XXIV

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El zumbido de los helicópteros sobrevolando la ciudad me trae recuerdos que preferiría dejar atrás

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El zumbido de los helicópteros sobrevolando la ciudad me trae recuerdos que preferiría dejar atrás. Nueva York sigue tan caótica como siempre, pero hay una tensión en el aire esta noche que hace que mi respiración se acelere. Miro el equipo de héroes que se prepara a mi alrededor; cada uno en su propia zona, concentrados, algunos hablando en sus auriculares, otros revisando sus equipos. La misión de esta noche es importante, más de lo que me gustaría admitir.

Cathleen, mi mentora, me lanza una mirada confiada desde el otro lado del tejado. Siempre ha sido un pilar para mí desde que llegué aquí. Cuando mi mundo colapsó en Japón, fue ella quien me extendió la mano y me ofreció una nueva vida. Pero hoy... hoy no puedo evitar sentir que estoy al borde de perder el control otra vez.

—¿Estás lista? —pregunta Cathleen mientras se acerca, su voz firme pero suave.

Respiro hondo y asiento. Mi mano derecha se cierra en un puño por instinto. Estoy lista, o al menos eso quiero creer. Desde que supe quién estaba detrás de los recientes ataques en la ciudad, una pequeña sombra se ha instalado en mi mente, una sombra que he tratado de ignorar, pero que cada vez es más difícil de eludir. El líder de los villanos tiene una habilidad que me recuerda demasiado a él, a ese hombre que destruyó todo lo que conocía, que me arrebató a mi equipo en Japón. Mi estómago se revuelve con solo pensar en ese día.

—Todo va a salir bien —dice Cathleen, colocando una mano en mi hombro.

Quiero creerle, pero el miedo me roe por dentro.

La planta industrial donde tienen retenidos a los rehenes se eleva frente a nosotros como una bestia dormida. Todo está demasiado quieto, lo que nunca es una buena señal. Mi respiración se vuelve más superficial a medida que nos acercamos. Mi mente sigue jugando conmigo, mostrándome imágenes de mi última misión en Japón, de los cuerpos de mis compañeros, de la impotencia que sentí al no poder salvarlos.

"No ahora", me repito. "No puedo perderme en esos recuerdos ahora."

Cathleen y yo nos deslizamos por el perímetro, entrando por un pasadizo lateral. Dentro, el lugar está en completo silencio, salvo por el eco distante de nuestros pasos y el zumbido de las luces fluorescentes. Mi piel se eriza al recordar la última vez que entré en un edificio como este. Mi pecho se aprieta, pero continúo avanzando. No puedo permitirme dudar, no con tantas vidas en juego.

Nos acercamos a una sala más amplia y ahí está él. Lo reconozco de inmediato: el líder de los villanos, de pie frente a un grupo de civiles aterrorizados, su figura envuelta en sombras. Mis ojos se fijan en su máscara, negra y lisa, con un brillo rojizo alrededor de los ojos. No es exactamente igual a él, pero mi mente no puede evitar hacer la conexión. El miedo me golpea de lleno, como un puñetazo en el estómago. Por un segundo, siento que no puedo respirar.

Mi corazón se acelera y mis manos comienzan a temblar.

—Vamos, Saori —murmura Cathleen desde detrás de mí—. Puedes hacerlo.

Quiero avanzar. Quiero moverme, hacer algo, cualquier cosa, pero mis pies parecen pegados al suelo. De repente, estoy de vuelta en ese día, ese maldito día en Japón. El villano de aquel entonces tenía una habilidad parecida a este: podía manipular los recuerdos, hacer que las personas revivieran sus peores momentos una y otra vez, hasta que se derrumbaran. Mis compañeros cayeron uno por uno, y yo... no pude hacer nada.

Siento que el aire me falta.

—¡Saori! —La voz de Cathleen me saca de mis pensamientos. Miro hacia ella, sus ojos están llenos de preocupación, pero también de confianza. Confianza en mí.

Respiro hondo. Estoy aquí, ahora. Esto no es Japón. Esto no es el pasado.

—Lo sé —susurro, más para mí misma que para ella.

Finalmente, mis pies responden. Doy un paso hacia adelante, luego otro. Me concentro en la sensación del suelo bajo mis pies, en el peso de mi cuerpo, en el sonido de mi respiración. Estoy aquí. Estoy presente. Y no estoy sola. Cathleen está conmigo, y hay vidas en juego que dependen de nosotras.

El villano me observa acercarme, sus ojos brillando detrás de la máscara. Puedo sentir el poder que emana de él, el mismo tipo de energía que casi me destruyó en el pasado. Mi cuerpo tiembla por un momento, pero esta vez no me detengo. No puedo permitirme hacerlo.

—Tú... —la voz del villano es grave y distorsionada—. Eres débil. Puedo oler tu miedo.

Cierro los ojos por un segundo. No soy la misma persona que fui en Japón. No soy débil. Cuando vuelvo a abrir los ojos, lo hago con una determinación que no había sentido en mucho tiempo.

—No más —digo en voz baja, pero con fuerza.

El villano sonríe y extiende una mano hacia mí. De repente, el mundo a mi alrededor cambia. Estoy de vuelta en Japón. Los escombros, los gritos, la sangre. Todo está ahí, tan vívido como si estuviera ocurriendo de nuevo. Puedo ver los cuerpos de mis compañeros, el sonido de sus voces pidiendo ayuda. Mi respiración se acelera y mi corazón late con fuerza.

—No, esto no es real —me digo, pero las imágenes son tan poderosas que mis rodillas flaquean.

El villano se ríe.

—Puedes revivirlo una y otra vez, hasta que te rompas.

Por un momento, estoy al borde del colapso. El miedo me invade como una marea, ahogándome en su oscuridad. Pero entonces, una voz resuena en mi mente, la voz de Cathleen, recordándome quién soy ahora, todo lo que he superado. Respiro hondo. Esto es solo una ilusión. Solo una sombra de mi pasado.

Con un esfuerzo titánico, me obligo a volver al presente. Cierro los ojos, concentrándome en el ahora, en mi respiración, en el calor de mi cuerpo. Y cuando los abro de nuevo, la ilusión se desvanece. Estoy de pie frente al villano, y esta vez no hay miedo en mi corazón.

—Tu poder no funciona conmigo —digo, mis palabras firmes y seguras.

El villano retrocede, sorprendido.

—¡No es posible!

Aprovecho su momento de duda y ataco. Mi técnica de Cristal Maldito se activa, y lanzo una ráfaga de cristales afilados hacia él. El villano intenta defenderse, pero ya no tiene el control. Me siento libre, por primera vez en mucho tiempo, como si una pesada carga hubiera sido levantada de mis hombros. Cada golpe que lanzo está lleno de la fuerza de alguien que ha decidido dejar atrás el miedo. Él cae al suelo, derrotado.

Los rehenes están a salvo, y el villano ya no representa una amenaza. Estoy agotada, pero cuando Cathleen se acerca y me pone una mano en el hombro, siento una oleada de alivio.

—Lo hiciste —dice, sonriendo.

Le devuelvo la sonrisa, aunque siento que quiero derrumbarme ahí mismo.

—Lo hice.

Esa noche, de vuelta en mi apartamento, miro el horizonte de Nueva York desde la ventana. El aire es fresco, y la ciudad está más tranquila de lo que he sentido en semanas. Por primera vez en mucho tiempo, siento que puedo respirar sin ese peso constante sobre mis hombros.

He enfrentado mi miedo. He superado algo que pensé que me controlaría para siempre.

No soy la misma persona que era antes. Soy más fuerte. Y ahora sé, con absoluta certeza, que puedo enfrentar cualquier cosa que el futuro me depare.

Middle; Todoroki Touya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora