𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝟑𝟕

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 -𝐑𝐞𝐠𝐫𝐞𝐬𝐨 𝐚 𝐂𝐚𝐬𝐚 𝐲 𝐑𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨𝐬 𝐢𝐧𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚𝐛𝐥𝐞𝐬

Al bajarme del micro, lo primero que vi fue a Rodrigo, esperándome entre la gente de la terminal. Estaba apoyado contra una columna, con las manos en los bolsillos, y apenas me vio, su cara se iluminó. Caminé hacia él, tratando de no mostrar tanto lo mucho que me había emocionado verlo, pero cuando nos encontramos, no hubo otra que abrazarlo fuerte, sentir cómo me rodeaba con sus brazos. Ese abrazo tenía algo especial, una mezcla de "te extrañé" y "te necesitaba".

—¿Cómo estuvo el viaje? —me preguntó con una sonrisa, mientras salíamos de la terminal.

—Largo, como siempre —le respondí, riéndome un poco—. Pero ya estoy acá, eso es lo que importa, ¿no?

Salimos a la calle y nos subimos a su auto, y fuimos directo al barrio. Durante el viaje, íbamos charlando de todo un poco, de cosas sin importancia pero que hacían que el tiempo volara. La ciudad pasaba por la ventana y, aunque había pasado tiempo desde la última vez que estuve acá, todo se sentía igual de familiar. Ver los lugares que me rodearon toda la vida, sentir el aroma a tierra mojada, todo me hacía sentir en casa. Y tener a Rodrigo a mi lado le daba un toque especial a ese regreso.

                                                          (...)

Al llegar a casa, saqué las llaves y abrí la puerta. Mamá apareció en la entrada, con esa cara de sorpresa que mezcla alegría y un poco de reproche por no haber avisado que ya estaba en camino.

—¡Valen! —exclamó, y vino a abrazarme enseguida, fuerte, como si tuviera miedo de que desapareciera de nuevo.

—Te extrañé, ma —le dije, devolviéndole el abrazo. Después miré a Rodrigo, que estaba un poco al costado—. Ma, él es Rodrigo, no se si te acordas.

— Rodrigo, Sii me acuerdo. Bienvenido —dijo mi mamá, un poco sorprendida de verme acompañada, pero le dedicó una sonrisa amable—. Es un gusto tenerte acá.

Solté una risita nerviosa y le pregunté por papá, aunque ya me imaginaba la respuesta. Y ella, con una expresión que ya conocía, me dijo:

—Tu papá, como siempre, no va a estar estas vacaciones. Tuvo que irse del país por trabajo.

El mismo cuento de siempre. La misma ausencia que dolía, pero que ya había aprendido a aceptar. Me mordí el labio, tratando de que no se notara mucho lo que sentía. Rodrigo me puso una mano en el hombro, como queriendo decirme que estaba ahí, que no estaba sola. Y eso me dio un poco de consuelo.

—Bueno, pasá. Vení a mi cuarto, Rodri. Te muestro un par de cosas —le dije, sonriendo un poco para disimular el vacío que me había dejado la noticia.

Subimos y, al entrar a mi habitación, sentí que el tiempo no había pasado. Todo estaba igual: los posters en las paredes, los libros desordenados, la cama cubierta de almohadas y recuerdos. Rodrigo miraba a su alrededor, curioso, con esa sonrisa suya medio pícara.

 Saque de una caja fotos de los actos en la primaria, esas en las que usábamos trajes ridículos de cartón y papel crepé. Rodrigo se rió al ver una donde estaba disfrazada de árbol, y yo le pegué en el brazo, haciéndome la ofendida.

—Dale, no te rías tanto, vos también tenías lo tuyo, mirá esta —le dije, sacando una foto de él, con una cara de susto en una obra de teatro.

—Nah, esta foto nunca la vi, ¡¿qué hacías guardando esto?! —dijo, riendo, mientras trataba de quitarme la foto de las manos.

Seguimos revisando recuerdos, y en algún momento me di cuenta de que estábamos muy cerca. Él miraba una foto, pero yo no podía dejar de mirarlo a él. Había algo en sus ojos, en la manera en que me miraba, que me hacía sentir un cosquilleo en el pecho. Fue un segundo en que nuestras miradas se encontraron y, sin pensarlo mucho, nos acercamos un poco más, como si todo alrededor se hubiera desvanecido.

𝐂𝐞𝐫𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐓𝐢 - 𝐑𝐨𝐝𝐫𝐢𝐠𝐨 𝐂𝐚𝐫𝐫𝐞𝐫𝐚-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora