Pregunta.

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— ¡JENNIE RUBY JANE KIM! —La voz autoritaria de Mary retumbó en la habitación como una explosión. Jennie se estremeció al instante, y Lisa sintió que su alma abandonaba el cuerpo por un breve segundo.

— M-madre... n-no es lo que piensas… —intentó defenderse Jennie, tirando desesperadamente de su vestido para cubrirse.

Mary la miró con severidad.
— ¡Claro que no es lo que pienso! ¡Es exactamente lo que estoy viendo!

Lisa estaba paralizada, incapaz de pensar en una salida. Entre el pánico, soltó un susurro que no ayudó en nada:
— Suegraaa... (Dios mío, ayúdame).

Jennie, tan desesperada como su novia, empujó a Lisa hacia el suelo, donde cayó torpemente al tratar de subirse los pantalones.

— Quise detenerla, señora Kim, pero fue imposible. —Allison apareció por la puerta, claramente agobiada por la situación—. ¡Dios, Lisa! ¡Tápate!

Lisa, con el rostro ardiendo de vergüenza, intentó cubrirse lo mejor que pudo mientras se apresuraba a subir el cierre de sus pantalones.

Mary frunció el ceño con un aire escandalizado.
— ¡Santa madre! ¿Cómo te cupo eso, Jennie? Te dije que te relajaras, pero no así. ¡Y por Dios, que se tape! —dijo, dándose la vuelta por un instante para darle algo de dignidad a la escena.

Lisa aprovechó el momento para subirse los pantalones por completo, aunque el temblor de sus manos no ayudaba.

— Madre… ella es Lalisa Manobal. —Jennie respiró hondo—. Mi novia.

Mary giró lentamente, con una expresión de sorpresa que no pudo disimular.
— ¿Tu novia?

El rostro de Mary palideció un momento al procesar la noticia.
— Así que ahora tienes novia… —murmuró para sí, como si le costara creerlo.

Jennie asintió con firmeza.
— Sí, madre.

Mary apretó los labios y luego asintió con lentitud.
— Muy bien, Jennie. Déjame a solas con Lalisa.

— ¡No, madre! ¡Ya no soy una niña! —protestó Jennie—. ¡Cada vez que te quedas a solas con mis parejas, terminan dejándome!

— Soy tu madre, Jennie Ruby Jane Kim, y mientras yo respire, me obedecerás. Si realmente te quiere, no se irá.

Jennie soltó un suspiro frustrado, pero al final accedió.
— Bien… Vamos, Allison. —Se giró hacia Lisa y le susurró—: Suerte, amor. La vas a necesitar.

Allison no pudo evitar darle una palmada en el hombro a Lisa.
— Prometo llevarte flores y decir cosas bonitas en tu funeral.

Cuando se quedaron solas, Mary se sentó lentamente en una silla frente a Lisa y sacó un revolver brillante de su bolso, colocándolo sobre la mesa con un golpe seco. Lisa sintió como si todo el aire de la habitación se hubiera evaporado.

— Así que… Lalisa Manobal. —Mary jugueteó con el arma, girándola entre los dedos con calma inquietante.

Lisa tragó saliva.
— S-suegra, yo… no quería darle mala impresión.

Mary sonrió peligrosamente.
— Vamos a hacer esto sencillo. Jugaremos a la verdad. —Levantó el revolver con una mano experta y lo hizo girar—. Solo hay una bala, ¿lo ves? Si mientes o respondes mal, disparo. Si te quedas callada, también disparo. ¿Entendido?

Lisa sintió que la sangre se le congelaba en las venas.
— ¿J-jugar? ¿Con un arma? ¿Está demente?

— ¡Demente tu abuela! —espetó Mary con una risa seca—. Comenzamos. —Apuntó directamente al pecho de Lisa—. Primera pregunta: ¿Por qué estás con mi hija? Uno… dos…

— ¡Porque la amo! —gritó Lisa, el sudor frío corriendo por su espalda.

Mary alzó una ceja, dudosa.
— ¿Seguro que no estás aquí por su dinero?

— ¡No, señora! ¡Se lo juro!

Mary apretó el gatillo sin previo aviso. Clic. No hubo disparo, pero el sonido seco hizo que Lisa se estremeciera de pies a cabeza.

— Eres valiente... o simplemente estúpida. —Mary ladeó la cabeza y apuntó nuevamente, esta vez a la entrepierna de Lisa—. Segunda pregunta: ¿Obligaste a Jennie a estar contigo hoy? Uno… dooos...

— ¡No! ¡Jamás! ¡Ella siempre hace lo que quiere!

Mary apretó el gatillo otra vez. Clic. Lisa soltó un jadeo ahogado, el corazón a punto de salírsele por la boca.

— No estás mal, Manobal. Pero subamos de nivel. —El cañón del revolver descendió lentamente hasta apuntar entre las piernas de Lisa—. Ahora, dime: ¿dónde conociste a mi hija? Uno… dooos...

Lisa sintió que se desmayaba.
— P-por… una página de internet… —murmuró, casi sin voz.

Mary arqueó una ceja con interés.
— ¿Qué tipo de página?

Lisa se quedó en blanco. Si decía la verdad, sabía que aquello terminaría mal.
— No puedo decirlo…

— ¿No puedes? Entonces no te importará que dispare aquí. —El dedo de Mary presionó el gatillo. Clic.

— ¡Oh Dios, no! —gritó Lisa, sintiendo que sus piernas flaqueaban.

Mary esbozó una sonrisa fría.
— Última oportunidad, Manobal. ¿Vas a decirme en qué página?

Lisa cerró los ojos con fuerza.
— N-no... Eso tiene que preguntárselo a Jennie…

Mary volvió a apretar el gatillo. Clic.

El pánico, la tensión y el miedo finalmente hicieron mella en Lisa, cuyo rostro palideció por completo. Sus ojos se pusieron en blanco, y antes de que pudiera procesarlo, su cuerpo colapsó hacia un lado. Se desmayó de lleno, cayendo al suelo con un golpe sordo.

Mary observó a la joven inconsciente con un suspiro.
— Vaya, al menos esta no salió corriendo.

Jennie entró corriendo justo en ese momento, deteniéndose en seco al ver la escena: Lisa desmayada en el suelo y su madre aún apuntándole con el revolver.

— ¡¿Madre?! ¡¿Qué hiciste?!

Mary sonrió con calma.
— Lo de siempre, cariño. Me aseguré de que esta no fuera otra farsante.

Jennie se llevó las manos a la cabeza, incrédula.
— ¡Estás completamente loca! ¡Por eso nadie quiere salir conmigo!

— Agradece que tu padre no está aquí. Él es mucho más… convincente.

Jennie respiró hondo y soltó:
— Madre... estoy embarazada.

Mary parpadeó, sorprendida.
— ¿Embarazada?

— Sí. Por favor, acéptala. Ella es la otra madre, y nos amamos.

Mary guardó el revolver, asintiendo.
— De acuerdo. Invítala a cenar el domingo. Veremos cómo reacciona tu padre.

Jennie se arrodilló junto a Lisa, acariciándole el rostro hasta que empezó a despertarse lentamente.

— Amor… despertaste. Me tenías preocupada.

Lisa abrió los ojos con dificultad.
— ¿Qué pasó?

Jennie le sonrió.
— Mi madre te apuntó con un arma.

Lisa se estremeció.
— Pensé que era un mal sueño…

Jennie rió, besándola en la frente.
— Sobreviviste, amor.

Lisa suspiró.
— Genial… Ahora solo falta conocer a tu padre. ¿Qué tan malo puede ser?

Jennie sonrió nerviosa.
— Ya veremos… Ya veremos.

—  Si estaba jugando, no quiero ni pensar como juega tu padre, así que mejor festejamos antes que vaya a los juegos del hambre.

— No seas dramática, Lisa. Mi padre no es malo.

—  Y yo soy virgen.

Luego de platicar y convencer a Lisa que no iba a morir si conocía a su padre, quedaron que festejará el embarazo en casa de Lisa donde irían su hermana, Jisoo, Allison y Minnie.








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Only Fans You Signed Up (Jenlisa Gip) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora