CAP, 3:LA QUIETUD ENTRE EL FUEGO

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Las semanas pasaban lentamente, arrastrando consigo la monotonía de los días sin sonidos. Izuku Midoriya, a pesar de su constante esfuerzo por adaptarse, sentía que cada vez se hundía más en un abismo que lo separaba del resto del mundo. Los momentos en que lograba desconectarse, cuando su mente no se enfocaba en lo que había perdido, eran breves y poco frecuentes. Pero en el fondo, una inquietud nueva lo embargaba. No podía dejar de pensar en el villano que había aparecido en su vida de manera inesperada, como un fuego que ardía silenciosamente entre las sombras.

El recuerdo de Dabi lo perseguía, desde aquel primer encuentro hasta el más reciente, cuando lo dejó solo con palabras que, de algún modo, lograron romper un poco el muro de silencio que lo envolvía. Izuku no entendía por qué lo buscaba, ni por qué él mismo se sentía atraído por la presencia del villano. No era normal. No debía serlo. Pero no podía negar que había algo en Dabi que lo hacía sentir... visto. No como un héroe en formación, ni como una promesa del futuro. Sino como alguien que simplemente existía en su soledad, atrapado en el mismo mundo desconectado en el que él estaba.

Una noche, incapaz de conciliar el sueño, Izuku se levantó de la cama, tomó una chaqueta y salió a caminar bajo el cielo estrellado. El campus de la U.A. estaba en calma, y aunque las luces de seguridad iluminaban algunos senderos, todo parecía distante, como si el mundo alrededor estuviera sumido en el mismo silencio que él. Caminó sin rumbo fijo, dejando que sus pensamientos lo guiaran, hasta que se encontró, una vez más, en las afueras de la ciudad, cerca del mismo parque donde había visto a Dabi antes.

Había algo en ese lugar que lo llamaba, como si supiera que allí, bajo las sombras de los árboles y la luz de la luna, encontraría algo que necesitaba. Y, efectivamente, no estaba solo.

Al acercarse a la banca donde se habían visto las últimas veces, Izuku vio una figura sentada allí, esperando en silencio. Su corazón se aceleró. Era él. Dabi, con la misma postura relajada de siempre, con las manos en los bolsillos y la cabeza inclinada hacia atrás, mirando el cielo nocturno. Las llamas azules de sus cicatrices brillaban débilmente en la oscuridad, pero no había peligro en su presencia, solo una calma inusual.

Izuku se detuvo a unos metros de distancia, inseguro de cómo debía actuar. ¿Por qué estaba allí de nuevo? ¿Qué era lo que Dabi buscaba en él? Pero antes de que pudiera formular alguna pregunta en su mente, Dabi giró la cabeza, sus ojos azul eléctrico encontrándose con los de Izuku. No hubo palabras. Ninguno de los dos las necesitaba en ese momento.

Dabi hizo un gesto con la mano, indicándole que se acercara, y tras unos segundos de duda, Izuku obedeció. Se sentó junto a él en la banca, sintiendo el calor que emanaba de su cuerpo, ese calor extraño que siempre parecía envolver al villano. Había algo familiar en el fuego de Dabi, algo que no podía explicarse solo por su habilidad. Era como si, de algún modo, ese calor traspasara las barreras del silencio que lo rodeaba y llegara directamente a su corazón.

Dabi sacó de nuevo su cuaderno, ese pequeño cuaderno que ahora parecía ser la única forma de comunicarse de manera efectiva. Con una calma que contrastaba con su apariencia de villano, comenzó a escribir algo. Izuku observó el movimiento de su mano, intentando leer las palabras antes de que terminara, pero cuando Dabi le entregó la hoja, el mensaje fue más claro de lo que esperaba.

"¿Por qué sigues viniendo?"

Izuku lo miró, sintiendo que su pecho se apretaba. La pregunta no era tanto un desafío como una invitación a la sinceridad. ¿Por qué seguía regresando a ese lugar? ¿Por qué no podía simplemente apartarse de Dabi y seguir con su vida de héroe? No tenía una respuesta clara. Quizás porque, en ese extraño villano, encontraba algo que los demás no podían darle. No se trataba de compasión ni de comprensión superficial. Era algo más profundo, una conexión tácita que parecía no necesitar palabras. Pero ¿cómo explicarlo?

Tomó el cuaderno de Dabi y, después de pensarlo unos segundos, escribió su respuesta.

"No lo sé."

Era una respuesta honesta, aunque incompleta. Sabía que había algo más, algo que no estaba dispuesto a admitir aún, ni siquiera para sí mismo.

Dabi leyó las palabras y esbozó una media sonrisa, esa sonrisa que nunca llegaba a sus ojos pero que, de alguna manera, hacía que Izuku sintiera un calor inesperado en su pecho. Luego, sin decir nada, se inclinó hacia adelante, sus ojos fijos en los de Izuku. El héroe tragó saliva, sintiendo la proximidad del villano de una manera que lo inquietaba.

Dabi levantó una mano, lentamente, como si estuviera probando los límites, y la colocó suavemente sobre la mejilla de Izuku. El contacto fue cálido, casi quemaba, pero no de manera dolorosa. Era más bien como una caricia que llegaba hasta su interior, derritiendo las barreras que había levantado alrededor de su corazón. Los dedos de Dabi rozaron su piel, subiendo hasta su cabello, y durante un breve instante, Izuku se permitió cerrar los ojos, dejando que la sensación lo envolviera.

No podía escuchar el latido de su propio corazón, pero lo sentía retumbar con fuerza dentro de su pecho. El calor de Dabi no era solo físico. Había algo en él, algo que lo hacía sentir vivo de una manera que no había experimentado desde el accidente. Era como si, en medio de todo ese caos, en medio de su dolor y su aislamiento, Dabi fuera la única persona que realmente entendía lo que estaba pasando.

Izuku abrió los ojos, encontrándose de nuevo con los de Dabi, que lo miraban con una intensidad que lo dejó sin aliento. No había palabras. No necesitaban decir nada. Todo estaba dicho en ese simple gesto, en la manera en que se miraban, en la cercanía que compartían.

Dabi bajó la mano lentamente, dejando un rastro de calor en su piel, pero no se alejó. En cambio, se inclinó un poco más, hasta que sus frentes se tocaron. Izuku sintió la respiración de Dabi contra su piel, suave y cálida, y durante un momento, todo lo demás desapareció. No había héroes ni villanos, no había una batalla entre el bien y el mal. Solo estaban ellos dos, compartiendo un instante en el que el silencio no era una barrera, sino un puente que los conectaba de una manera más profunda de lo que cualquier palabra podría lograr.

Dabi cerró los ojos y susurró algo. Izuku no pudo escucharlo, pero pudo leerlo en sus labios, esas palabras que parecían arder con la misma intensidad que el fuego azul del villano.

"No tienes que huir del silencio, Izuku."

Izuku sintió una punzada en el pecho al escuchar su propio nombre en los labios de Dabi. Era la primera vez que lo llamaba por su nombre de pila, la primera vez que lo hacía sonar tan personal. Y, de alguna manera, esa pequeña acción lo cambió todo. Porque, en ese momento, se dio cuenta de que no estaba solo en su lucha, de que el silencio no tenía por qué ser una condena.

Sus labios se entreabrieron, y aunque las palabras no salieron con facilidad, logró formular una simple pregunta, más con los ojos que con la voz.

"¿Por qué haces esto?"

Dabi lo miró de nuevo, y esta vez, la respuesta fue clara. Tomó el cuaderno y escribió con una caligrafía apresurada, como si las palabras fueran urgentes.

"Porque en el silencio, te veo como realmente eres."

Izuku sintió que su corazón se aceleraba, y por primera vez en mucho tiempo, sonrió. Una sonrisa pequeña, tímida, pero sincera. Porque en ese momento, comprendió que, de alguna manera, el fuego de Dabi no solo lo estaba consumiendo, sino que lo estaba reconectando con algo que había perdido.

Y así, en medio del parque, bajo el cielo estrellado, Izuku se dio cuenta de que el silencio entre ellos no era una barrera, sino un refugio donde podían encontrarse.

Byeee💗

Palabras:1371

ও𝕊𝕆ℝ𝔻𝕆ও⟬ܻժׁׅ݊ɑׁׅ֮ϐׁꪱׁׁׁׅׅׅժׁׅ݊ꫀׁׅܻ݊ƙׁׅυׁׅ⟭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora