-𝐂𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐦𝐞𝐧𝐨𝐬 𝐭𝐞 𝐥𝐨 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐬
El martes amaneció como uno de esos días grises en los que el café no alcanza para despejar la mente, y el cansancio ya se sentía desde el primer paso al salir de casa. La facu, ese lugar que normalmente podía ser un refugio entre amigos y charlas, hoy se sentía como un laberinto de monotonía y estrés. Gio y yo nos habíamos cruzado temprano, ambas con ojeras marcadas, y una charla rápida sobre lo mucho que nos agotaba esta semana de parciales. Estaba claro que no estábamos ni cerca de nuestro mejor humor.
—¿Viste que Rodrigo no vino hoy? —me preguntó Gio mientras nos dirigíamos a nuestra clase.
—Sí, raro en él. Capaz tenía algo importante, ¿no? —respondí, sin darle mucha importancia, aunque en el fondo me quedaba esa inquietud. Me había acostumbrado tanto a su presencia que su ausencia se sentía como un vacío.
(...)
El día pasó entre apuntes mal copiados, profesores que parecían más interesados en hacernos sufrir que en enseñar, y murmullos de compañeros ansiosos por las próximas evaluaciones. Gio y yo nos mirábamos con la misma expresión de cansancio acumulado, y cada tanto nos intercambiábamos comentarios sobre lo pesados que eran los días en la facu.
—No sé vos, pero yo no aguanto más, Valen —dijo Gio, estirándose en la silla.
—Lo mismo, me quiero ir ya —repliqué, mientras el reloj avanzaba lento como una tortura.
En el descanso, fuimos al patio. Y ahí estaba Bichy, riéndose, pero no con nosotras, sino con ella, la chica nueva. Algo en su manera de hablarle, de inclinarse un poco hacia ella mientras le decía algo al oído, me daba una sensación extraña. No me molestaba tanto como pensé que lo haría, pero igual dolía. No había mucho que hacer más que aceptar que las cosas con él ya no serían lo que fueron.
Gio se dio cuenta de mi mirada, y como buena amiga, no tardó en decir algo para distraerme.
—Che, ¿te prendés a un helado después? Total, ya estamos a mitad del día —me dijo, tratando de animarme.
—Dale, aunque no sé si tenga mucha energía después de esta clase —respondí, sonriendo, pero mi cabeza seguía dándole vueltas a lo que había visto.
(...)
Despues de tomar un helado con Gio, Finalmente, el día en la facultad terminó. Los apuntes, las clases, todo se mezclaba en mi cabeza como un torbellino. Lo único que quería era llegar a casa, tirarme en la cama y desconectar un poco del mundo. Rodrigo no había mandado mensajes, y eso también me tenía un poco pensativa. Estaba acostumbrada a que nos habláramos casi todo el tiempo, y su silencio, aunque seguramente sin mala intención, me hacía sentir un poco sola.
Caminaba por la calle, sumida en mis pensamientos, cuando sentí una presencia extraña detrás de mí. Giré la cabeza, pero no vi nada raro, solo un par de personas caminando a lo lejos. Traté de ignorarlo y seguí andando, pero la sensación no se iba. Era como si alguien estuviera siguiéndome, susurrándome al oído con su sola presencia.
De repente, lo vi: un tipo que se acercaba demasiado rápido con una navaja, y antes de que pudiera reaccionar, lo tenía a centímetros de mí. Mi corazón se aceleró, y el miedo me invadió como una ola helada.
—Dame el celular y no hagás quilombo —dijo con voz ronca, acercándose aún más.
Intenté retroceder, pero mis pies parecían pegados al suelo. Todo sucedía tan rápido que apenas podía procesarlo. Sentía las manos temblar y el pánico apoderarse de mí.
Justo en ese momento, escuché una voz familiar.
—¡Ey, salí de acá! —gritó alguien, y cuando miré hacia el origen de ese grito, vi a Bichy corriendo hacia mí. El tipo salió corriendo, dejándome en medio de la vereda, temblando de pies a cabeza.
Bichy llegó hasta mí, con la respiración agitada, y me miró preocupado.
—¿Estás bien? —me preguntó, y en ese momento sentí que todo el peso del miedo caía sobre mí de golpe.
—Sí... no sé —murmuré, todavía en estado de shock.
—Venite conmigo, te acompaño a casa —dijo sin esperar una respuesta, poniéndome su brazo sobre los hombros. Ese gesto, tan simple y tan necesario en ese instante, me hizo sentir una mezcla de alivio y confusión. Era raro tenerlo tan cerca después de tanto tiempo sin esa confianza, pero en ese momento no importaba. Solo quería sentirme segura.
Caminamos en silencio durante un rato, y aunque no dije nada, podía sentir cómo mi cuerpo se relajaba poco a poco. Bichy no me soltaba, caminaba pegado a mí, y por primera vez en mucho tiempo, me di cuenta de cuánto lo había extrañado. Quizás ya no lo veía de la misma manera, pero su presencia era algo que siempre había valorado.
Llegamos a la puerta de mi casa, y antes de entrar, me di vuelta para mirarlo. Él me observaba con una mezcla de preocupación y seriedad.
—Gracias... de verdad, no sé qué hubiera hecho si no aparecías —dije con la voz quebrada.
Sin pensarlo, lo abracé. Al principio, él se quedó quieto, como sorprendido, pero luego sus brazos me rodearon con fuerza. En ese abrazo se sentía como si el tiempo retrocediera, como si por un segundo volviéramos a ser esos amigos inseparables que alguna vez fuimos. Y de pronto, las lágrimas comenzaron a caer. No era solo por el susto, sino por todo. Por lo que habíamos sido, por lo que había cambiado, por lo que había dejado de ser.
—Gracias por estar, por cuidarme —susurré entre sollozos.
Bichy me acarició la espalda de manera reconfortante, sin decir una palabra. Sabía que no hacía falta hablar, que lo que estaba pasando en ese momento era suficiente...
—Siempre voy a cuidarte, Valen —dijo finalmente, con esa voz baja y seria que pocas veces usaba.
Me separé de él, limpiándome las lágrimas, y le sonreí, aunque todavía sentía el nudo en la garganta.
—Gracias, de verdad... sos importante para mí, aunque las cosas hayan cambiado.
Bichy asintió, y antes de irse, me dedicó una última mirada, esa mezcla de cariño y algo que ya no podía definir del todo.
—Cuidate —dijo antes de girarse y caminar en dirección contraria.
Me quedé en la puerta un momento, viendo cómo se alejaba. Sabía que, a pesar de todo, siempre estaría ahí para mí, como yo lo estaría para él. Pero también sabía que nuestra historia, esa que había comenzado con risas y confidencias, ahora tenía un nuevo capítulo. Y aunque doliera, era hora de aceptarlo...pero... ¿Eran sinceras sus acciones y palabras?
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Una cosa: Estuve pensando en cambiarles la edad a los personajes y lo hice, para que no vayan de nuevo a leer el primer capitulo aca les dejo
Valen: 19 años
Gio: 18 años
Rodri: 19 años
Bichy: 19 años tambien
y guille tambien como no AJAJ, ahora si...
Buen Domingoo ¿Como andann?
Parece que bichy acepto todo pero nah todos iguales JAJJA despues pasan cosas
Espero que anden bien, no se olviden votar ( Me ayuda mucho para seguir escribiendo)
Los quiero mucho
-Angi<3
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𝐂𝐞𝐫𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐓𝐢 - 𝐑𝐨𝐝𝐫𝐢𝐠𝐨 𝐂𝐚𝐫𝐫𝐞𝐫𝐚-
Fanfiction-𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘨𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘷𝘰𝘭𝘢𝘳-- Valentina Riccardi, estudiante universitaria, ha estado enamorada de Rodrigo, su compañero de clase, desde el secundario. Aunque él parece ajeno a sus sentimientos, el primer día de la faculta...