𝑻𝒉𝒆 𝑹𝒆𝒃𝒊𝒓𝒕𝒉 𝒐𝒇 𝒂 𝑺𝒘𝒐𝒓𝒅 𝑯𝒆𝒓𝒐 (𝑻𝒓𝒂𝒅𝒖𝒄𝒊𝒅𝒐)

Capítulo 41: El rescate

La luz del sol se colaba por los huecos entre las hojas de los árboles, tiñendo el suelo del bosque de un brillante tono color miel. Un clima perfecto para hacer un picnic, si alguien lo pedía.

Sin embargo, nadie entre el grupo de personas tenía el corazón para disfrutarlo. Sus mentes todavía vagaban sin rumbo en pánico; el Héroe de la Espada ya se había ido solo al Territorio Ivyred para realizar un reconocimiento durante medio día, y todavía no había regresado. Todos sabían que Shirou-san no era el tipo de persona que se dejaría atrapar tan fácilmente, pero sus mentes todavía no podían quitarse la sensación de que algo iba terriblemente, terriblemente mal. ¿Y si...?

Finalmente, después de que el sol se puso en el horizonte, la figura familiar del Héroe de la Espada apareció en el campamento. Su rostro tenía una expresión sombría.

—¡Sensei! —Tersia se levantó de golpe del tronco en el que estaba sentada.

—Gracias a Dios... —Farrie dejó escapar el aliento que estaba conteniendo con alivio.

—¿Por qué tardaste tanto, Shirou-san? —Naofumi miró a su compañero héroe—. ¿Pasó algo allí?

—Sí —asintió EMIYA con tristeza mientras se sentaba en un tronco cercano—. Y no es algo que te vaya a gustar.

***

—¡Alto! ¿Adónde crees que vas?

El aventurero encapuchado agitó la mano frenéticamente.

—Ah, no, solo... acabo de llegar aquí y necesito un lugar para...

El soldado de la puerta no le dejó terminar la frase. Gruñó mientras apuntaba con la punta de su lanza al aventurero.

—¡No nos importa! ¡Bájate la capucha y muéstranos tu cara!

El aventurero suspiró. Se quitó la capucha de la cabeza, dejando al descubierto una mata de pelo rubio y puntiagudo y un par de ojos azules que resaltaban su piel clara.

—Toma. ¿Estás contento ahora? —dijo con un dejo de fastidio en su rostro.

Los soldados dudaron. Uno de ellos sacó un pergamino de su cinturón y lo abrió.

—Ése no es él —dijo—. El Espada tiene el pelo blanco y los ojos grises, y su piel es oscura.

—¿Y qué pasa con los demás?

Los demás soldados negaron con la cabeza.

—Ni la Lanza ni el Escudo. Ni ninguno de sus compañeros.

El capitán del grupo todavía no parecía convencido. Caminó alrededor del aventurero y, con un movimiento repentino, extendió la mano y tiró del cabello del otro hombre.

—¡Ay! —gritó sorprendido el aventurero—. ¡¿Qué demonios, hombre?!

—No es peluca, ¿eh? —dijo el paranoico capitán—. Muy bien, ¿cómo te llamas, viajero?

—Cloud —dijo el aventurero—. Soy un mercenario a sueldo que está en una misión para el Gremio de Aventureros en este momento —sacó una pequeña placa de bronce de su bolsillo trasero y se la mostró a los soldados—. Solo estoy de paso para abastecerme de suministros y me iré de inmediato. No voy a molestar este lugar por mucho tiempo.

Los soldados se miraron entre sí. Finalmente, el capitán miró a uno de sus subordinados.

—Llévenlo al campamento número 2.