CAP 27:La Eternidad que Nos Pertenecía

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La luz de la mañana comenzaba a filtrarse suavemente a través de las cortinas, tiñendo la habitación de tonos dorados mientras el aire se mantenía fresco por la brisa marina. Izuku abrió los ojos lentamente, acostumbrándose al resplandor del día, sintiendo la calidez familiar del cuerpo de Dabi a su lado. Los años habían pasado, pero esos momentos en los que despertaba junto a él seguían siendo mágicos, como si cada despertar confirmara que su vida había tomado un giro que nunca habría imaginado, pero que no cambiaría por nada.

El sonido de la respiración tranquila de Dabi lo hizo sonreír. Observó por un momento el rostro sereno de su esposo, sus cicatrices tan familiares, pero ahora más que nunca, eran parte de la belleza única de Dabi. Esas marcas no eran solo símbolos de su pasado tormentoso, sino testigos del camino que había recorrido y la fuerza que había encontrado para seguir adelante. Izuku siempre había sentido una profunda admiración por esa resiliencia en Dabi, y en esos momentos tranquilos, esa admiración se mezclaba con un amor que crecía cada día más.

Izuku se inclinó un poco, dejando un suave beso en la mejilla de Dabi antes de levantarse de la cama. No quería despertarlo todavía. El día era suyo, y aunque estaban disfrutando de un tiempo de paz, los momentos tranquilos como este, en los que no había obligaciones ni héroes ni villanos, eran especialmente valiosos. Se dirigió a la cocina con la intención de preparar el desayuno, algo simple, pero especial. Después de todo, era un día importante.

Mientras los huevos chisporroteaban en la sartén y el aroma del café recién hecho llenaba la casa, Izuku pensó en lo lejos que habían llegado. Habían pasado por tantas cosas, y aunque la vida no siempre había sido fácil para ninguno de los dos, de alguna manera habían encontrado su camino juntos. El día que se casaron fue uno de los más felices de su vida, pero no era solo ese momento lo que lo hacía especial, sino todo lo que había sucedido después. Habían construido una vida juntos, día a día, y ahora estaban aquí, más fuertes que nunca.

Dabi, por su parte, se despertó lentamente, dándose cuenta de que el lado de la cama de Izuku estaba vacío. Sonrió para sí mismo, estirándose antes de levantarse también. El aroma del desayuno lo guió a la cocina, donde encontró a Izuku en su elemento, moviéndose con gracia y concentración mientras cocinaba. Dabi cruzó los brazos, apoyado contra el marco de la puerta, y lo observó por un momento antes de hablar.

—¿Planeas sorprenderme con algo especial hoy? —dijo Dabi, su voz ronca por el sueño, pero con una nota juguetona.

Izuku se giró rápidamente, sorprendido de que Dabi estuviera despierto tan temprano. Una sonrisa se dibujó en su rostro al verlo, y dejó la espátula a un lado para acercarse a él.

—¿Cómo lo adivinaste? —bromeó Izuku, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Dabi—. Pensé que aún dormirías.

Dabi dejó escapar una risa suave, rodeando a Izuku con sus brazos y apoyando su frente contra la de él.

—No puedo dormir mucho cuando no estás en la cama —admitió Dabi con una sonrisa traviesa—. Y menos cuando sé que estás preparando algo para mí.

Izuku se sonrojó ligeramente, pero no se apartó. Habían pasado tantos años juntos, y aún así, las palabras de Dabi seguían teniendo el poder de hacerlo sentir como un adolescente enamorado.

—Es nuestro aniversario —dijo Izuku suavemente, recordándole la ocasión especial.

Dabi asintió, aunque ya lo sabía. ¿Cómo podría olvidar el día en que había hecho la promesa de estar al lado de Izuku para siempre? Ese día había sido el inicio de una nueva vida para ambos, una vida que ni siquiera en sus sueños más salvajes habría imaginado. Sin embargo, ahora que estaban juntos, nada más importaba.

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