En un rincón tranquilo de Orario, apartado del bullicio del centro, se encontraba la casa de Shiro. Aunque modesta en comparación con las enormes mansiones de las familias más poderosas, el lugar irradiaba un cálido y acogedor ambiente, ideal para alguien que buscaba paz entre las misiones. En el interior, los rayos de sol entraban por las ventanas, iluminando los muebles de madera y las decoraciones sencillas pero elegantes que Shiro había acumulado en sus viajes.
Djitri y Rona, las dos sirvientas de Shiro, pero más que eso, sus amigas de confianza, estaban ocupadas con las tareas del hogar. Djitri, con su habitual expresión tranquila pero serena, se encargaba de limpiar el salón principal, pasando un trapo por los muebles y asegurándose de que todo estuviera en perfecto orden. Rona, siempre con su energía contagiosa, canturreaba mientras barría el suelo, disfrutando de la rutina diaria.
Para ambas, estas tareas no eran una obligación monótona. Más bien, el hecho de compartir este espacio con Shiro, y verlo en momentos como el del día anterior, cuando había sido tan cariñoso y alegre con los niños en la iglesia, hacía que cada tarea se sintiera más ligera, más significativa.
Rona: Es sorprendente, ¿verdad? -comentó sin dejar de barrer pero echando un vistazo hacia Djitri-. Shiro no es exactamente el tipo de persona que muestra sus emociones con facilidad, pero ayer... verlo con esos niños fue algo realmente especial.
Djitri, aunque siempre más reservada en sus comentarios, no pudo evitar asentir mientras pasaba el trapo por la mesa.
Djitri: Sí, fue... diferente. Pero de una buena manera. Parecía más feliz que de costumbre. -Su voz, aunque tranquila, mostraba un leve tono de aprecio-. Es como si esos niños le trajeran recuerdos de algo que lo llena de paz.
Rona dejó la escoba por un momento, apoyándose en ella mientras pensaba en la escena del día anterior. Shiro, normalmente serio y distante, había mostrado un lado de sí mismo que ellas apenas conocían, un lado más cálido y humano.
Rona: Siento que somos afortunadas -continuó con una sonrisa- No solo trabajamos para él, sino que también nos permite ver ese lado suyo. No cualquiera tiene ese privilegio.
Djitri terminó de limpiar la mesa y se acercó a la ventana, mirando hacia el jardín donde la brisa movía suavemente las flores que Shiro había plantado. Su mirada se suavizó.
Djitri: Es cierto. A pesar de todo lo que ha pasado y lo que ha hecho, sigue siendo alguien capaz de mostrar compasión y cariño. Y eso es algo que valoro.
Ambas chicas continuaron con sus tareas, pero el ambiente estaba cargado de una sensación de gratitud y afecto hacia Shiro. No solo era su protector, sino alguien a quien ambas consideraban un amigo, un pilar en sus vidas. Sabían que, aunque él no siempre lo dijera con palabras, ellas también ocupaban un lugar especial en su vida.
Rona, siempre con su ánimo elevado, retomó su canto mientras barría. Djitri, aunque más tranquila, también se sentía ligera, como si la calidez del hogar fuera parte de su propia esencia. La casa de Shiro no era solo un lugar para trabajar; era un refugio, un hogar compartido, y ambas lo sentían en lo más profundo.
Por otra parte en la habitación de shiro este se encontraba sentado en su cama mirando de antemano una pantalla para ser preciso su estadística.
Shiro: Desde que fui a vandham gane algo de nivel- comentó viendo su estadística- Pero acaso será suficiente.
[Estadística]
Nombre: Shiro
Nivel: 90
Trabajo: Monarca de la sombra
Título: El único que supera la adversidad (+2)HP: 37,800
MP: 4,000
Fatiga: 0Atributos:
Fuerza: 510