- 𝑨𝒃𝒊𝒔𝒎𝒐
El miércoles amaneció como cualquier otro día, pero el clima no ayudaba. Una lluvia pesada caía sin descanso, y la humedad hacía que todo se sintiera más lento, más denso. No era el mejor escenario para arrancar una jornada en la facultad, y mucho menos cuando mi cabeza todavía daba vueltas después de lo que había pasado el día anterior con Bichy. No, no es que hubiese pasado algo concreto, pero había algo. Algo que no lograba descifrar del todo, pero que seguía presente, ahí, como una picazón en el fondo de mi mente.
Llegué temprano a la facultad por primera vez en semanas, aunque no por ganas. El bondi me dejó justo cuando la lluvia se largó con todo, y preferí apurarme antes que mojarme más. El aula todavía estaba casi vacía, solo un par de compañeros desperdigados por ahí y el murmullo bajo de la gente que iba llegando. ¿Y Gio? No estaba todavía. Seguramente llegaría tarde, como siempre.
Me senté en el fondo, cerca de la ventana, para poder ver la lluvia golpear contra el vidrio mientras trataba de ordenar mis pensamientos. Pero entonces escuché una voz familiar.
—¡Che, Val! —era Bichy, con su tono relajado de siempre. Llegaba con su mochila a medio colgar y el pelo un poco desordenado por la lluvia.
Me giré para verlo, sin poder evitar sonreír un poco. Era como si su presencia me sacudiera un poco de todo lo que me pesaba.
—Hola, Bichy —le dije, intentando sonar despreocupada—. ¿Todo bien?
Él dejó su mochila en la silla de al lado y se acomodó, sacudiéndose el pelo como si eso fuera a ayudar a secarse. —Sí, todo tranqui, un poco mojado nomás. ¿Y vos? Te noto con cara de poco dormir.
Mire hacia la ventana, evitando que notara la leve incomodidad que me daba que siempre supiera cómo estaba sin que tuviera que decir nada—. No sé, no pegué un ojo anoche, demasiadas cosas en la cabeza. -Respondi-
—Aaaah, sí, te entiendo —dijo, en tono cómplice, mientras se recostaba en la silla, mirando también por la ventana—. ¿Rodri, no?
Solté una carcajada seca, más por nervios que por otra cosa. —Che, vos ya me conocés demasiado. Es un quilombo todo eso, no sé cómo lo manejás vos.-Agregue-
Bichy se encogió de hombros, y durante un segundo lo miré de reojo. Parecía relajado, como siempre, pero había algo en su mirada que lo delataba, como si entendiera más de lo que yo pensaba.
—No es tan complicado, Valentina. Solo tenés que dejar que las cosas pasen. Vos sos de las que piensa mucho todo, siempre analizás todo... —me miró y sonrió de lado—. A veces hay que dejar que las cosas fluyan, y listo.
Rodé los ojos, tratando de no darle tanta importancia a lo que me decía. Era más fácil decirlo que hacerlo.
—¿Y vos? —le pregunté de repente—. ¿No pensás nunca en esas cosas? ¿Tipo, no te hacés la cabeza?
Bichy se quedó en silencio por un segundo, como si estuviera decidiendo si responderme o no. Finalmente, se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas, y me miró directo a los ojos. Era raro verlo tan serio, casi desconcertante.
—La verdad... —comenzó, y después se detuvo, como si quisiera elegir bien las palabras—. La verdad es que sí, me hago la cabeza, pero lo mío es más simple, Val. Yo sé lo que quiero. El tema es cuándo, y cómo. A veces hay cosas que uno tiene al lado, pero no las ve bien hasta que el momento es el correcto.
Me quedé en silencio, sin saber bien cómo interpretar eso. Había algo en su tono, en su manera de hablar, que me descolocaba. Quería decir algo, pero antes de que pudiera procesar lo que acababa de escuchar, la puerta del aula se abrió de golpe.
—¡Ey, ahí están! —la voz de Gio resonó por todo el salón. Llegaba agitada, con el pelo mojado y su infaltable mate bajo el brazo.
Gio entraba siempre como un torbellino. Cuando llegó a nuestra fila, se dejó caer en la silla al lado mío con un suspiro dramático.
—No saben lo que me costó encontrar el bondi. Están todos hechos un desastre —dijo mientras se sacaba la campera empapada y me pasaba el mate.
—Aguantá un poco, estamos tranquilos acá —respondí, riendo mientras aceptaba el mate que me ofrecía.
—Es que... ¡pará! ¡Necesito chisme! ¿Qué pasó con Rodri? —preguntó, sin rodeos, mientras preparaba otro mate para Bichy.
Sabía que esa pregunta iba a venir. Después de la clase de ayer, Rodrigo ni me había hablado. mientras se iba con Guille otra vez. ¿Qué veía en ella que no veía en mí? Me dolía, pero no quería hablar de eso en voz alta. No cuando estaba Bichy ahí.
—Nada —respondí, tratando de sonar despreocupada—. Nada que no haya pasado ya mil veces antes.
Gio me miró con una mezcla de lástima y fastidio, pero no dijo nada más. Sabía que, cuando me ponía en ese tono, no iba a sacar mucho de mí.
Bichy, por su parte, permanecía en silencio, pero me observaba. Podía sentir su mirada, aunque no lo estuviera mirando directamente. Era como si él supiera algo que yo no. La conversación siguió con Gio haciendo sus comentarios y chistes, pero yo estaba en otro lado, sumergida en mis pensamientos.
Cuando la clase terminó, nos levantamos para salir del aula. La lluvia seguía cayendo, aunque más suave ahora. Estaba a punto de ponerme la mochila cuando sentí una mano en mi hombro. Era Bichy.
—Che, ¿te vas caminando o te llevo en el auto? —me preguntó, en ese tono despreocupado que siempre usaba, pero con una chispa de algo más.
—No hace falta, puedo ir en bondi —le respondí, aunque la idea de mojarme otra vez no me hacía gracia.
—Dale, Val —insistió—. No tiene sentido que te mojes más. Vamos, te llevo. No te hagas la orgullosa.
Sus palabras me sacaron una sonrisa. Siempre era igual. Él sabía cuándo insistir, y cuándo dejarme sola. No lo pensaba dos veces.
—Está bien, pero solo porque me da paja volver a mojarme —dije, aceptando la oferta.
Cuando nos despedimos de Gio en la entrada, me di cuenta de que el gesto de Bichy había sido más natural de lo que pensaba. Mientras caminábamos hacia su auto, me rodeó con un brazo, no de manera invasiva, sino protectora, y la calidez de su cercanía me hizo sentir bien. No pensé mucho en eso, simplemente lo acepté.
Ya en el auto, mientras la lluvia golpeaba el parabrisas, él prendió la música, algo suave, casi imperceptible. Manejaba tranquilo, y por momentos me olvidaba de todo lo demás. Bichy siempre sabía cómo hacer que el tiempo pasara sin tanta carga.
Cuando llegamos a mi casa, me di vuelta para agradecerle, pero él me miró con esa sonrisa suya, la que siempre me desarmaba.
—Te dije que no valía la pena mojarte —bromeó, y antes de que pudiera responder, me dio un abrazo rápido. No fue solo un abrazo cualquiera; fue cálido, cercano, y antes de soltarme, me dio un beso en la cabeza, algo que no había hecho nunca.
—Nos vemos mañana, Val —me dijo, sin darle más importancia, como si todo eso fuera normal.
Me quedé mirando el auto alejarse, y aunque no lo había notado en el momento, una chispa se encendió en mi pecho. No era solo la cercanía física, sino algo más. Algo que todavía no quería enfrentar del todo, pero que empezaba a hacerse más evidente.
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Actualizacion N8
Me esta gustando mucho escribir para ustedes espero que les este gustando muchoo, Lqm
Medio corto creo JAKAJAJ, unas ganas de chambear tengo jsjsj
-Tai<3
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𝐂𝐞𝐫𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐓𝐢 - 𝐑𝐨𝐝𝐫𝐢𝐠𝐨 𝐂𝐚𝐫𝐫𝐞𝐫𝐚-
Fanfiction𝗖𝗲𝗿𝗰𝗮 𝗱𝗲 𝗧𝗶 | Valentina Riccardi, estudiante universitaria, ha estado enamorada de Rodrigo, su compañero de clase, desde el secundario. Aunque él parece ajeno a sus sentimientos, el primer día de la facultad le ofrece una oportunidad para a...