Capítulo 44: Infiltrándose en el palacio

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Bisca T. Balamus, el Papa de la Iglesia de los Tres Héroes, era famoso por tener la cabeza muy fría. No importaba lo urgente o peligrosa que pudiera ser la situación, nadie lo había visto perder la compostura.

Sin embargo, en ese momento, cualquiera que pusiera un pie en la sala del trono del palacio real podía verlo explotar de rabia.

—Dilo —gruñó—. ¡Dilo otra vez!

—S-su Excelencia... —balbuceó el canciller, que estaba arrodillado a sus pies, lleno de miedo—. ¡Los caballeros reales... todos desertaron...! ¡Todos se rindieron a Su Majestad... a la Reina!

—¿Y por qué ocurre eso? —la voz del Papa se redujo dos octavas—. ¿Por qué desertaron de repente? ¿Qué demonios pasó para que desertaran?

—E-es por... la... Princesa Malty...

—¡¿Qué?! —gritó Malty, de pie junto al Papa—. ¡Cómo te atreves, campesino insolente! ¿Qué he hecho? ¡Te voy a arrancar la cabeza por calumniarme!

—Eso es lo que también quiero saber —Balamus se volvió lentamente hacia la princesa con una mirada furiosa—. ¿Qué hiciste, princesa Malty?

Ante la mirada acusadora del Papa, Malty pareció encogerse de miedo. Volteó la cabeza con el ceño fruncido.

—B-bueno, ¡sólo los envié a castigar a esos traidores en el Territorio Scheibel! ¡Ellos fueron los que trajeron esas cosas de papel a esta ciudad!

La mirada del Papa se volvió aún más dura.

—¡¿Y enviaste a toda la reserva de los Caballeros Reales a hacer algo así?!

—¿Y entonces? —resopló Malty—. ¡Esa ciudad merece ser arrasada! ¡Todos esos traidores de esa ciudad merecen ser asesinados! ¿Has visto lo que escribieron en esos papeles?

—¡¿Y ni siquiera pensaste en hacer una investigación para saber exactamente quién hizo esos papeles en primer lugar?! —explotó el Papa enfurecido—. ¡En lugar de eso, fuiste y ordenaste una masacre de tus propios subordinados en un ataque de ira! ¿Sabes lo mucho que esa estúpida acción podría arruinar la imagen de la Iglesia? ¡No me extraña que todos los Caballeros Reales desertaran!

—¿Q-qué pasa entonces? —a pesar de lo nerviosa que estaba, Malty de alguna manera se las arregló para encontrar palabras para replicar—. ¡Los Caballeros Reales es solo una pequeña parte de nuestro ejército! ¡Incluso sin ellos, todavía tenemos muchas tropas! ¡Podemos simplemente atacar!

Se tambaleó hacia atrás en estado de shock cuando la punta de una espada tocó la piel de su cuello. El Papa la estaba apuntando con su bastón, ahora en la forma básica de la Espada Legendaria; su rostro estaba lleno de furia.

—No olvides que estás aquí sólo porque nos vendiste a tu propio padre —gruñó de una manera que nadie le había visto usar antes—. Si continúas actuando de una manera que sabotea nuestra causa, no vas a ser tratada de manera diferente a esos herejes, te lo aseguro, Princesa.

Luego se dio la vuelta y salió de la sala del trono, no sin antes mirar a Malty con desprecio. Los soldados y cancilleres también se retiraron de la sala, dejando a Malty solo frente al trono vacío, hirviendo de ira.

—¡¿Cómo te atreves a hablarme así, falso sacerdote...?!

***

EMIYA miró torpemente a la persona que estaba en el suelo frente a él.

Desde que la conoció, siempre había visto a Akari como una mujer tranquila y estoica que nunca mostraba ninguna emoción clara frente a los demás. Sin embargo, en ese momento, ella estaba actuando de una manera que no se parecía en nada a cómo la conocía.

𝑻𝒉𝒆 𝑹𝒆𝒃𝒊𝒓𝒕𝒉 𝒐𝒇 𝒂 𝑺𝒘𝒐𝒓𝒅 𝑯𝒆𝒓𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora