio y misterioso. Cuando miras tu reloj, faltaban apenas 2 minutos para las 11:11 p. m. y te apresuraste a sentarte.
"¿De verdad estoy a punto de intentar manifestar a este tipo?", preguntas con incredulidad mientras aparecen los números mágicos y te encuentras cerrando los ojos, con los labios murmurando un suave deseo: "Por favor, que sea mi socio en este proyecto".
Ahora bien, no creías mucho en la manifestación per se, pero cuando te despertaste antes de que sonara el despertador y con el canto de los pájaros, supiste que algo bueno iba a suceder hoy.
Mientras te diriges a la escuela, echas un vistazo al tablón de anuncios en el que Mualani y el resto del consejo están trabajando para la semana de la fundación. Como era de esperar, había una multitud de estudiantes a su alrededor, todos tratando de llamar la atención de la presidenta y su mano derecha. Mualani siempre ha dicho que miras a la gente como un halcón porque se dio la vuelta de lo que estaba haciendo y te saludó con la mano, muy exageradamente, eso sí. El chico en el que pasaste toda la noche pensando de repente se volvió hacia la conmoción y te quedaste saludando torpemente antes de dirigirte al aula.
Su mirada era intensa, la sentiste hasta que doblaste una esquina, pero no puedes negar el calor repentino que subió a tus mejillas cuando recordaste el color de sus ojos, vibrantes, brillantes y verdes; como la luz del sol filtrándose a través de las hojas de los árboles de verano. Era un espectáculo para contemplar, inolvidable, ¿te atreves a decirlo? Pensaste en la forma en que su flequillo enmarcaba su rostro, la ligera mancha de pintura en sus mejillas y la forma en que vislumbraste cómo su mano se levantaba ligeramente como para saludar hasta que comenzó tu clase de inglés.
"y para nuestro último par: [nombre] y kinich."
Ahora, no es de sorprender que no escuches en clase (tú y Mualani bromean que si alguno de ustedes alguna vez escuchara una clase, el mundo podría terminar), pero ¿esto? Esto llamó tu atención tanto que casi te caes de tu propia silla. Las risas silenciosas de tus compañeros de clase resonaron en tus oídos mientras el color granate se apresuraba a tus mejillas. Tus ojos, sin saberlo, encontraron su camino hacia el chico lindo dos asientos frente a ti, quien voluntariamente captó tu mirada. Parecía igualmente intrigado y divertido y no puedes evitar la sonrisa incómoda que le lanzas.
Sientes la mirada juzgadora de Mualani mientras pateas descaradamente con alegría y una amplia sonrisa se extiende en tu rostro.
