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Ambos estaban tan metidos en el momento, gimiendo, gimiendo, todo. Tu pierna estaba sobre su hombro. Sentiste que tu espalda se arqueaba por trigésima vez esta mañana, tus manos agitándose impotentes, vagando por tu cuerpo para encontrar algo que sostener.
Tus ojos seguían rodando hacia atrás, hasta llegar a la nuca. Tu cabeza solo podía hundirse más en los cojines de la cama. Sentías como si él entrara más profundamente en ti con cada embestida.
Una risa entrecortada sale de sus labios... Dios, estaba buenísimo.
Él solo gruñía más con cada embestida penetrante que podía dejar entrar dentro de ti. El silencio era fuerte afuera, definitivamente era una hermosa noche estrellada esta noche.
Hace dos años esto nunca habría ocurrido entre ustedes dos. Dios mío, estabas agradecida de haberle respondido a Mualani ese día. "Sí, puedo salir esta tarde". Esas siete palabras exactas, estoy tan agradecida de que hayan salido de tu boca.
Tus uñas arañaron y marcaron su espalda, claramente tratando de aferrarse a algo cuando su polla se sentía tan dichosa dentro de ti hasta que escuchas algunos pedazos caer al suelo... muy similar a los de Ajaw.
"¡¡¡PUAJAJA ...
—¿Qué diablos estás haciendo fuera de tu jaula? —La voz de Kinich era más profunda que antes—. Espera... ¿lo pusiste en una jaula?
"No importa. Ajaw... sal."
"¡Has deshonrado mis ojos, campesino! Tienes suerte de que tu pareja sea uno de mis seres humanos favoritos..."
—¡Sal de ahí! —sus mejillas se oscurecieron a un tono carmesí más profundo mientras levantaba tu cuerpo para sentarte en su regazo, en lugar de la posición a cuatro patas, seguramente eso había sido incómodo.
—¡La próxima vez cierra la puerta con llave, imbécil!
—¡Estaba cerrada con llave, pervertido!
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