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Resumen: Tú y tu amante estaban paseando. Al regresar a casa, un pequeño ser los sigue
Bueno, tuvo suerte de que la herida no fuera grave. De lo contrario, su hermana se la habría tragado entera".
"Chasca a veces puede ser bastante imprudente".
"Hmm. ¿Qué hicieron tú y Ajaw hoy?"
"No me ayudó mucho. Solo ayudó en el pueblo. Se molestó como siempre".
Tú y Kinich caminaron un rato más, Ajaw se quejaba de que Kinich lo ignoraba.
Los tres no se dieron cuenta de que se había hecho tan tarde. Al darse cuenta, los tres emprendieron el camino de regreso a su hogar compartido.
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Kinich estaba buscando la llave para abrir la puerta de su casa y la de Kinich, cuando sintió una pequeña patita en los músculos de su espinilla y escuchó un suave maullido.
Te giraste y viste a un pequeño bebé yumkasaur. Tenía una expresión triste en su rostro, probablemente porque ninguno de los dos lo había notado hasta aquí.
Te agachaste y el pequeño se colocó entre tus piernas y se acurrucó contra ti, su expresión cambió en un instante.
En ese momento Kinich había abierto la puerta y se había dado la vuelta, solo para encontrarte de espaldas a él y agachado.
Cuando él vino hacia ti, pensando que estabas herido o enfermo, te vio mirándolo con un bebé yumkasaur acurrucado en tu pecho.
—Creo que nos siguió hasta aquí —dijiste, volviendo la mirada hacia el yumkasaurio y acariciando suavemente su espalda.
—Eso es inusual para un yumkasaurio. A menos que... —Kinich pronunció la última palabra con suspenso.
"¿A menos que qué?", preguntaste mirándolo a la cara.
—A menos que te considere su madre, lo que en este caso encaja perfectamente —habló Kinich, dejando escapar una pequeña risa ante tu expresión de sorpresa.
Volviste a mirar al yumkasaur y te pusiste de pie con él, todavía en tus manos, mimado.
—Bueno... ¿Supongo que eres el padre entonces? —Hablaste y le sonreíste.
—Sólo si eres la madre— respondió Kinich y te besó la mejilla mientras os hacía entrar a todos a la casa.
Te sentaste en el sofá con el pequeño, con una manta sobre ambos.
Te quedaste dormido bastante pronto. El pequeño yumkasaur miraba fijamente a Kinich, que estaba sentado en el mismo sofá, y de vez en cuando le hacía algún ruido.
—¡Tienes mucha energía! ¡Jaja! —dijo Ajaw mientras Kinich le pedía que se callara. Pero el Todopoderoso Señor Dragón siguió y siguió.
"Solo si eres la madre ¿oye?"
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