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— Como serás tonto, Touya.
— ¿Qué hice?
— Ya perdimos, cabeza hueca.
Estábamos jugando un juego en línea, Fortnite, específicamente. Íbamos muy bien en nuestra partida hasta que, por accidente, comencé a distraerme al grado que el equipo contrario me atacó y tomó desprevenida a Saori para después ellos ganar la partida.
— ¿Jugamos otra? — pregunté. Ella sonrió —. Tienes una sonrisa muy hermosa.
Parpadeó repetidas veces. Me dio un golpe en el brazo. Lejos de regresarle el golpe como solemos hacerlo, la tomé de sus mejillas y planté un beso en su frente.
— ¿Touya? — confundida, me miraba. Sus ojitos zafiro brillaban a gran intensidad que parecían dos diamantes que estaban siendo iluminados por un haz de luz. Mis pulgares acariciaron en forma circular, sentí las cicatrices que se formaron en su rostro. Ella, inmediatamente, alejó su rostro de mis manos.
— Saori...
— No, Touya, por favor...
Suspiré. Yo fui el culpable de que lleve esas cicatrices. No puedo con la culpa, quiero ayudarla pero no se deja.
— Preciosa, por favor, deja que te ayude con esto...
— No insistas, Touya — dijo, poniéndose de pie y dejando el control sobre la consola. Yo, con el otro mando, apagué la consola —. No me hagas sentir como si fuera una inútil.
— Ven — dije. Se dio media vuelta simplemente para ver cómo daba palmadas a mi muslo. Ella suspiró y caminó hacia mí, pero tomó asiento a mi lado —. Era acá.
— Es lo mismo. Al fin y al cabo me tengo que sentar.
Negué sonriente. Recargó su cabeza en mi hombro, yo la abracé del brazo para luego besar su cabeza.
— ¿Mañana iremos al cine con los hermanos Suzuki? — asintió.
— Claro — respondió —. Ya me dieron permiso. ¿Tú vas a ir?
— Por supuesto que sí — contesté. Sonrió con amplitud y asintió.
Abrieron la puerta de la habitación y miramos a esa dirección. Era mi hermano quien, al mirar a Saori, la miró con confusión.
— Pero... All Might y Scarlet Queen ya se fueron — comentó mi hermano.
Sé que fue un comentario de un niño inocente, pero es claro que le afectó a Saori. ¿Cómo pudieron haberse ido sin su única hija?
— ¿Y si hacemos una pijamada? — pregunté, abrazando a Saori del cuello. Me miró, sonreí ampliamente y ella rió.
— Está bien — dijo. Miramos a Shoto — ¿Te quieres unir?
