El domingo por la mañana llegó rápido en la casa Styles, y como era costumbre, la familia se preparaba para asistir a la iglesia. La rutina dominical era casi sagrada, al igual que los rituales previos que la acompañaban. En el vestidor, Harry, como siempre, eligió un traje elegante. Optó por un traje gris oscuro de corte impecable, con una camisa blanca perfectamente planchada y una corbata negra que contrastaba con la claridad de la camisa. Nick y Jackson, a pesar de las protestas internas que pudieran tener, también se vistieron con trajes formales. Nick eligió un traje azul marino con una corbata gris, mientras que Jackson, menos entusiasmado por la formalidad, se ajustaba su chaqueta negra con una corbata plateada que le parecía demasiado ajustada al cuello.
Mientras tanto, en su habitación, Louis y Oliver también se preparaban. Louis, siempre elegante y con un impecable sentido del estilo, se puso un vestido de lino azul cielo con delicadas mangas abullonadas, acompañado de un cárdigan blanco que le daba un aire suave y refinado. Sabía que en la iglesia las expectativas sobre la vestimenta de los omegas eran claras, y aunque no siempre estaba de acuerdo, había aprendido a llevarlas con gracia. Oliver, por su parte, usaba un vestido de tonos suaves, con una falda amplia de tul blanco y un lazo azul atado en la cintura. Era el atuendo que Louis había elegido con cuidado, asegurándose de que su hijo estuviera cómodo pero apropiado para la ocasión.
Cuando la familia estuvo lista, se encontraron en la entrada de la casa, donde Harry le dedicó una sonrisa cálida a Louis antes de ayudarlos a subir al coche. El trayecto a la iglesia fue silencioso, con el suave murmullo de la radio de fondo, y un aire de anticipación flotando en el ambiente, especialmente en los chicos. Oliver, sentado en la parte trasera, jugueteaba con los bordes de su vestido mientras Nick y Jackson miraban por las ventanas, sumidos en sus propios pensamientos.
Al llegar a la iglesia, el edificio imponente de piedra gris y vitrales coloridos les dio la bienvenida. Era una construcción antigua, llena de historia, donde las ceremonias se llevaban a cabo con solemnidad. El padre Michael, que llevaba años siendo el párroco de la comunidad, esperaba al final de la larga nave central, vestido con su sotana blanca, mientras los feligreses llenaban los bancos poco a poco. La familia Styles se sentó en su lugar habitual, cerca del altar, con Harry al frente, seguido de Louis y los niños.
La misa comenzó con los rezos y cantos acostumbrados, y todo parecía transcurrir con normalidad hasta que, a mitad del sermón, el padre Michael tocó un tema que sacudió la atmósfera del lugar.
—Hoy quiero hablar sobre un tema delicado pero necesario en estos tiempos —dijo el cura, con la voz grave resonando en el eco de las paredes—. Se trata de la homosexualidad dentro de las castas, especialmente entre los alfas. Este comportamiento va en contra de las enseñanzas que nos han sido dadas. El orden natural dicta que alfas y omegas deben unirse, y cualquier desviación de este diseño es contraria a lo que está bien visto por nuestra comunidad y, sobre todo, por los ojos de Dios.
Jackson, que había estado distraído durante gran parte de la misa, sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. Levantó la vista, sus ojos se desviaron rápidamente hacia su padre, Harry, esperando ver alguna reacción. Pero Harry mantenía la misma expresión estoica que siempre mostraba en la iglesia, con el rostro inexpresivo, sin darle la menor importancia a las palabras del cura. Parecía estar escuchando sin que aquello le afectara en lo más mínimo, como si esas palabras no fueran relevantes para él o su familia.
Jackson, sin embargo, no podía evitar sentirse incómodo. Sabía que las palabras del padre Michael lo condenaban. Su relación con Sam, otro alfa, se había vuelto más importante para él en las últimas semanas, y escuchar ese tipo de sermones solo lo hacía sentir más alejado de lo que la iglesia y, posiblemente, su familia, esperaban de él. Aunque su padre no parecía reaccionar, el joven alfa no podía evitar preguntarse si Harry realmente ignoraba lo que estaba sucediendo en su vida.
Al terminar la misa, el padre Michael dio la bendición final y los feligreses comenzaron a levantarse de los bancos. Jackson se apresuró a salir, buscando la salida lo más rápido posible, pero fue detenido por Harry, que le puso una mano firme en el hombro.
—Jackson —dijo Harry en tono tranquilo—, vamos, no te olvides que hoy tenemos la comida con tus abuelos.
Jackson intentó ocultar su frustración. No le gustaban esas comidas familiares, sobre todo porque sus abuelas siempre terminaban apretándole los cachetes hasta dejarle la cara adolorida. Y si eso no era suficiente, su pobre hermano Oliver siempre salía peor parado. Lo último que Jackson quería era pasar la tarde en la casa de sus abuelos cuando lo único que deseaba era estar con Sam, su alfa. Quería pasar el día abrazado a él en el sofá, comiendo comida chatarra y compartiendo besos. Pero sabía que no podía desobedecer a su padre.
—Papá, ¿puedo ir con unos amigos después de la comida? —preguntó Jackson, intentando sonar casual.
Harry lo miró por un momento y asintió, aunque con una advertencia clara.
—Después de la comida, claro. Sabes que estas visitas son importantes para tu madre y para mí. Luego podrás hacer lo que quieras con tus amigos.
Jackson suspiró, resignado. Sabía que no había escapatoria y que tendría que soportar las interminables preguntas de sus abuelos, los abrazos incómodos y los comentarios sobre cómo había crecido. Solo podía pensar en lo mucho que deseaba que la comida terminara rápido.
El sol de mediodía bañaba las calles cuando la familia llegó a la casa de los abuelos Styles, una casa tradicional situada en un barrio elegante, con un jardín perfectamente cuidado y una mesa de comedor que siempre estaba lista para recibir a la familia extendida. Al entrar, la abuela Anne, la madre de Harry, no perdió tiempo en abrazar a Jackson, como era de esperar, mientras le apretaba los cachetes con tanto entusiasmo que el joven alfa no pudo evitar una mueca de dolor.
—¡Mira qué grande estás! —exclamó la abuela, encantada—. Cada vez te pareces más a tu padre.
Jackson forzó una sonrisa mientras sus mejillas protestaban por el maltrato, pero aguantó en silencio. Al ver que Oliver iba a correr la misma suerte, hizo un esfuerzo por distraer a su abuela, pero no tuvo éxito. Louis, por su parte, observaba la escena con una sonrisa paciente. Sabía que las comidas con los abuelos siempre eran algo tediosas para los chicos, pero también sabía lo importante que era para Harry mantener esa conexión familiar.
La comida transcurrió como de costumbre: conversaciones sobre el pasado, anécdotas de la infancia de Harry y preguntas sobre el colegio y las actividades de los niños. Pero para Jackson, cada minuto que pasaba lo acercaba más a la posibilidad de ver a Sam. Y mientras todos se reían de las historias de la abuela, Jackson se perdía en sus pensamientos, imaginando la tarde perfecta que tenía planeada con el alfa que tanto le importaba.
>Fanytz
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| Traditional Alpha | L.s
أدب الهواةHarry pensaba que su familia era perfecta y muy tradicional hasta que su hijo... >Harry Alfa. >Louis Omega. Relaciones Boy/Boy. Esta historia tiene contenido homosexual, si eres homofobico este NO es lugar para ti, agradecería que no insultaras mi t...