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"La gran noche"
El día del Deviculum llegó acompañado de una atmósfera de expectación y nerviosismo. Dafne fue despertada mucho antes del amanecer por su abuela, Madame Galie, quien insistía en que cada minuto de preparación era crucial. La mansión estaba llena de actividad frenética: estilistas, diseñadores y sirvientes se apresuraban para que todo estuviera perfecto para la noche en la que Dafne sería presentada como la princesa heredera del inframundo.
Desde el momento en que se levantó, Dafne fue llevada a un amplio salón donde la luz del sol apenas entraba. La habitación estaba llena de espejos y reflejaba la importancia del día. Mientras tanto, su abuela observaba de cerca cómo un equipo de estilistas trabajaba en su cabello, peinándolo hasta que caía en una cascada de rizos perfectos con sutiles reflejos violetas que brillaban en contraste con su oscuro cabello. Los maquilladores resaltaron sus ojos con tonos oscuros y plateados que realzaban su mirada intensa, y aplicaron un tono suave en sus labios, completando el look de una futura reina.
Dafne, acostumbrada a su estilo más sencillo, se sentía casi como una extraña mirándose al espejo. En su reflejo veía a alguien que parecía salido de un cuento de hadas oscuro, lista para enfrentarse al escrutinio del inframundo.
Finalmente, fue el momento de ponerse el vestido, una creación que ella misma había diseñado con gran esmero y dedicación, decidida a mostrar algo que fuera completamente suyo en ese importante evento. Había pasado días en su taller, buscando la perfección, y ahora estaba lista para lucirlo.
El vestido era de un color violeta profundo, una tela rica que parecía cambiar de tono con la luz, pasando del lila al púrpura oscuro. El corsé era ceñido, con intrincados bordados florales en hilos de plata, reflejando la luz de manera sutil. Sus hombros estaban adornados con plumas delicadas del mismo tono que el vestido, dándole un aire etéreo y casi mágico, como si pudiera alzar el vuelo en cualquier momento.
La falda del vestido era amplia, con varias capas que caían en cascada hasta el suelo. A medida que se movía, la falda revoloteaba alrededor de sus piernas, como si cobrara vida propia. Pequeños bordados florales, en tonos morados más oscuros, decoraban el borde, añadiendo un toque de profundidad y elegancia.
Como complemento, llevaba una capa de gasa casi transparente que descansaba sobre sus hombros, sujeta con un broche de plata con el emblema de su familia. La capa se movía suavemente con cada paso que daba, como una extensión de su vestido que capturaba la esencia de la noche. En su cabeza, portaba una sencilla corona de cristal que brillaba con un halo de luz, representando su estatus sin ser ostentosa.
Sus botas, altas y elegantes, eran de un negro profundo con delicados bordados que imitaban las flores del corsé, y aunque estaban ocultas bajo la falda, complementaban perfectamente el diseño. El conjunto la hacía sentir fuerte y vulnerable al mismo tiempo, una mezcla de confianza y miedo por lo que la noche le deparaba.
