-𝑨𝒒𝒖𝒆𝒍 𝒅𝒊𝒂 𝑫𝒐𝒎𝒊𝒏𝒈𝒐
El domingo amaneció tranquilo, pero sabía que, después de lo que había pasado en los últimos días, las cosas estaban lejos de serlo. Desde el casi beso con Bichy el viernes, hasta la cercanía inesperada de Rodrigo el sábado, sentía que estaba atrapada en una especie de triángulo emocional del que no sabía cómo salir. Todo se había mezclado de una manera que no podía manejar.
A media mañana, Bichy me mandó un mensaje.
Bichy: Che, ¿tenés ganas de salir un rato? Podemos dar una vuelta por el parque o pasar por alguna feria. Es domingo, hay que hacer algo.
Dudé un segundo antes de contestar, pero al final, accedí. Después de todo, Bichy siempre había sido mi escape, y aunque ahora todo se sentía un poco más raro, parte de mí quería ver qué pasaría.
Nos encontramos en la esquina de siempre, y cuando lo vi, noté que algo en su postura parecía distinto. Su sonrisa seguía ahí, pero había un brillo diferente en sus ojos. Al acercarme, me dio un abrazo, de esos que se estaban volviendo cada vez más frecuentes y prolongados. Un abrazo que duró un poquito más de lo normal, y cuando nos soltamos, su mano se quedó en mi cintura por unos segundos más.
—¿Todo bien? —me preguntó, mirándome de una forma que ya empezaba a reconocer. No era la mirada de siempre.
—Sí, todo tranqui. —le respondí, sonriendo, aunque el cosquilleo en mi estómago decía lo contrario.
—¿Vamos? —dijo, haciendo un gesto hacia el parque que estaba a un par de cuadras—. Necesitaba salir un poco, la semana fue pesada, ¿no?
Asentí, y empezamos a caminar. La charla fluía fácil como siempre, pero había algo en el aire, una especie de tensión que se hacía notar en los silencios y en la cercanía física. Cada vez que rozaba mi brazo con el suyo o cuando nuestras manos casi se tocaban, sentía que algo podía pasar en cualquier momento.
Llegamos al parque y nos sentamos en uno de los bancos. Hacía calor, pero la brisa era agradable. Mientras charlábamos, Bichy no dejó de acercarse. Al principio pensé que era casual, pero cada vez que se movía, acortaba la distancia entre nosotros un poquito más. Hasta que, en un momento, su mano encontró la mía.
—Valen, ¿te acordás de cuando íbamos al secundario? —dijo de repente, girando para mirarme de frente. Su mano seguía sobre la mía, cálida y firme.
—Obvio. —le respondí, sonriendo—. Siempre fuiste así de pegajoso.
Soltó una carcajada.
—Sí, puede ser. —dijo, apretando un poco más mi mano—. Pero ahora no es lo mismo, ¿no? Vos lo sentís, yo lo siento...
El ambiente se volvió denso de nuevo, como el viernes en la plaza. Sentía que el momento estaba a punto de romperse, y que estábamos caminando hacia algo que no había vuelta atrás.
—No sé, Bichy... —murmuré, intentando desviar la mirada, pero su mano subió a mi mejilla, obligándome a mirarlo de nuevo. Sentí el calor de su palma, y mi corazón empezó a latir más rápido.
—Sí sabés, Val. —me dijo, su voz suave pero segura—. Esto cambió.
Sus ojos estaban fijos en los míos, y por un segundo, todo lo demás desapareció. Sentí que estábamos a punto de volver a ese momento que habíamos dejado en pausa el viernes. Me quedé sin palabras, con la respiración entrecortada, mientras su rostro se acercaba lentamente al mío.
Pero, como si el universo se encargara de evitar que algo más pasara entre nosotros, una voz familiar nos interrumpió de golpe.
—¡Valen! ¿Qué onda? —Rodrigo apareció de la nada, acercándose con una sonrisa despreocupada, pero con los ojos bien clavados en nuestra cercanía.
Me aparté de Bichy rápidamente, tratando de recomponerme. Rodrigo se detuvo frente a nosotros, como si no acabara de interrumpir un momento clave. Bichy también se acomodó, soltando mi mano despacio, pero sin perder su sonrisa. La tensión entre los tres era palpable.
—Rodri, ¿qué hacés acá? —le pregunté, tratando de sonar casual, aunque mi corazón todavía estaba acelerado.
—Estaba caminando, pasando el rato. —respondió, pero sus ojos viajaron de mí a Bichy, claramente notando lo que estaba pasando—. Vi que estaban acá y pensé en pasar a saludar.
—Mirá vos, justo nosotros también. —dijo Bichy, cruzándose de brazos y sonriendo, pero había algo en su tono que no me pasó desapercibido. Era casi desafiante.
Rodrigo se sentó en el banco de enfrente, sin quitarme la vista de encima. Todo lo que había pasado el sábado volvió a mi mente. Su mano en mi rodilla, su atención, su cercanía... y ahora, estaba ahí, mirándonos a los dos como si intentara leer lo que estaba pasando.
—¿Todo bien entre ustedes? —preguntó Rodrigo de repente, con una media sonrisa, pero el tono era más serio de lo que solía usar.
—Sí, todo tranqui. —respondí, intentando desviar la conversación.
—Sí, todo bien. —dijo Bichy, mirando de reojo a Rodrigo—. Aunque justo estábamos hablando de algo interesante.
Sentí que la tensión subía de nuevo. Era como si Bichy estuviera marcando territorio de una forma sutil, pero lo suficientemente clara para que Rodrigo lo notara. Y lo hizo. Rodrigo no tardó en sonreírle de vuelta, pero esta vez, su sonrisa tenía un filo que no había visto antes.
—¿Ah, sí? ¿De qué hablaban? —preguntó Rodrigo, inclinándose un poco hacia nosotros.
—De lo que cambió. —dijo Bichy, sin dudarlo, mirándome fijo—. Entre nosotros, claro.
Mis manos empezaron a sudar. No sabía cómo salir de esa situación. Rodrigo miró a Bichy por un segundo, y luego volvió la mirada hacia mí.
—¿Y vos, Valen? —preguntó, su voz suave pero con una intensidad en sus ojos que me hizo estremecer—. ¿Vos sentís que algo cambió?
Me quedé en silencio, atrapada entre las miradas de ambos. Rodrigo estaba siendo más directo que nunca, y Bichy no parecía dispuesto a retroceder. Todo lo que había pasado en la semana, las miradas, los roces, el casi beso... todo me abrumaba. Pero también sabía que lo que eligiera decir ahora podía cambiar la dinámica entre los tres para siempre.
—No lo sé... —empecé a decir, pero Bichy me interrumpió.
—Sabés que sí. —dijo, sin apartar su mirada de la mía—. Sabés que esto ya no es lo mismo.
Rodrigo se quedó callado, pero su mirada se endureció. Sabía que estaba perdiendo algo, o al menos eso parecía. Sentí su frustración, pero no estaba seguro si era hacia mí o hacia Bichy.
El silencio que siguió fue insoportable, y cuando ya no podía aguantar más, Rodrigo se levantó de repente.
—Bueno, los dejo seguir con su charla. —dijo, sin mirarnos, con una calma que sentí forzada—. Nos vemos, Val.
Y sin más, se dio la vuelta y empezó a caminar, dejándome ahí, con el corazón en la garganta y las palabras atascadas en mi boca. Miré a Bichy, quien no había dejado de observar a Rodrigo mientras se alejaba. Pero cuando nuestros ojos se cruzaron de nuevo, algo en su expresión cambió. Su mano volvió a buscar la mía, pero esta vez, no había el mismo calor que antes.
—No tenés que decidir nada ahora, Val. —me dijo suavemente—. Pero sabés que yo estoy acá. Para lo que sea.
Me quedé en silencio, viendo cómo Rodrigo se perdía en la distancia. Y aunque parte de mí quería correr tras él, otra parte no podía ignorar lo que sentía por Bichy. El domingo, que parecía ser un día más, terminó siendo el día en que me di cuenta de que estaba atrapada entre dos caminos. Y no sabía cuál elegir.
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NOSE QUE PONER YAAA
Espero que les guste este libro a mi me esta gustando un monton el desarroyo de la historia
Un beso para ustedes y para mi hermana como no, que la amo ahre, bueno ella me estuvo apoyando mucho en mis ideas de transtornada y ustedes tambien
-Tai<3
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𝐂𝐞𝐫𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐓𝐢 - 𝐑𝐨𝐝𝐫𝐢𝐠𝐨 𝐂𝐚𝐫𝐫𝐞𝐫𝐚-
Fanfiction-𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘨𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘷𝘰𝘭𝘢𝘳-- Valentina Riccardi, estudiante universitaria, ha estado enamorada de Rodrigo, su compañero de clase, desde el secundario. Aunque él parece ajeno a sus sentimientos, el primer día de la faculta...