La música aún vibraba en el aire, aunque Izuku no podía escucharla. Para él, era más que solo sonido; era una conexión, una corriente que lo unía a Dabi de una manera íntima y diferente. A través de las vibraciones que sentía en el suelo y en su pecho, Izuku entendía lo que Dabi quería transmitir, las emociones que no se podían poner en palabras. Esa era la verdadera magia de ese momento.Dabi lo miraba mientras tocaba, concentrado pero relajado, sus dedos moviéndose de manera precisa sobre las cuerdas de la guitarra. Izuku mantenía sus ojos fijos en Dabi, observando cada pequeño gesto, cada respiro, intentando comprender aún más allá de las vibraciones. Para él, el lenguaje del cuerpo se había vuelto esencial en su vida, y Dabi, sin siquiera darse cuenta, estaba hablando más de lo que pensaba con cada movimiento.
Finalmente, Dabi dejó de tocar, y la quietud llenó el almacén una vez más. Se quedó mirando la guitarra un segundo antes de levantar la vista hacia Izuku, como si buscara su aprobación, su reacción.
Izuku, aún sentado en el suelo frente a él, sonrió y levantó las manos, formando palabras con señas que Dabi ya estaba comenzando a entender.
—Puedo sentir tu música, incluso si no la escucho —dijo Izuku, con una sonrisa cálida. Los ojos de Dabi brillaron ante esas palabras. Había algo en la forma en que Izuku se expresaba que lo hacía ver las cosas de una manera diferente.
Dabi dejó la guitarra a un lado y se acercó más a Izuku, arrodillándose frente a él. A su alrededor, el aire parecía denso, como si la energía entre ellos estuviera cargada de expectativas, pero al mismo tiempo, había una suavidad en todo lo que compartían.
—¿Cómo haces para... estar tan en paz con esto? —preguntó Dabi, moviendo sus manos torpemente, intentando recordar las señas que Izuku le había enseñado, aunque al final terminó usando sus labios para comunicarse, sabiendo que Izuku podía leerlos.
Izuku se quedó en silencio por un momento, pensando en cómo podría explicar lo que sentía. Era difícil poner en palabras lo que había sido su vida hasta ahora, pero si alguien merecía saberlo, era Dabi.
—No siempre fue fácil —dijo Izuku, sus ojos fijos en los de Dabi—. Crecí queriendo ser un héroe, pero desde el principio supe que mi camino sería diferente. La gente solía mirarme como si fuera incapaz por no poder escuchar. Pero aprendí a escuchar de otras formas, a sentir el mundo de una manera que no necesita sonido.
Dabi lo observaba atentamente, cada palabra de Izuku parecía resonar en él de una manera profunda. Lo admiraba, más de lo que alguna vez hubiera pensado. Izuku, con su fortaleza y determinación, enfrentaba el mundo sin el sentido del oído, pero siempre parecía estar más conectado con su entorno que muchos otros. Dabi nunca había conocido a alguien así, alguien tan lleno de vida a pesar de las dificultades.
—Es por eso que entiendo el fuego que llevas dentro —agregó Izuku, usando señas para que Dabi pudiera ver sus emociones más claramente—. No necesitas palabras para transmitir lo que sientes. Lo veo en tus ojos, lo siento en tus manos.
Dabi tragó saliva, sintiendo que cada frase de Izuku rompía las barreras que había construido a lo largo de los años. Nadie lo había visto de esa manera. Nadie se había tomado el tiempo de intentar comprender el dolor, el conflicto que lo consumía. Y ahora, aquí estaba Izuku, alguien que, a pesar de todo, lo entendía mejor que nadie.
—Tú... me haces querer ser mejor —dijo Dabi, sus palabras saliendo con una honestidad que lo sorprendió incluso a él. Su voz era baja, casi un susurro, pero sabía que Izuku lo entendería.
Izuku levantó una mano y tocó suavemente la mejilla de Dabi, su toque era ligero, pero lleno de significado. No necesitaban decir más. El momento entre ellos era suficiente para expresar lo que no podía ponerse en palabras.
Pasaron unos minutos en silencio, simplemente mirándose. Los dedos de Izuku se deslizaban suavemente por el rostro de Dabi, trazando las cicatrices con una suavidad que Dabi no estaba acostumbrado a sentir. No era lástima, no era incomodidad. Era aceptación, pura y sencilla.
Izuku bajó las manos, sus ojos llenos de preguntas, pero también de ternura.
—¿Qué haremos ahora? —señaló Izuku con las manos, con una sonrisa tímida que hizo que el corazón de Dabi latiera más rápido.
Dabi apartó la mirada por un momento, como si estuviera considerando lo que diría a continuación. Pero al final, no podía negar lo que realmente sentía.
—No lo sé. Todo esto es nuevo para mí, pero no quiero que termine.
Izuku sintió una calidez inundar su pecho. Había algo tan sincero en la forma en que Dabi expresaba sus emociones, aunque no estaba acostumbrado a hacerlo. Era como si, con cada palabra, Dabi estuviera aprendiendo a confiar más en él, a abrirse, algo que seguramente le costaba.
—No tiene que terminar —respondió Izuku con señas, acercándose un poco más—. Podemos descubrirlo juntos.
El silencio volvió a llenar el espacio, pero esta vez no era incómodo. Era un silencio lleno de promesas, de posibilidades. Dabi extendió la mano y, sin pensarlo mucho, entrelazó sus dedos con los de Izuku. El gesto fue simple, pero significaba mucho más que cualquier palabra.
—Siempre pensé que estaba destinado a estar solo —admitió Dabi en voz baja, sabiendo que Izuku lo observaría atentamente para leerle los labios—. Pero ahora... tú me haces dudar de eso.
Izuku apretó suavemente su mano, sin apartar la mirada de él. Se acercó lentamente, y con una suavidad que desbordaba cariño, presionó un beso ligero sobre los labios de Dabi. No había prisa, no había urgencia. Solo era el reflejo de lo que estaban empezando a construir juntos: algo genuino, algo verdadero.
Cuando se separaron, Dabi sonrió de una manera que Izuku no había visto antes. No era la sonrisa sardónica o sarcástica a la que estaba acostumbrado. Era una sonrisa suave, vulnerable, una que revelaba una parte de Dabi que muy pocos habían visto.
—Gracias —dijo Dabi, sus palabras apenas audibles, pero llenas de sinceridad.
Izuku sonrió también, respondiendo con señas, y aunque Dabi aún estaba aprendiendo, entendió perfectamente lo que Izuku le estaba diciendo:
—Siempre estaré aquí para ti.
Y en ese momento, ambos sabían que, aunque su camino no sería fácil, lo enfrentarían juntos. Ya no estaban solos.
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RandomPos no se que decir DABIDEKU -++++ Espero que les guste mi historia