𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝟏𝟒

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  -𝑺𝒆𝒏̃𝒂𝒍𝒆𝒔 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒖𝒔𝒂𝒔

El sábado llegó con esa calma que trae el fin de semana, pero en mi cabeza, todo estaba menos que calmado. Lo de ayer con Bichy me había dejado hecha un lío. No había podido sacarme de la cabeza ese momento en la plaza, cuando casi... cuando estuvimos a punto de cruzar esa línea. Y, por si fuera poco, la aparición de Rodrigo justo en ese instante había puesto las cosas todavía más incómodas. No tenía idea de qué pensaba, pero algo en su mirada me decía que no había sido indiferente a lo que vio.

Eran las cinco de la tarde y yo ya estaba lista para salir a dar una vuelta, necesitaba despejarme. Habíamos quedado en juntarnos todos en la casa de Gio para ver una película y pasar el rato. Nada especial, pero después de lo que pasó con Bichy, no sabía cómo iba a manejar la situación. Me puse lo primero que encontré, unas zapatillas y un jean:

 Me puse lo primero que encontré, unas zapatillas y un jean:

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sin darle muchas vueltas, y salí para la casa de Gio.

Cuando llegué, ya estaban todos. Rodrigo estaba tirado en el sillón, con los auriculares colgando del cuello, como siempre, y Gio revoloteaba entre la cocina y el living buscando snacks. Bichy estaba sentado en el piso, apoyado contra el sillón, con las piernas estiradas y el celular en la mano. Me miró al entrar, y aunque me sonrió, no se acercó como otras veces. Sentí un alivio mezclado con incertidumbre. Parecía que lo de ayer no había cambiado nada... ¿o sí?

—¡Valen, por fin llegaste! —dijo Gio, saliendo de la cocina con un bowl lleno de papas fritas—. Vamos a arrancar la peli. Rodri ya puso una, pero no estoy ni segura de cuál es.

—Dale, lo que sea. —respondí, tratando de sonar relajada.

Me senté en el sillón, justo al lado de Rodrigo, porque era el único lugar libre, y en cuanto me acomodé, sentí su brazo rozar el mío. No era algo raro, pero hoy se sentía diferente. Me moví un poco, pero él no pareció inmutarse. Al contrario, estiró su brazo en el respaldo del sillón, y aunque no me tocaba directamente, la cercanía era notoria.

—¿Te molesta si me tiro un poco más? —me preguntó, con su tono despreocupado, pero su mirada fija en mí.

—No, está bien. —respondí, aunque sentí que el corazón me daba un pequeño brinco.

Rodrigo no solía ser tan... atento, por decirlo de alguna manera. Siempre había sido más distante, en su mundo. Pero hoy estaba mucho más cerca de lo normal. Durante la película, me fui dando cuenta de que sus miradas hacia mí eran más frecuentes, como si estuviera esperando algo. Me hacía sentir incómoda y nerviosa, pero a la vez... no podía dejar de notar lo bien que me hacía sentir su atención.

En una escena particularmente aburrida, noté que Rodrigo me miraba de reojo, y cuando nuestras miradas se cruzaron, no la desvió. Me sonrió, una de esas sonrisas medias, sin mostrar dientes, pero lo suficientemente intensa como para hacerme sentir el calor subiendo por mis mejillas. Me quedé congelada un segundo, sin saber bien qué hacer. Siempre había tenido esa especie de atracción por él, pero nunca había pasado nada, y él siempre había sido el chico inalcanzable, distante. Ahora, estaba ahí, a unos centímetros de mí, mirándome como si quisiera decir algo.

—¿Todo bien? —me preguntó en voz baja, inclinándose un poco más hacia mí. Sentí su brazo casi tocando mi hombro.

—Sí, sí, todo bien. —le respondí, tratando de sonar despreocupada, pero mi voz salió un poco más suave de lo que esperaba.

De repente, sentí que el ambiente había cambiado. Rodrigo estaba más cerca de lo que había estado en mucho tiempo, y su atención me ponía nerviosa. Mientras trataba de enfocarme en la película, sentí su rodilla rozar la mía, pero esta vez no me alejé. Me quedé ahí, en esa posición incómoda, pero a la vez intrigante. Algo en su actitud me estaba confundiendo.

No sabía si estaba imaginando cosas o si realmente estaba mostrando interés, pero sus señales eran claras. No dejaba de buscar mi mirada, y cada vez que lo hacía, me daba esa media sonrisa que hacía que me descolocara. Nunca lo había visto así, y aunque quería preguntarle qué le pasaba, no encontraba las palabras.

Cuando la película terminó, Gio se levantó y Bichy aprovechó para ir al baño. Rodrigo, en cambio, no se movió. Giró un poco hacia mí, apoyando su codo en el respaldo del sillón.

—Che, Val... —empezó a decir, bajando un poco la voz para que solo yo lo escuchara—. ¿Estás bien? Estás medio en otra hoy.

Lo miré. Estaba tan cerca que podía sentir su respiración, y algo en su tono era más suave de lo normal, más atento. No estaba seguro de lo que sentía, pero lo que sí sabía era que Rodrigo nunca había sido así conmigo.

—Sí, todo bien. —le respondí, encogiéndome de hombros—. Capaz estoy un poco distraída, nada más.

—Te noto rara. —insistió, mirándome fijo—. Desde ayer, ¿pasó algo?

La pregunta me agarró por sorpresa, pero traté de mantener la calma. No quería meterme en terreno peligroso. No sabía si Rodrigo estaba preguntando por curiosidad o si realmente le importaba. Pero había algo en su mirada, en la forma en que me observaba, que me hacía pensar que había más detrás de sus palabras.

—No, nada. —le dije, sonriendo un poco para quitarle peso—. Solo que fue una semana larga.

Rodrigo me observó un segundo más, como si estuviera decidiendo si insistir o no. Y cuando ya pensaba que iba a dejar el tema, se inclinó un poco más hacia mí.

—Mirá, si pasa algo, podés decirme. —me dijo, en un tono más bajo—. Sabés que siempre podés contar conmigo.

Me quedé sin palabras. Esa era la primera vez que Rodrigo me hablaba con tanta... cercanía. Siempre había sido un amigo, sí, pero más distante, más reservado. Y ahora estaba ahí, ofreciéndome algo que no esperaba. Su mano se apoyó suavemente en mi rodilla, un gesto que me hizo sentir un escalofrío recorriéndome la espalda.

—Gracias, Rodri. —le dije, sin saber bien qué más agregar. Su mano seguía ahí, y aunque no era un gesto demasiado grande, sentía que el mundo se me achicaba un poco.

Justo cuando sentí que la tensión entre nosotros estaba por subir otro nivel, la puerta del baño se abrió y Bichy salió, secándose las manos. Se detuvo un segundo al vernos, y su sonrisa habitual se apagó por un momento. No dijo nada, pero noté que sus ojos viajaban de Rodrigo a mí, y después bajaron hacia la mano de Rodrigo que seguía en mi rodilla.

Rodrigo se dio cuenta de la mirada de Bichy y soltó mi rodilla rápidamente, como si nada hubiera pasado. Me quedé un segundo más en silencio, tratando de procesar lo que acababa de ocurrir.

—Che, ¿qué onda? —dijo Bichy finalmente, volviendo a su tono despreocupado, pero con un toque de tensión—. ¿Nos vamos o qué?

Rodrigo se levantó despacio, estirándose, como si no hubiera pasado nada raro.

—Sí, dale, ya es tarde. —respondió, sin mirarme.

Cuando salimos de la casa de Gio, sentí la tensión en el aire, tanto entre Rodrigo y yo, como entre Bichy y él. Sabía que algo había cambiado. Rodrigo había dado un paso hacia mí que nunca había esperado, y aunque no sabía bien cómo me sentía, había algo en su actitud que me había dejado pensando. ¿Era solo un momento de debilidad? ¿O realmente estaba empezando a mostrar interés?

El sábado, que parecía ser un día tranquilo, terminó dejándome con más preguntas que respuestas. Rodrigo, con sus gestos y sus palabras, había abierto una puerta que no sabía si quería cruzar. Pero lo que sí sabía era que, después de hoy, las cosas ya no serían las mismas.

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Xd

espero que tengan un buen dia

                      -Tai<3

𝐂𝐞𝐫𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐓𝐢 - 𝐑𝐨𝐝𝐫𝐢𝐠𝐨 𝐂𝐚𝐫𝐫𝐞𝐫𝐚-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora