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"El inframundo el lugar donde habitan los demonios y quién gobierna estás tierra es el Rey de los Demonios y su reina
Sin embargo, los tronos de dichos monarcas llevan un tiempo vacíos
¿Quien será el próximo rey y reina de los demonios?"
Dafne se despertó con pesadez. El sol apenas se colaba por las cortinas de su habitación, y aunque el día ya comenzaba, ella no sentía ninguna motivación para afrontarlo. Usaba un largo camisón rosa pálido que rozaba el suelo cuando finalmente se levantó de la cama, sintiendo el frío del suelo en sus pies antes de deslizarse en sus zapatillas peluditas. Suspiró, con un agotamiento que no era solo físico, y se envolvió en una bata de un vibrante color rosa chicle. Era demasiado brillante para su estado de ánimo, pero aun así la llevaba por costumbre.
Bostezando largamente, Dafne fue al baño. Se lavó la cara con lentitud, dejando que el agua fría le diera una mínima sensación de frescura, pero no pudo evitar mirar su reflejo en el espejo y sentir que algo faltaba. Se sentía vacía, desgastada por dentro. Cada movimiento era una lucha, y arrastrar sus pies fuera de su habitación le pareció el mayor esfuerzo del día.
Mientras cruzaba el pasillo, sin ninguna dirección clara, alguien la interceptó de forma inesperada. Sintió un fuerte abrazo que la envolvía, apretándola con cariño. Antes de que pudiera reaccionar, una voz alegre la saludó:
-¡Buenos días, mi querida pequeña clave de sol!-La voz era inconfundible. Amduscias Poro, siempre con su energía desbordante, la miraba con una sonrisa amplia, casi como si el mundo entero no fuera lo suficientemente brillante para él-
Dafne apenas pudo corresponder el gesto. A pesar de la calidez de su abrazo, ella no podía evitar sentir cómo el entusiasmo de Poro contrastaba brutalmente con su propia apatía. Era como si su cansancio interno se viera aumentado ante tanta energía externa.
-Buenos días...- Murmuró Dafne, sin verdadero entusiasmo-
Poro, ignorando por completo el tono desganado de su sobrina, la mantuvo abrazada unos segundos más antes de soltarla y observarla de pies a cabeza. Alzó una ceja, notando su postura encorvada y el desánimo en sus ojos.
-¡Vaya, vaya!- Exclamó Poro, fingiendo sorpresa- ¿Qué es esa cara tan larga, mi niña? ¡Hoy es un gran día! Hay que estar llena de energía, ¿no lo crees?-
Dafne solo lo miró, su expresión sin cambiar mucho. No compartía en absoluto esa visión.
-No tengo ganas de nada...- Admitió, arrastrando las palabras, sin disimular lo poco que le importaba lo que él pudiera decir-
Poro, sin perder su actitud entusiasta, puso una mano sobre su cabeza y revolvió suavemente su cabello.
-¡Eso es porque todavía no has despertado del todo!- Anunció con una sonrisa traviesa- Vamos, un buen desayuno, un poco de aire fresco, y te sentirás como nueva. No puedes dejar que ese humor gris te domine, ¡no cuando tienes tanto potencial dentro!-
