𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝟒𝟕

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  -𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐟𝐮𝐢𝐦𝐨𝐬 𝐲 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐬𝐞𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬

 — Veni Rodrii, tomate uno conmigo— Dijo mientras me ofecia de su vaso.

—Valen, estás re enpeda. Vamos, mejor te llevo a casa —le dije, intentando que mi voz sonara tranquila.

Sin mucho decir, dejó que la guiara hasta afuera, aunque sus pasos eran inseguros y un par de veces tuve que sostenerla de la cintura para evitar que se cayera. Mientras la ayudaba a subir al auto, ella soltó una risita, de esas que me hacían perder la cabeza. Subí yo también, y encendí el auto, pero no moví ni un músculo. Miré hacia el volante, tratando de ordenar mis pensamientos y recordarme que ella había tenido razón en cada cosa que me había dicho. Aún así, verla ahí, en el asiento de al lado, con la cabeza apoyada en el respaldo y sus ojos mirándome... no era algo fácil de ignorar.

En el silencio, sentí su mirada fija sobre mí, y cuando me giré para devolverle la mirada, me di cuenta de que sus ojos brillaban, y no solo por el efecto de las luces de la fiesta.

—¿Te conté alguna vez que me encantan tus ojos verdes? —me dijo, con una voz tan suave que casi me quebró. Esa era Valen, la misma Valen de la que había estado enamorado toda la vida, la misma Valen a la que había lastimado, la que ahora me miraba como si buscara algo en mí que pudiera reparar todo el daño que le hice.

Tragué saliva, luchando por mantenerme en mi lugar. —Gracias, Valen... —le respondí en voz baja—, los tuyos también son hermosos.

Pero antes de que pudiera decir algo más, sentí cómo sus manos se aferraban a mi Remera. En un solo movimiento, me acercó hacia ella, dejándonos a solo centímetros de distancia, sus ojos entrecerrados pero fijos en los míos. Mi corazón empezó a latir tan fuerte que pensé que ella podría escucharlo. Y, antes de que pudiera reaccionar, sentí sus labios sobre los míos.

Todo el tiempo que había soñado con este momento, pero al mismo tiempo, no había manera de preparar cómo se sentía realmente. Me dejé llevar por esos segundos en los que parecía que el mundo se detenía, en los que solo existíamos ella y yo. Pero de repente, noté cómo su respiración cambió y se apartó de golpe, llevando una mano a su boca, como si hubiera cometido el peor error de su vida.

—No... esto no... —murmuró, apartando la mirada, confundida y llena de arrepentimiento. Supe en ese instante que, aunque me amara, no estaba lista para olvidar todo lo que le había hecho pasar.

—Valen... —intenté, pero ella negó con la cabeza, mirando hacia el vidrio como si quisiera estar en cualquier otro lugar menos ahí, conmigo.

—Rodri, por favor... no hagas esto más difícil —dijo en un susurro, y aunque estaba destrozado, entendí que ella tenía que lidiar con lo que sentía sin que yo la presionara. Había sido yo quien la empujó a esa distancia en primer lugar.

Conduje hasta mi casa en silencio, y aunque ella estaba a mi lado, en mi corazón sentía el frío de estar cada vez más lejos.

                             (...)

-Valentina 

Me desperté  con un dolor de cabeza que me partía en dos. Apenas abrí los ojos, noté que estaba en un lugar desconocido, un departamento elegante, demasiado ordenado como para ser la casa de Iván, y definitivamente no era la de Gio. Me senté con dificultad y miré el celular: las 3 de la tarde. Todo me daba vueltas, pero me obligué a pararme despacio, tratando de no hacer ruido, agarré mis cosas y me encaminé hacia la salida, aunque el miedo y la confusión me paralizaban un poco. En el pasillo, algo me rozó la pierna. Bajé la mirada y lo vi: un gato naranja y blanco, y lo reconocí de inmediato. ¿Barry? El gato de Rodrigo. Sentí una punzada en el pecho, pero seguí caminando hacia la cocina y el comedor, buscando respuestas.

𝐂𝐞𝐫𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐓𝐢 - 𝐑𝐨𝐝𝐫𝐢𝐠𝐨 𝐂𝐚𝐫𝐫𝐞𝐫𝐚-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora